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’25 de octubre … y entonces sucedió que…’, por José Luis Fortea

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……………el ataque por parte de la armada imperial japonesa a la base naval de Pearl Harbor, en Hawai, el día 7 de diciembre de 1941, supuso la entrada, directamente de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, al declarar estos la guerra al país nipón, el mismo día siguiente.

Desde ese mismo instante casi toda la maquinaria bélica norteamericana centraría su atención en aquellas aguas del Pacífico, donde seis meses más tarde, desde el día 4 al 7 de junio de 1942, volverían a enfrentarse en un combate, cuyas consecuencias serían determinantes para el devenir de la contienda, al detener el intento de invasión japonesa de su base naval, ubicada en el atolón de Midway.

Este ataque sin embargo, no resultaría tan imprevisto, como lo fue el anterior, ya que el servicio de inteligencia norteamericano, a través de la denominada Oficina de Investigación, había logrado descifrar, un par de meses antes, un mensaje secreto y codificado interceptado a aquellos, en el que el almirante Isoroku Yamamoto advertía de una ofensiva inminente, en un punto en el Pacífico, al que hacía referencia con el código “AF” y cuya posterior transcripción determinaría, que este, se correspondía con la mencionada base.

La batalla de Midway supuso un punto de inflexión por partida doble, al ofrecer, a los estadounidenses una posición estratégica en aquel escenario, dominando el enclave de las denominadas “islas Marianas”, entre las que destacaban las de Tinian, Guam y Saipán, muy próximas estas a las costas japonesas, así como la interrupción de la expansión de Japón por aquellos mares, mermando sus efectivos al perder una gran cantidad de pilotos experimentados considerados irreemplazables.

No le irían mejor las cosas a la armada imperial en los sucesivos enfrentamientos que ambas potencias tendrían, siendo a lo largo del mes de junio de 1944, cuando en el llamado conflicto del Mar de las Filipinas la aviación nipona perdería casi cuatrocientos aparatos de vuelo. Fue entonces cuando Eiichiro Jo, el comandante del portaaviones Chiyoda, ante la superioridad numérica y técnica de los aliados, propuso la creación de una unidad de ataque especial, mediante la formación de un escuadrón de pilotos sin experiencia, que con sus naves cargadas con 250 kilogramos de explosivos, cada una, realizasen un abordaje directo y deliberado sobre los portaaviones enemigos.

El vicealmirante, Takijiro Onishi, acabaría poniendo en práctica la aludida propuesta creando la Unidad Especial de Ataque Shimpu (Tokubetsu kogeki tai), conocida más comúnmente por su abreviatura, Tokkotai, que por un error en su transcripción, los traductores estadounidenses comenzaron a utilizar con el término “Kamikaze”, para referirse a estos ataques suicidas.

La palabra Kamikaze, cuyo significado bien podría traducirse como “Viento Divino” se remonta a una leyenda del siglo XIII para referirse a los acontecimientos que tuvieron lugar en el año de 1274 y siete años más tarde, en 1281, cuando Kublai Khan (último gran Kan del Imperio Mongol y el primer emperador chino de la dinastía Yuan) en su doble intento por conquistar Japón, situadas sus tropas frente a las mismas costas (con cerca de 900 embarcaciones de guerra en la primera ocasión y de 1200 en la segunda) estas, acabaron hundiéndose como consecuencia de los impetuosos vientos huracanados que sufrieron y que parecieron ser exhalados por los mismísimos dioses en defensa del país nipón. Sin duda alguna, contribuiría a ello la extrema fragilidad de los materiales utilizados en la construcción de aquellas embarcaciones que facilitó tan gran pérdida y el firme convencimiento de que los Vientos Divinos constituyeron toda una señal enviada por los dioses para protegerles.

De esta forma, el día 25 de octubre de 1944, un miércoles, como hoy, de hace setenta y tres años, considerada como la fecha de la primera acción Kamikaze, trece Tokkotai Mitsubishi A6M «Zero» y trece aviones más en funciones de escolta, todos ellos al mando del teniente Yukio Seki, durante la llamada batalla del “golfo de Leyte”, se lanzaban sobre aquellos barcos enemigos, que al comenzar a ser conscientes de ser el blanco de esta “nueva manera de combatir” quedaron fuertemente conmovidos.

De esta forma y haciendo honor al código de los samuráis que decía aquello de; “Los que se aferran a la vida mueren, los que la desafían, sobreviven”, 424 Kamikaze se lanzaron contra aquellas embarcaciones desde el mes de octubre de 1944 hasta enero de 1945.

En el siguiente enlace y con una duración de cinco minutos se puede visionar estos ataques kamikaze; https://youtu.be/BW4_dRHVhTo

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Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor

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Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor-FREEPIK

En el torbellino de nuestras vidas, donde cada día parece traer consigo nuevos desafíos y responsabilidades, a menudo nos encontramos luchando por equilibrar nuestras vidas personales y profesionales. Pero ¿qué sucede cuando ese equilibrio se ve eclipsado por una realidad implacable? ¿Cómo lidiamos con el impacto emocional y psicológico de ser cuidadores de un ser querido con una enfermedad tan devastadora como el Alzheimer?

Esta es la historia de una periodista apasionada que, entre entrevistas y artículos, se enfrenta a una batalla mucho más íntima: la lucha diaria de cuidar a su madre, quien lenta pero inexorablemente se desvanece en las garras de la enfermedad de Alzheimer.

Para ella, cada día es un viaje emocional plagado de altibajos. Desde los momentos de lucidez y conexión con su madre hasta las dolorosas luchas para recordar quién es ella misma, cada momento está marcado por una mezcla de amor incondicional y dolor impotente. Es una montaña rusa de emociones, donde la alegría y la tristeza se entrelazan en un baile constante.

Su vida como periodista le ha enseñado a mirar más allá de las apariencias y a buscar la verdad en cada historia. Y en este viaje junto a su madre, encuentra una verdad más profunda: la importancia de la empatía, la compasión y el amor incondicional. A medida que navega por los desafíos diarios del cuidado, descubre una fuerza interior que nunca supo que poseía.

Pero no todo son lecciones y momentos de claridad. Hay días oscuros, días en los que el peso del cuidado parece demasiado grande para soportarlo. Días en los que la frustración y la impotencia amenazan con abrumarla. Sin embargo, incluso en esos momentos más oscuros, encuentra consuelo en la gente que la rodea. Amigos y familiares se unen para ofrecer apoyo y comprensión, recordándole a ella y a su hermana que no están solas en este viaje.

A medida que el Alzheimer avanza implacablemente, ella se enfrenta a una dolorosa verdad: la inevitabilidad de la pérdida. Pero también encuentra consuelo en el conocimiento de que el amor trasciende las barreras del tiempo y la memoria. Aunque su madre pueda olvidar su nombre y sus rostros, el amor que sienten el uno por el otro perdura, inquebrantable e indestructible.

La historia de esta periodista es una historia de amor. Un amor que desafía las limitaciones del tiempo y el espacio, un amor que persiste a pesar de las pruebas y tribulaciones. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el amor es la fuerza que nos sostiene, la luz que guía nuestro camino. El amor que vio crecer en su casa día a día, sin interrupción.

En medio del día a día, es fácil perder de vista lo que realmente importa. Pero esta historia nos recuerda que, en lo que de verdad importa, son las conexiones humanas y los lazos de amor los que nos sostienen en los momentos más difíciles. Y en el poder cuidar de su madre con Alzheimer, encuentra no solo una prueba de su amor, sino también una lección de humanidad y compasión que nunca olvidará.

SRA

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