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‘3 de abril … y entonces sucedió que …’, por José Luis Fortea

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forteaJosé Luis Fortea

En el año 33, tuvo lugar la “Crucifixión” de Jesús. A esta conclusión llegaron el geólogo estadounidense Jefferson Boone Williams de la Compañía Supersonic Geophysical de Los Ángeles, y los investigadores alemanes, el doctor Achim Brauer, profesor de Dinámica Climática y Evolución del Paisaje de la Helmholtz-Centre de Potsdam y Markus Schwab del Centro de Investigación alemán de Geociencias (GFZ).

Los científicos toman como referencia el capítulo 27 del Evangelio de San Mateo, en el que narra la ejecución y muerte de Jesucristo y donde el apóstol cuenta haberse producido un terremoto ese mismo día de la conclusión en la cruz, detallándolo de la siguiente forma;

“Capítulo 27”.-

(-1) Cuando amaneció, todos los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo deliberaron sobre la manera de hacer ejecutar a Jesús.

(-2) Después de haberlo atado, lo llevaron ante Pilato, el gobernador, y se lo entregaron……..

(-33) Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa «lugar del Cráneo»,        

(-34) le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo.                     

(-35) Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron;                                                        (-36) y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo……

(-45) Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región.                                                      (-46) Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: «Elí, Elí, lemá sabactani?”, (¿por qué me has abandonado?)…

(-50) Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.             

(51) Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron                                                                                     

(-52) y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron                                                               (-53) y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente.       (-54) El centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!».

Tomando pues como referencia el asunto del mencionado seísmo, este grupo de científicos, estudiaron el subsuelo de la playa de Ein Gedi, en la ribera oeste del mar Muerto, así como el palacio de Herodes de Masada, construido en el desierto por el rey y que constituye actualmente un rico yacimiento arqueológico, situado a 450 metros, aproximadamente, por encima del nivel del mar y de las cuevas de Qumrán (siguiendo de esta forma el pasillo que configura la estructura de la corteza terrestre de Masada, Hachal Chever, Ein Gedi, Murabbat y Qumrán en el Estado de Israel) para averiguar, si hace más de dos mil años, aquellas tierras llegaron pues a sacudirse violentamente.

La irregularidad de los sedimentos estudiados confirmaron la existencia de al menos dos terremotos, un movimiento tectónico acaecido en el año 31 a.C. y otro, ya en nuestra era, entre los años 26 al 36, tal y como acabó publicando la revista “Geology Review”.

Teniendo pues confirmado la existencia del movimiento sísmico, y analizando otros datos geológicos y astronómicos y sucesos históricos de acuerdo con el calendario Judío, cotejándolos con los datos extraídos de los Evangelios, queda pues determinada de igual forma que la ejecución se produjo durante el mandato de Poncio Pilatos, como procurador de Judea, señalándose por tanto, a juicio de estos científicos, el día 3 de abril de 33 como la fecha del sacrificio y muerte de Jesucristo, tal y como afirmaron posteriormente en Discovery News.

Sobre esta misma línea trazada por los investigadores, dando el día 3 de abril como la fecha cierta de la inmolación de Jesús, el investigador Jesús Miguel Antonio Fiol, de la UW de Madison, utilizando un programa y coordinando distintas variables, señaló que ese día, los planetas se posicionaron configurando una cruz (Saturno el centro del crucifijo, donde se posiciona la cabeza, siendo sus anillos y el halo que desprenden la representación gráfica de la misma corona de espinas, situados a ambos lados, Urano y Júpiter albergando extendidas las manos, y la Tierra y Venus el soporte de ambos pies de la cruz), de la que dejamos reseña gráfica para su observación.

……………………………………………

…….en 1882, a sus 34 años, el forajido más buscado, durante los últimos quince años de los Estados Unidos, Jesse James, cuya especialidad delictiva era la del atraco a bancos y el asalto a diligencias, trenes y sus pasajeros (como el famoso al tren de Rock Island, en Idowa, el 21 de julio de 1872, haciéndolo descarrilar, o el del Blue Cut de Missouri el 7 de septiembre de 1881), muere asesinado por un miembro de su propia banda de forajidos, llamado Robert Ford ayudado por su hermano Charlie, quien de un disparo en la nuca, mientras aquel se encontraba limpiando un cuadro en su casa, acabó con su vida.

Los hermanos Ford, Robert al que todos llaman Bob de 21 años y su hermano Charlie, habían llegado a un acuerdo con el gobernador Thomas Critteden, por el que ambos recibirían una cuantiosa suma de dinero y el indulto de todos sus crímenes cometidos, dando muerte al bandido más buscado en aquellos tiempos.

Nada más producirse el asesinato, se entregaron a las autoridades, siendo arrestados y para su sorpresa acusados del mismo y condenados a muerte. Pena capital a la que posteriormente les indultaría haciéndoles entrega únicamente de una parte de la cantidad previamente acordada.

En la lápida, encargada por la madre del cuatrero, reza la siguiente inscripción;

-“En memoria de mi hijo amado, asesinado por un traidor y un cobarde cuyo nombre no merece figurar aquí”-

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Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor

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Cuidar madre Alzheimer
Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor-FREEPIK

En el torbellino de nuestras vidas, donde cada día parece traer consigo nuevos desafíos y responsabilidades, a menudo nos encontramos luchando por equilibrar nuestras vidas personales y profesionales. Pero ¿qué sucede cuando ese equilibrio se ve eclipsado por una realidad implacable? ¿Cómo lidiamos con el impacto emocional y psicológico de ser cuidadores de un ser querido con una enfermedad tan devastadora como el Alzheimer?

Esta es la historia de una periodista apasionada que, entre entrevistas y artículos, se enfrenta a una batalla mucho más íntima: la lucha diaria de cuidar a su madre, quien lenta pero inexorablemente se desvanece en las garras de la enfermedad de Alzheimer.

Para ella, cada día es un viaje emocional plagado de altibajos. Desde los momentos de lucidez y conexión con su madre hasta las dolorosas luchas para recordar quién es ella misma, cada momento está marcado por una mezcla de amor incondicional y dolor impotente. Es una montaña rusa de emociones, donde la alegría y la tristeza se entrelazan en un baile constante.

Su vida como periodista le ha enseñado a mirar más allá de las apariencias y a buscar la verdad en cada historia. Y en este viaje junto a su madre, encuentra una verdad más profunda: la importancia de la empatía, la compasión y el amor incondicional. A medida que navega por los desafíos diarios del cuidado, descubre una fuerza interior que nunca supo que poseía.

Pero no todo son lecciones y momentos de claridad. Hay días oscuros, días en los que el peso del cuidado parece demasiado grande para soportarlo. Días en los que la frustración y la impotencia amenazan con abrumarla. Sin embargo, incluso en esos momentos más oscuros, encuentra consuelo en la gente que la rodea. Amigos y familiares se unen para ofrecer apoyo y comprensión, recordándole a ella y a su hermana que no están solas en este viaje.

A medida que el Alzheimer avanza implacablemente, ella se enfrenta a una dolorosa verdad: la inevitabilidad de la pérdida. Pero también encuentra consuelo en el conocimiento de que el amor trasciende las barreras del tiempo y la memoria. Aunque su madre pueda olvidar su nombre y sus rostros, el amor que sienten el uno por el otro perdura, inquebrantable e indestructible.

La historia de esta periodista es una historia de amor. Un amor que desafía las limitaciones del tiempo y el espacio, un amor que persiste a pesar de las pruebas y tribulaciones. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el amor es la fuerza que nos sostiene, la luz que guía nuestro camino. El amor que vio crecer en su casa día a día, sin interrupción.

En medio del día a día, es fácil perder de vista lo que realmente importa. Pero esta historia nos recuerda que, en lo que de verdad importa, son las conexiones humanas y los lazos de amor los que nos sostienen en los momentos más difíciles. Y en el poder cuidar de su madre con Alzheimer, encuentra no solo una prueba de su amor, sino también una lección de humanidad y compasión que nunca olvidará.

SRA

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