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‘3 de mayo … y entonces sucedió que …’, por José Luis Fortea

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………. en 1494,  el sanluqueño Alonso Fernández de Lugo procedente desde la isla de La Palma, lugar que había conquistado seis meses antes, concretamente el día 29 de septiembre, en esta ocasión, con una expedición formada por treinta navíos, cien caballeros y más de mil quinientos infantes, desembarca en la isla de Tenerife por Añaza fundando la ciudad de Santa Cruz, nombre otorgado en honor de las cruces de mayo celebradas durante dicho día.

El día 3 de mayo se conmemora el hallazgo de la auténtica Cruz de Cristo, por parte de la madre del emperador romano Constantino (el primero que autorizó la práctica del cristianismo), Helena de Constantinopla en su peregrinaje a Tierra Santa, en el monte Gólgota también conocido como monte Calvario, lugar en donde Jesús fue crucificado.

De las siete islas que configuran el archipiélago canario, a las que el geógrafo romano, Plinio el Viejo, llamaba las islas Afortunadas o de los Bienaventurados, Tenerife era la única que todavía no había sido conquistada y no lo sería definitivamente hasta seis meses más tarde, con la batalla de Aguere o también conocida como de La Laguna, el 14 de noviembre de 1494, pasando a formar parte finalmente de la corona de Castilla en febrero de 1496.

La isla se encontraba dividida en nueve reinos guanches (que así es como se denominan a los aborígenes que habitaban la misma) el reino de Abona, de Adeje, Anaga, Daute, Güímar, Icod, Taoro, Tacoronte y Tegueste, gobernados cada uno de estos por un menceye (considerado como la máxima autoridad civil, política, militar y religiosa), en el mismo orden que los reinos arriba mencionados, estos eran, el menceye Adjona, Pelinor, Beneharo, Romen, Añaterve, Pelicar, Bencomo, Acaymo y Tegueste.

De estos nueve menceyatos, los cuatro del sur, Abona, Adeje Anaga y Güímar, firmaron pactos de colaboración con los castellanos recién llegados, por lo que serán conocidos como reinos de paz, no sucediendo lo mismo con los cinco del norte, los menceyes Romen de Daute, Pelicar de Icod, Bencomo de Taoro, Acaymo de Tacoronte y Tegueste del reino homónimo, que se mostrarían hostiles ante los conquistadores.

Entrevistado don Alonso Fernández de Lugo con uno de aquellos líderes contrarios a su presencia en la isla, el mencey Bencomo de Taoro, llamado posteriormente como el rey grande, exigiéndoles su sumisión, este les advirtió que en caso de venir en son de paz serían bienvenidos no siendo así en caso contrario, instándoles a abandonar la isla.

Desoyendo aquella advertencia, los castellanos se adentraron en las tierras del Valle de la Orotava (del mencionado reino de Taoro) en busca de ganado, siendo atacados por aquellos aborígenes tinerfeños, que les infringieron una dura derrota en Acentejo, conocida esta como la primera batalla o la matanza en el barranco de Acentejo.

Confiados en su superioridad técnica y con mejores armas, los castellanos no fueron conscientes de estar siendo vigilados mientras realizaban esta incursión en las tierras del norte de la isla, siendo sorprendidos en una emboscada en aquellos terrenos montañosos (que al presentar aquellos grandes desniveles dificultaban sin duda las maniobras de los jinetes), por unos isleños que utilizando unos garrotes que llamaban magados, y unas varas puntiagudas, llamadas amodagas, sin portar escudo alguno de protección, además de ser diestros y avezados en el lanzamiento puntero de piedras afiladas, que llegarían a provocar graves lesiones al propio Alonso Fernández de Lugo, aniquilaron el grueso de todo un ejército conquistador.

Esta derrota obligaría a estos a  abandonar la isla para recomponer aquel ejército y regresar en el mes de octubre, sabedores, ahora sí, de la suerte que les aguardaba, preparándose mejor para unas batallas que a la postre resultarían definitivas para la conquista de la isla.

Hoy día 3 de mayo se celebra por tanto la fundación de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, además de otras muchas localidades donde las cruces de mayo forman parte de su historia y creación.

Felicidades a los tinerfeños de Santa Cruz, a las Cruces, y las cruces de Lorena.

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Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor

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Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor-FREEPIK

En el torbellino de nuestras vidas, donde cada día parece traer consigo nuevos desafíos y responsabilidades, a menudo nos encontramos luchando por equilibrar nuestras vidas personales y profesionales. Pero ¿qué sucede cuando ese equilibrio se ve eclipsado por una realidad implacable? ¿Cómo lidiamos con el impacto emocional y psicológico de ser cuidadores de un ser querido con una enfermedad tan devastadora como el Alzheimer?

Esta es la historia de una periodista apasionada que, entre entrevistas y artículos, se enfrenta a una batalla mucho más íntima: la lucha diaria de cuidar a su madre, quien lenta pero inexorablemente se desvanece en las garras de la enfermedad de Alzheimer.

Para ella, cada día es un viaje emocional plagado de altibajos. Desde los momentos de lucidez y conexión con su madre hasta las dolorosas luchas para recordar quién es ella misma, cada momento está marcado por una mezcla de amor incondicional y dolor impotente. Es una montaña rusa de emociones, donde la alegría y la tristeza se entrelazan en un baile constante.

Su vida como periodista le ha enseñado a mirar más allá de las apariencias y a buscar la verdad en cada historia. Y en este viaje junto a su madre, encuentra una verdad más profunda: la importancia de la empatía, la compasión y el amor incondicional. A medida que navega por los desafíos diarios del cuidado, descubre una fuerza interior que nunca supo que poseía.

Pero no todo son lecciones y momentos de claridad. Hay días oscuros, días en los que el peso del cuidado parece demasiado grande para soportarlo. Días en los que la frustración y la impotencia amenazan con abrumarla. Sin embargo, incluso en esos momentos más oscuros, encuentra consuelo en la gente que la rodea. Amigos y familiares se unen para ofrecer apoyo y comprensión, recordándole a ella y a su hermana que no están solas en este viaje.

A medida que el Alzheimer avanza implacablemente, ella se enfrenta a una dolorosa verdad: la inevitabilidad de la pérdida. Pero también encuentra consuelo en el conocimiento de que el amor trasciende las barreras del tiempo y la memoria. Aunque su madre pueda olvidar su nombre y sus rostros, el amor que sienten el uno por el otro perdura, inquebrantable e indestructible.

La historia de esta periodista es una historia de amor. Un amor que desafía las limitaciones del tiempo y el espacio, un amor que persiste a pesar de las pruebas y tribulaciones. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el amor es la fuerza que nos sostiene, la luz que guía nuestro camino. El amor que vio crecer en su casa día a día, sin interrupción.

En medio del día a día, es fácil perder de vista lo que realmente importa. Pero esta historia nos recuerda que, en lo que de verdad importa, son las conexiones humanas y los lazos de amor los que nos sostienen en los momentos más difíciles. Y en el poder cuidar de su madre con Alzheimer, encuentra no solo una prueba de su amor, sino también una lección de humanidad y compasión que nunca olvidará.

SRA

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