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El periodista no es el enemigo, por @aguedabayarri

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Águeda Bayarri

Cuando escribo en el blog es porque tengo claro lo que quiero contar, empiezo con el documento en blanco en el ordenador, le doy forma a todo lo que tengo en la cabeza y por último, elijo el titular. Esta vez ha sido al revés, el titular me ha elegido a mí, cansada de ciertas actitudes. Me explico, los periodistas estamos para informar, formar y entretener, para contar historias, para ser altavoz de las personas, para hacer públicas denuncias sociales, para dar repercusión a quienes necesitan de notoriedad por tratar temas que se consideran relevantes y de interés general. En los informativos se informa y en los programas informativos, se forma y entretiene.

Pues bien, como sabéis los que me leéis, soy periodista de informativos y me considero reportera, paso más tiempo siguiendo temas en la calle que en la redacción. En los informativos manda la actualidad y hay poco tiempo para el análisis, para eso ya existe otro formato. Pero yo solo trabajo, yo no condiciono la opinión de nadie ni manipulo la información. Tampoco me “como “a nadie y el micrófono y la cámara no agreden. Esto viene a cuento porque cada vez que tengo que pulsar la opinión de las personas en la calle, sobre un tema, el que sea, a veces y cada vez más veces, ciertas personas, me responden muy mal, de manera muy maleducada y faltando al respeto. Yo no le falto el respeto a nadie. El procedimiento es sencillo, me acerco a la persona y le pregunto si me puede responder a cierta pregunta, si no quiere o no puede, no pasa nada, está en su derecho de no hacerlo, le pido disculpas por haberle entretenido y ya está. Pero cuando me contestan faltándome al respeto, se lo están faltando también a los ciudadanos a los que no les importa dar su opinión públicamente.

Otro estilo de respuesta, es la que te da clases de periodismo. Yo no sé a qué se dedica la gente a la que paro por la calle para preguntarle cual es el objetivo del Valencia c.f esta temporada, por poner un ejemplo. No sé su profesión y no me atrevo a juzgarles. Por eso no soporto que no me respondan a la pregunta porque me dicen que debería preguntar por cualquier otro tema, el que se le ocurre o le interesa a la persona. No dudo que ese tema no preocupe, pero es que a cada uno le preocupa lo “suyo “, y todo es respetable.  Está bien que propongan temas, con educación y no reprochando. Después de no querer responder, de darte lecciones de periodismo y de no dejarte seguir haciendo tu trabajo, tienes que escuchar todos los argumentos que te da, fuera de cámara, a la pregunta que le has formulado y que no ha querido responder, pero que el periodista, por educación, escucha. Este es otro perfil de respuesta.

Pero lo que de verdad me sienta mal, es quien me dice que no me responde a lo que pregunto porque después se “manipula “. A las personas que piensan o dicen eso, decirles que una opinión no se manipula, se está de acuerdo o no con ella, pero es eso, una opinión personal, valga la redundancia, sobre un tema. No hay más.

Ya también decir y agradecer a todas esas personas anónimas a las que no les importa ser entrevistados, dedicarnos un tiempo, opinar y dar su versión de lo que preguntamos, nos dicen que no nos responden por falta de tiempo, por desconocimiento del tema o porque les da vergüenza, pero con educación. A todos ellos, ¡ GRACIAS !.

Desde la libertad que cada uno tenemos a decidir y desde el derecho a la libertad de expresión y a la intimidad, cada uno es libre de decidir si quiere salir en televisión o no. Opinar públicamente sobre un tema o no.  Lo que no tolero y siempre voy a denunciar, es que a los periodistas se nos falte el respeto.

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Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor

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Cuidar madre Alzheimer
Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor-FREEPIK

En el torbellino de nuestras vidas, donde cada día parece traer consigo nuevos desafíos y responsabilidades, a menudo nos encontramos luchando por equilibrar nuestras vidas personales y profesionales. Pero ¿qué sucede cuando ese equilibrio se ve eclipsado por una realidad implacable? ¿Cómo lidiamos con el impacto emocional y psicológico de ser cuidadores de un ser querido con una enfermedad tan devastadora como el Alzheimer?

Esta es la historia de una periodista apasionada que, entre entrevistas y artículos, se enfrenta a una batalla mucho más íntima: la lucha diaria de cuidar a su madre, quien lenta pero inexorablemente se desvanece en las garras de la enfermedad de Alzheimer.

Para ella, cada día es un viaje emocional plagado de altibajos. Desde los momentos de lucidez y conexión con su madre hasta las dolorosas luchas para recordar quién es ella misma, cada momento está marcado por una mezcla de amor incondicional y dolor impotente. Es una montaña rusa de emociones, donde la alegría y la tristeza se entrelazan en un baile constante.

Su vida como periodista le ha enseñado a mirar más allá de las apariencias y a buscar la verdad en cada historia. Y en este viaje junto a su madre, encuentra una verdad más profunda: la importancia de la empatía, la compasión y el amor incondicional. A medida que navega por los desafíos diarios del cuidado, descubre una fuerza interior que nunca supo que poseía.

Pero no todo son lecciones y momentos de claridad. Hay días oscuros, días en los que el peso del cuidado parece demasiado grande para soportarlo. Días en los que la frustración y la impotencia amenazan con abrumarla. Sin embargo, incluso en esos momentos más oscuros, encuentra consuelo en la gente que la rodea. Amigos y familiares se unen para ofrecer apoyo y comprensión, recordándole a ella y a su hermana que no están solas en este viaje.

A medida que el Alzheimer avanza implacablemente, ella se enfrenta a una dolorosa verdad: la inevitabilidad de la pérdida. Pero también encuentra consuelo en el conocimiento de que el amor trasciende las barreras del tiempo y la memoria. Aunque su madre pueda olvidar su nombre y sus rostros, el amor que sienten el uno por el otro perdura, inquebrantable e indestructible.

La historia de esta periodista es una historia de amor. Un amor que desafía las limitaciones del tiempo y el espacio, un amor que persiste a pesar de las pruebas y tribulaciones. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el amor es la fuerza que nos sostiene, la luz que guía nuestro camino. El amor que vio crecer en su casa día a día, sin interrupción.

En medio del día a día, es fácil perder de vista lo que realmente importa. Pero esta historia nos recuerda que, en lo que de verdad importa, son las conexiones humanas y los lazos de amor los que nos sostienen en los momentos más difíciles. Y en el poder cuidar de su madre con Alzheimer, encuentra no solo una prueba de su amor, sino también una lección de humanidad y compasión que nunca olvidará.

SRA

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