Jordi Sanchis

Cuando Sánchez Martínez hizo sonar el silbato para dar por concluido el partido, Mestalla explotó de alegría. No se había ganado un titulo, no, tan solo un encuentro, quizás la última bala en la recámara para aferrarse a la permanencia, para volver a tener a fe en un equipo que ya no convencía a nadie desde hace tiempo. Y la victoria ante el Espanyol, tan justa como corta, llega tres meses después de la última, casi nada. Y gracias en gran medida a una afición entregada desde el principio.

El Valencia se encontró a sí mismo en una mañana luminosa, en la que puede haber comenzado una reconstrucción necesaria. Fue un grupo solidario, comprometido, enchufado… un auténtico equipo. Ningún jugador desentonó, y alguno, como el canterano Carlos Soler, sobresalió por encima del resto. Qué empaque le da este futbolista al centro del campo. Voro lo sabe y le dio continuidad en el once.

Desde el minuto 1 salieron los locales a por los tres puntos. No les quedaba otra. Y dieron tan buenas sensaciones durante la totalidad del tiempo reglamentario que los aficionados llegaron a rumiar: ¡Éste no es mi Valencia, que me lo han cambiado! Desconocido por su intensidad y ambición, lo que le llevó a arrinconar en el tramo incial al Espanyol de un Quique demasiado reservón, en el que Soler pudo marcar pero un defensa sacó bajo palos.

Que llegara el gol era cuestión de minutos, 17 concretamente. El crono señalaba esos digitos cuando Montoya remataba a placer una jugada de tiralíneas diseñada por Parejo y Nani. 1-0, golazo. El lateral anotaba así por segunda jornada consecutiva.

Tras el gol no cambió la decoración. Los blanquinegros seguían a la suya, presionando, reduciendo espacios y no renunciando a marcar el segundo y dejar medio hecha la faena. Los espanyolistas no comparecían sobre el terreno de juego. Y sin ocasiones destacadas se alcanzó el descanso.

La segunda parte arrancó como la primera, con los de Voro dominando y con el árbitro metiendo a los periquitos en el partido y sacando al Valencia. Cuatro amarillas casi consecutivas vieron los valencianistas en un suspiro. Los aficionados se desperaban por esas cartulinas, por las faltas no pitadas y por alguna que otra acción polémica en el área visitante. Quizás Sánchez Martínez estaba haciendo un favor a los locales, ya que el público se puso cada vez más del lado de su equipo.

Tras una falta de Parejo lanzada desde un lateral, que posiblemente Diego Lopez sacó de dentro, Santi Mina, en posición ajustada, metió el segundo. 2-0, minuto 72. Euforia desatada y resultado casi sentenciado, pero solo casi. Tras tantas semanas de sufrimiento, no iba a ser tan fácil.

A cinco minutos para la conclusión, David López marcó el 2-1 al recoger un rechace. Como decimos por aquí: ¡A patir! Pero se supo administrar la renta para que no se repitiera la mala experiencia de El Sadar . Pérdidas de tiempo, faltas y cambios. Voro ejerció de entrenador y lo bordó. Dos partidos en su regreso al banquillo y, de momento, cumple con la media inglesa, empate fuera y victoria en casa. Magníficos números, como siempre.

Queda mucho camino por recorrer, pero es la senda buena, sin duda. Solo un pequeño paso, pero así tiene que redirigir su rumbo este Valencia, pasito a pasito, mirando hacia adelante, siendo dueño de su futuro y olvidando las guerras internas y la pésima gestión que han conducido al hundimiento actual. Mientras hablemos más de fútbol que de todo lo demás, buen síntoma será. Hoy ha vuelto a resurgir la sonrisa en el valencianismo, ha vuelto la luz a los rostros. Que siga así.

2. Valencia CF: Diego Alves, Montoya, Garay, Santos (Mario Suárez, m. 89), Gayà, Enzo Pérez, Parejo, Carlos Soler, Munir (Joao Cancelo, m. 66), Nani y Santi Mina (Bakkali, m. 92).

1. RCD Espanyol: Diego López, Óscar Duarte, Gerard, Salva Sevilla (Reyes, m. 68), Aarón, Jurado, David López, Javi Fuego, Hernán Pérez, Reyes y Álvaro Vázquez (Melendo, m. 54).

Goles: 1-0: M. 17: Montoya. 2-0. M. 72: Santi Mina. 2-1. M. 85: David López.

Árbitro: Sánchez Martínez (comité murciano). Amonestó a Carlos Soler, Parejo, Gayà, Munir y Diego Alves del Valencia CF.