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‘Feminismo y pensiones’, por @frandisiz

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Paco Ferrandis

Han coincidido en el tiempo una huelga, varias manifestaciones, y muchos debates en torno de la condición de la mujer y de la vejez en la sociedad actual, así como de su proyección hacia el futuro. Pero las ideas difundidas y los debates consecuentes no siempre han estado libres de buenas dosis de demagogia y, por ello, de falta de realismo y profundidad en sus postulados más importantes.

Aunque en la jornada reivindicativa del 8-M los colectivos feministas reclamaban varios derechos y denunciaban diversas situaciones injustas, el derecho fundamental que se exigía era el de la igualdad (de oportunidades y de facto) con el hombre. Así, a pesar de la gran diferencia física que existe entre la hembra y el macho de la especie humana, y que se plasma en el hecho distintivo de que (hoy por hoy) solo la mujer puede engendrar y dar a luz un nuevo ser humano, se promociona la idea de que la distinción entre los dos géneros son consecuencia de comportamientos aprendidos (culturales). De ahí que la igualdad de género puede, y debe, conseguirse modificando los patrones correspondientes que se difunden desde la familia, la escuela, la empresa y los poderes políticos.

Llevado a su extremo, la igualdad absoluta es la meta perseguida por los colectivos de gays y de lesbianas, principalmente de estas últimas, pues la mujer que ya no-es-mujer no tiene por qué engendrar y, en consecuencia, dar a luz nuevos retoños de la especie. Solo así, erradicando el factor del embarazo y el parto, la mujer puede conseguir la máxima igualdad respecto del hombre. Esta ideología de género prolifera en la sociedad democrática y tolerante, dado que sus postulados se insertan dentro de la defensa de los Derechos Humanos, en cuanto al respeto a la libre elección de las diversas opciones sexuales (aquí sí que se protege el derecho a la diferencia).

Está claro que el hecho físico de la maternidad es un obstáculo para la mujer en su camino hacia la igualdad de oportunidades y de acceso al trabajoasí como a los puestos de dirección de las empresas y de las Administraciones Públicas. También para el mantenimiento de la denominada “brecha salarial”, ya que el factor que más incide en ella es la reducción horaria de la mujer-madre, junto con las dificultades, prácticamente insalvables, a la hora de acceder a puestos de trabajo de mayor responsabilidad. Por ello, se vislumbran dos salidas:

1ª.- Favorecer a la mujer cuando opte por tener descendencia, mediante las siguientes medidas sociolaborales:

  • No discriminación por ser madre, tanto por serlo en potencia como en la realidad.
  • Incentivos económicos a la maternidad.
  • Flexibilidad horaria en el trabajo.
  • Conciliación de la vida familiar, involucración del padre en el cuidado de la prole, a través de la prolongación del permiso de paternidad y/o de la licencia de maternidad compartida, tal vez, obligatoriamente.

2ª. No tener hijos. Es la opción más radical y que permite a la mujer centrar sus energías en su carrera profesional.

Alcanzado determinado nivel de progreso económico y social, y establecidas normativas favorables al respeto a los Derechos Humanos, en la sociedad actual cada uno/a es libre de decantarse por un modelo u otro de (no)familia y de opción sexual. Esa es una de las mayores virtudes de los sistemas políticos democráticos. También es su talón de Aquiles, ya que cada uno de los colectivos de activistas sociales luchan por sus específicos intereses de grupo, de manera que se obstaculizan los análisis con perspectivas de conjunto. Así, las reivindicaciones feministas exigen medidas concretas a su favor, como las de los jubilados que luchan en la calle por unas pensiones dignas. Y eso que todavía falta por escuchar la voz de los jóvenes, a quienes no se les abre un futuro demasiado esperanzador…

Cada reivindicación genera su propia expectativa de gasto público, y (casi) nadie se pregunta, como Josep Pla al ver las luces de los rascacielos de Nueva York: “Y todo esto ¿quién lo paga?”. Por ello, el debate y las propuestas de las organizaciones sociales y de los partidos y representantes políticos, han de señalar el camino hacia dónde se dirige el Estado de Bienestar y la especie humana, al fin y al cabo.

La sociedad en su conjunto deberá poner en primer plano la cuestión de la maternidad (el factor demográfico), plantearse qué modelo de familia (o de tribu) desea potenciar, ya que de ello dependerá tanto el mantenimiento del Estado de Bienestar (con unas pensiones dignas) como, en último extremo, la supervivencia de la especie humana, pues, sin hijos no hay Paraíso, ni gente que se incorpore al mercado de trabajo para contribuir al mantenimiento de los sistemas públicos de sanidad, educación, bienestar social, ni unas pensiones que puedan considerarse dignas.

Así pues, sí: “Las mujeres y los ancianos, primero… Pero los niños tendrán que venir después (o no).

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Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor

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Cuidar madre Alzheimer
Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor-FREEPIK

En el torbellino de nuestras vidas, donde cada día parece traer consigo nuevos desafíos y responsabilidades, a menudo nos encontramos luchando por equilibrar nuestras vidas personales y profesionales. Pero ¿qué sucede cuando ese equilibrio se ve eclipsado por una realidad implacable? ¿Cómo lidiamos con el impacto emocional y psicológico de ser cuidadores de un ser querido con una enfermedad tan devastadora como el Alzheimer?

Esta es la historia de una periodista apasionada que, entre entrevistas y artículos, se enfrenta a una batalla mucho más íntima: la lucha diaria de cuidar a su madre, quien lenta pero inexorablemente se desvanece en las garras de la enfermedad de Alzheimer.

Para ella, cada día es un viaje emocional plagado de altibajos. Desde los momentos de lucidez y conexión con su madre hasta las dolorosas luchas para recordar quién es ella misma, cada momento está marcado por una mezcla de amor incondicional y dolor impotente. Es una montaña rusa de emociones, donde la alegría y la tristeza se entrelazan en un baile constante.

Su vida como periodista le ha enseñado a mirar más allá de las apariencias y a buscar la verdad en cada historia. Y en este viaje junto a su madre, encuentra una verdad más profunda: la importancia de la empatía, la compasión y el amor incondicional. A medida que navega por los desafíos diarios del cuidado, descubre una fuerza interior que nunca supo que poseía.

Pero no todo son lecciones y momentos de claridad. Hay días oscuros, días en los que el peso del cuidado parece demasiado grande para soportarlo. Días en los que la frustración y la impotencia amenazan con abrumarla. Sin embargo, incluso en esos momentos más oscuros, encuentra consuelo en la gente que la rodea. Amigos y familiares se unen para ofrecer apoyo y comprensión, recordándole a ella y a su hermana que no están solas en este viaje.

A medida que el Alzheimer avanza implacablemente, ella se enfrenta a una dolorosa verdad: la inevitabilidad de la pérdida. Pero también encuentra consuelo en el conocimiento de que el amor trasciende las barreras del tiempo y la memoria. Aunque su madre pueda olvidar su nombre y sus rostros, el amor que sienten el uno por el otro perdura, inquebrantable e indestructible.

La historia de esta periodista es una historia de amor. Un amor que desafía las limitaciones del tiempo y el espacio, un amor que persiste a pesar de las pruebas y tribulaciones. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el amor es la fuerza que nos sostiene, la luz que guía nuestro camino. El amor que vio crecer en su casa día a día, sin interrupción.

En medio del día a día, es fácil perder de vista lo que realmente importa. Pero esta historia nos recuerda que, en lo que de verdad importa, son las conexiones humanas y los lazos de amor los que nos sostienen en los momentos más difíciles. Y en el poder cuidar de su madre con Alzheimer, encuentra no solo una prueba de su amor, sino también una lección de humanidad y compasión que nunca olvidará.

SRA

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