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‘Gestión privada de servicios públicos’, por Paco Villena

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Francisco Villena

 

La prestación de servicios públicos por empresas privadas ha existido siempre. A cambio de un canon o precio, servicios públicos esenciales como el transporte, la enseñanza, la limpieza, la sanidad, etc., son prestados, en muchas ocasiones, por empresas privadas. Mediante las figuras de los conciertos o las concesiones administrativas las empresas privadas prestan un servicio a la comunidad con la autorización de las administraciones que se reservan para sí la titularidad del servicio, su control y la inspección de que la prestación del servicio se ajusta a las condiciones o requisitos de calidad establecidos en la concesión. En definitiva, el servicio sigue siendo público, de titularidad pública, pero la prestación del servicio es privada.

Tradicionalmente, los partidos de centro-derecha que encarnan el liberalismo económico siempre han sido más flexibles o menos rigurosos a la hora de permitir que determinados servicios públicos fueran prestados en régimen de concesión por las empresas privadas. En cambio, los partidos de izquierda, que encarnan la socialdemocracia en sentido amplio, son menos proclives a la externalización de los servicios públicos, sobre todo la enseñanza y la sanidad. Aunque no se exteriorice en demasía, el debate ideológico derecha-izquierda en materia de privatización de la prestación de servicios públicos existe. No se trata tanto de negar, desde el ámbito de la izquierda, el que puedan existir centros educativos o sanitarios privados, pero sí de que se paguen con fondos públicos a empresas privadas por prestar servicios públicos.

Es indudable que el objetivo de las empresas privadas es ganar dinero. La cuestión radica en si las administraciones están en condiciones de invertir lo necesario para prestar un servicio público de calidad, o si no es mejor o más llevadero financieramente para las arcas públicas el pagar a una empresa privada para que lo haga. Si la administración puede prestar el servicio público, por ejemplo un hospital, ahorrando dinero a los contribuyentes y con la misma calidad o mejor que lo viene haciendo una empresa privada no estaría justificada la externalización. La privatización en la prestación de un servicio público debe garantizar, además, la igualdad en el acceso al mismo y la calidad del servicio. Los ciudadanos-usuarios de los servicios públicos lo que quieren es que les atiendan bien, lo mejor posible, y no tanto les importa si quien les presta el servicio es una empresa privada o funcionarios de la administración. Llevar la competencia gestión pública-gestión privada al debate ideológico, si la gestión es transparente y honrada, es indiferente para el ciudadano cuando el servicio público, lo preste quién lo preste, sea de calidad.

Por consiguiente, garantizar la calidad del servicio público y el ahorro económico para los contribuyentes deben ser los dos pilares sobre los que se debe asentar cualquier decisión de la administración de prestar directamente o externalizar un servicio público.

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Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor

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Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor-FREEPIK

En el torbellino de nuestras vidas, donde cada día parece traer consigo nuevos desafíos y responsabilidades, a menudo nos encontramos luchando por equilibrar nuestras vidas personales y profesionales. Pero ¿qué sucede cuando ese equilibrio se ve eclipsado por una realidad implacable? ¿Cómo lidiamos con el impacto emocional y psicológico de ser cuidadores de un ser querido con una enfermedad tan devastadora como el Alzheimer?

Esta es la historia de una periodista apasionada que, entre entrevistas y artículos, se enfrenta a una batalla mucho más íntima: la lucha diaria de cuidar a su madre, quien lenta pero inexorablemente se desvanece en las garras de la enfermedad de Alzheimer.

Para ella, cada día es un viaje emocional plagado de altibajos. Desde los momentos de lucidez y conexión con su madre hasta las dolorosas luchas para recordar quién es ella misma, cada momento está marcado por una mezcla de amor incondicional y dolor impotente. Es una montaña rusa de emociones, donde la alegría y la tristeza se entrelazan en un baile constante.

Su vida como periodista le ha enseñado a mirar más allá de las apariencias y a buscar la verdad en cada historia. Y en este viaje junto a su madre, encuentra una verdad más profunda: la importancia de la empatía, la compasión y el amor incondicional. A medida que navega por los desafíos diarios del cuidado, descubre una fuerza interior que nunca supo que poseía.

Pero no todo son lecciones y momentos de claridad. Hay días oscuros, días en los que el peso del cuidado parece demasiado grande para soportarlo. Días en los que la frustración y la impotencia amenazan con abrumarla. Sin embargo, incluso en esos momentos más oscuros, encuentra consuelo en la gente que la rodea. Amigos y familiares se unen para ofrecer apoyo y comprensión, recordándole a ella y a su hermana que no están solas en este viaje.

A medida que el Alzheimer avanza implacablemente, ella se enfrenta a una dolorosa verdad: la inevitabilidad de la pérdida. Pero también encuentra consuelo en el conocimiento de que el amor trasciende las barreras del tiempo y la memoria. Aunque su madre pueda olvidar su nombre y sus rostros, el amor que sienten el uno por el otro perdura, inquebrantable e indestructible.

La historia de esta periodista es una historia de amor. Un amor que desafía las limitaciones del tiempo y el espacio, un amor que persiste a pesar de las pruebas y tribulaciones. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el amor es la fuerza que nos sostiene, la luz que guía nuestro camino. El amor que vio crecer en su casa día a día, sin interrupción.

En medio del día a día, es fácil perder de vista lo que realmente importa. Pero esta historia nos recuerda que, en lo que de verdad importa, son las conexiones humanas y los lazos de amor los que nos sostienen en los momentos más difíciles. Y en el poder cuidar de su madre con Alzheimer, encuentra no solo una prueba de su amor, sino también una lección de humanidad y compasión que nunca olvidará.

SRA

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