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Qué pasó

¿Qué pasó un 13 de marzo?

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Qué pasó un 13 de marzo

forteaJosé Luis Fortea

 

 

 

 

¿Qué pasó un 13 de marzo…? En 1781, en el sur de Inglaterra, a unos ciento sesenta kilómetros al oeste de Londres, en la ciudad de las fuentes termales de Bath, fundada por los romanos en el año 43, el músico astrónomo William Herschel a sus cuarenta y dos años, utilizando un telescopio reflector (aquel que en lugar de lentes utiliza espejos), descubre el planeta Urano, el más frío de nuestro sistema solar, compuesto principalmente de rocas y hielo con unas temperaturas mínimas de doscientos veinticuatro grados bajo cero (-224ºC), bautizándolo en un primer momento como “Jorge”, en honor al rey  Jorge III, según afirmaba el astrónomo, “como compensación por sus recientes pérdidas territoriales de las trece colonias americanas”, denominación esta a la que se oponía, el también astrónomo Johann Bode, que prefería la secuenciación, utilizada hasta la fecha, en la que si Saturno era el padre de Júpiter y este lo era de Marte, debería pues en consonancia el nuevo planeta ser llamado como el padre de Saturno, Urano pues, nombre que finalmente adoptaría a partir de 1850.

En el siguiente enlace, de apenas cuatro minutos, se nos descubre un poco más esta ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1987 (https://youtu.be/Yhgbk_0Lzdo)


…….. en 1862, en plena guerra de secesión americana, desde hacía ya once meses, el gobierno de Abraham Lincoln, un día 13 de marzo, como hoy, prohíbe a sus ejércitos del norte la devolución de aquellos esclavos huidos de sus tierras y por tanto considerados fugitivos en virtud de una ley de 1850, que permitía a los dueños de estos, la facultad de poder buscarlos, aunque se encontrasen en zonas o territorios pertenecientes a estados en donde no estaba legalizada o autorizada la esclavitud,  pudiendo por tanto aprehenderlos y regresar con ellos a sus lugares de origen.

La mencionada Ley “de esclavos fugitivos” procedente esta, de una anterior del año 1793, aseguraba la propiedad por encima de la territorialidad, permitiendo a los propietarios cruzar inclusive las fronteras estatales (en teoría fuera de su jurisdicción), bastando con una declaración jurada ante un tribunal o el testimonio de dos testigos, como prueba fehaciente de la condición de “esclavo evadido”, obligando de esta forma inclusive a los ciudadanos de dichos estados, en los que se encontrasen los mencionados esclavos prófugos, a colaborar con las autoridades en su captura, siendo castigados, incluso con la pena capital, aquellos que permitiesen, sustentasen, ayudasen, mantuviesen, cobijasen o escondiesen a estos en sus propiedades.

Con esta medida, el gobierno de Abraham Lincoln, daba un paso más allá, estableciendo las bases y el marco para la abolición de la esclavitud.

Durante estos doce años en la que la Ley de esclavos fugitivos permaneció vigente, muchos fueron quienes arriesgaron sus vidas en pro de su libertad y de la de los suyos, como Harriet Tubman, que tras escapar ella misma de la esclavitud, se erigiera en la principal libertadora de estos.

En diciembre de 1850, Harriet ayudó a huir a una de sus hermanas y dos niños, y en un siguiente viaje, ya en 1851 con la ley de los esclavos fugitivos vigente, arriesgando en cada momento su integridad y su propia vida, acabó rescatando a otro de sus hermanos y su familia.

Fue tanta su implicación que a lo largo de todo ese año finalizaría auxiliando a cerca de trescientos de estos, llegando a configurar toda una red clandestina dedicada a estos quehaceres de ayudar a huir a los esclavos del sur hacía su libertad, generalmente hacia tierras de los estados del norte e incluso hasta Canadá, a la que acabaron por llamar como “el ferrocarril subterráneo”, nombre en clave derivado de la jerga con la que sus miembros hacían referencia de sus actividades; maquinistas en lugar de libertadores, pasajeros por esclavos, estaciones en lugar de casas de acogida temporal o refugios, cuyos propietarios a su vez eran los jefes de estación, en unas rutas a las que denominaban raíles.

Hay una melodía entonada en aquellas circunstancias, que dice así;

Swing low, sweet chariot     (Balancéate, suavemente, dulce carruaje)
coming for to carry me home                    (
viniendo para llevarme a casa).

Y se escucha de la siguiente forma; (https://soundcloud.com/the-kings-singers/swing-low-clip)

Destacado miembro de este ferrocarril subterráneo fue William Still, un afroamericano abolicionista al que llamaban “el conductor” (su imagen viene en la reseña de hoy).

No eran sólo las personas de color las encargadas de realizar estas actividades de defensa del abolicionismo. Entre ellas destacamos otra mujer con el mismo nombre que Tubman, Harriet, pero en esta ocasión de apellido Beecher Stowe, escritora, abolicionista, autora de una novela publicada el 20 de marzo de 1852 bajo el título “la cabaña del tío Tom”. 


……….. en 1964, entonces era viernes, un viernes 13 de marzo, cuando Catherine Susan Genovese, a quien todos en el barrio conocían como Kittie, Kittie Genovese, al llegar a su casa después de salir del trabajo, en la calle Austin del barrio de Kew Gardens, en el condado de Queens, de la ciudad de Nueva York, al bajar del coche y dirigirse al portal de su edificio es brutalmente asaltada por la espalda por un individuo, Winston Moseley, quien le asesta dos cuchilladas secas, comenzando Kittie, llena de dolor a gritar pidiendo auxilio.

Aunque ya es tarde, pues son más de las tres y cuarto de la madrugada, varias ventanas de los edificios de la citada calle comienzan a iluminarse, fruto de los chillidos de dolor proferidos, por lo que el asaltante decide cejar en su ataque y darse a la fuga, dejando a Kittie en el suelo mal herida, pero de la misma manera que aquellas ventanas se fueron iluminando, poco a poco, una a una, igualmente se fueron apagando, haciendo que el agresor regrese a por su víctima, quien forcejea y trata en vano de defenderse, de un ataque que durará treinta y cinco minutos y en cuyo lapso de tiempo, nadie intervino, absolutamente nadie, hasta que el atacante abandonó definitivamente la escena del crimen perpetrado, y en el que únicamente un vecino, llamado Karl Ross efectuó una llamada a la policía.

La escena descrita semanas después por el New York Times, llamó la atención de dos psicólogos, John Darley de la Universidad de Nueva York y de Bibb Latané de la Universidad de Columbia, que realizaron una investigación y un estudio sobre este suceso en 1968, al que llamaron, “el efecto espectador” o “síndrome Genovese”, en virtud del cual, cuando coinciden varios individuos como observadores de un acto delictivo o de un asunto que requiera una pronta ayuda, estos asumen que otro intervendrá por lo que la mayoría se abstiene de hacerlo. Es el mismo grupo, con su composición, el que hace que se difumine la responsabilidad, e incluso llegando a admitir que en aquel momento y en aquellas circunstancias, pudiera haber alguien mejor capacitado o de mayor preparación (como un médico, o un agente de policía) y llegar a considerar que su intervención es posible hasta que fuera innecesaria.

 

13 marzo, Fortea

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Qué pasó

Qué pasó el 20 de abril

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Qué pasó el 20 de abril
CELTAS CORTOS
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José Luis Fortea

 

 

 

 

Qué pasó el 20 de abril

……en 1999, en el instituto Columbine de la pequeña ciudad de Littleton en el  condado de Jefferson, en Colorado, dos adolescentes, Eric Harris de dieciocho años recién cumplidos desde hacía once días, al que todos conocen como “Reb” (rebelde), y Dylan Klebold de diecisiete, apodado “el Vodka”, asesinaron a tiros a doce de sus compañeros y un profesor e hirieron a otros veinticuatro.

El instituto, ubicado en el número 6201 de la calle S Pierce que recibe el nombre de la flor típica del estado de Colorado, la Aguileña (Columbine en inglés), había sido remodelado hacía tan sólo cuatro años, en 1995, precisamente el mismo año en el que se habían  matriculado estos dos estudiantes, en unas costosas obras de mejora con una inversión, aproximadamente de quince millones de dólares, que estrenaba aquel curso un renovado recinto, inaugurado hacía ya veintidós años, en octubre de 1973, disponiendo desde entonces de nuevas aulas y contando además con una amplia y reformada cafetería y biblioteca.

Unas semanas antes de estos sucesos, la profesora Judy Kelly, preocupada e inquieta llamó a los padres de Klebold para mostrarles un trabajo de clase en el que narraba como un guerrero solitario que portaba una gabardina, empleando en la descripción de los hechos un lenguaje extremadamente violento, asesinaba a tiros a un grupo de estudiantes de un instituto, haciendo explotar bombas para desviar la atención de la policía.

La mencionada profesora se negó a calificar aquel trabajo antes de hablar con él y con sus padres, haciéndoles ver que desaprobaba tanto las maneras de narrarlo como el contenido de lo acontecido, a lo que el joven en su defensa argumentó tratarse de;

–“Sólo una historia, sin más”-.

Minimizado y zanjado el asunto de la redacción quedando en tan sólo un incidente, al que no se le volvería a dar mayor importancia, ni por el quipo docente ni por los padres que veían en Dylan el comportamiento propio de un adolescente, al que consideraban como un buen chico, quizás algo retraído y tímido pero para nada propenso a ataques de ira o explosiones agresivas y violentas.

Tres días antes de estos acontecimientos, el sábado día 17 de abril, tuvo lugar la fiesta de graduación de los alumnos del último curso. Allí acudía Dylan Klebold acompañado de su amiga Robyn Anderson (la misma que al tener la edad exigida, aportó su carnet de identidad para adquirir las armas que posteriormente utilizarían en la masacre, sin ser consciente del uso que estos le iban a dar). Durante el desarrollo de la fiesta habló de su futuro inmediato, de sus planes para el curso próximo en la Universidad de Arizona en Tucson, donde tenía previsto iniciar sus estudios de informática.

El carácter retraído y tímido de este joven se transformaba cuando entraba en contacto con su amigo Eric, hijo este de Wayne Harris, un piloto de las Fuerzas Aéreas que había conocido once destinos diferentes en doce años, siendo los últimos cinco los de Ohio, Michigan, Nueva York, Plattsburgh y otra vez Nueva York, hasta que en julio de 1993,  se asentarían definitivamente en Litlleton.

En el baile de bienvenida que el Instituto ofrecía a sus nuevos alumnos de aquel curso de 1995, Eric Harris acudió con Tiffany Typher, una compañera de clase con la que coincidía en el trayecto que efectuaba el autobús escolar, y a la que una vez celebrado el aludido evento quiso volver a invitar a salir, recibiendo una negativa por respuesta que le hizo reaccionar de una manera un tanto peculiar para un chico de catorce años, escenificando un suicidio en el que tras aparentemente tropezar y golpearse la cabeza con un una enorme piedra, comenzaba a derramar abundantemente, algo viscoso de color y aspecto semejante a la sangre.

Posteriormente escribiría en el anuario de uno de los mejores amigos que tenía en aquella época, Nathan Dykeman, “Nate”, una de las frases que los adolescentes americanos suelen escribir en sus juegos de internet on line, “Ich Bin Got” (Soy Dios), pero que en este caso ya evidenciaba una cierta actitud de rencor hacía quienes le rodeaban. Una conducta que empezaba a mostrar constantes cambios de humor y episodios depresivos y que acabaron por obligarle a acudir, desde mediados del año anterior (1998), a terapia de control de la ira, y que para dicho tratamiento contra la depresión, le había sido recetado un medicamento llamado Luvox.

El martes día 20 de abril ambos estudiantes no acuden a las cuatro primeras horas de sus cursos lectivos, siendo este hecho poco frecuente al ser alumnos puntuales y responsables. En ese lapso de tiempo compran dos bombonas de propano, en dos estaciones de servicio diferentes, la Conoco Gas Station y la Texaco, para no levantar sospechas entre los trabajadores. A unos cinco kilómetros de distancia del Instituto colocan dos mochilas con pólvora para que exploten y funcionen a modo de munición de distracción.

De esta forma, sobre las 11 de la mañana, Eric Harris estaciona su Honda Prelude en el aparcamiento del centro educativo destinado a los estudiantes de penúltimo curso, no ocupando por tanto su habitual plaza asignada, dirigiéndose desde allí a su taquilla nº 624.

Simultáneamente hace lo propio Dylan Klebold, aparcando su BMW 320i en lugar diferente al que suele ocupar y acudiendo a su taquilla, la nº 837. Ambos ya llevaban encima las armas, camufladas debajo de sus vestimentas, que utilizarían al finalizar el recreo de las 11.15 y todo el arsenal de municiones y bombas de fabricación casera.

Depositan dos bolsas deportivas en la cafetería, cada una con los explosivos y la bombona de propano, junto a unas columnas, sin que nadie se percate de ellas, regresando hacía sus coches.

Todo estaba planeado y organizado desde hacía casi un año. Un plan que se activaba al finalizar el recreo, sobre las 11,17, estallando las bombas de propano en la cafetería y causando la muerte de los casi quinientos alumnos que se concentrasen allí. Los heridos y el resto de colegiales asustados huirían hacía el exterior del centro, en donde les aguardarían los dos chicos con su recortada y una metralleta, abriéndoles fuego.

Pero por la razón que fuere las detonaciones previstas no funcionaron, aunque sí lo hicieron sin embargo parcialmente, una de las dos que habían sido colocadas a modo de distracción cerca de Wadsworth Boulevard y que alertó rápidamente a la policía. Los dos estudiantes al comprobar que el plan previsto no ha funcionado decidieron entrar.

Lanzando bombas de tubo hacía distintas posiciones, abren fuego sobre Rachel Scott que fallecerá y Richard Castaldo que consecuencia de recibir ocho impactos de bala, cinco en la columna, perderá la sensibilidad en las piernas, desatándose entonces el desorden y la confusión. Los dos adolescentes fuera de sí siguen disparando sobre todo aquel que se cruza en su camino, matando a:

Daniel Rohrbough de 15, el profesor David Sanders de 47, Kyle Velasquez 16, Dylan Klebold 17, Lauren Townsend 18, Isaiah Shoels 18, Steven Curnow 14, Daniel Mauser 15, Kelly Fleming 16, Cassie Bernall 17, Matthew Kechter 17, y John Tomlin 16.

En el siguiente enlace se puede observar una grabación de estos dos estudiantes realizada durante el mes de diciembre del año anterior de 1998; https://youtu.be/WhdNNnUuTDQ


Para conmemorar mejor un día como hoy, en el siguiente enlace podemos escuchar la canción que el grupo “Celtas Cortos” en su día publicó bajo el título, precisamente 20 de abril https://youtu.be/wGwZ0a-UCIg

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