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‘América lo primero: populismo y nacionalismo’, por @pacovillena2015

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Francisco Villena

 

¡América será lo primero, tenemos que proteger nuestras fronteras de quienes nos quieren robar nuestras fábricas, nuestros puestos de trabajo…!. Uno tras otro Donald Trump fue lanzando sus soflamas en su discurso de toma de posesión contra las élites políticas norteamericanas, contra el libre comercio, contra la globalización, contra el terrorismo islámico del que asegura borrará de la “faz de la Tierra”…. Un discurso de estructura simple, de lenguaje directo y llano, dirigido exclusivamente a sus votantes, como en si de un mitin electoral se tratara en lugar de un discurso institucional al uso. En realidad, el discurso de Trump fue un resumen de su campaña, dieciocho minutos, más o menos, de populismo puro y duro. Y es que, tras escuchar su parlamento, ya no hace falta bucear en Google la palabra populismo y su significado: Populista es Trump y como argumentario perfecto de su manual ideológico sirven sus primeras palabras en Washington como presidente de los EE.UU.

¡América será lo primero!, qué americano medio puede no estar de acuerdo con esta exclamación. Pero, ¿significa acaso que América será lo único a considerar?, ¿y los Tratados?, ¿y la OTAN?… demasiados interrogantes aún que, poco a poco o de golpe, el gabinete de multimillonarios de Trump irá desvelando. El nacionalismo y el proteccionismo económico constituyen los dos grandes pilares de la política que va a llevar a cabo el nuevo emperador de Occidente. También dice Trump que va a realizar una “bajada masiva” de impuestos, sin explicar si ello va a llevar aparejada una bajada proporcional del gasto público para equilibrar el presupuesto. Habrá que verlo sin que la deuda pública norteamericana se dispare. En todo caso, el populismo, no es que esté ya de moda que lo está, es que ha alcanzado con Trump la más alta magistratura de la primera potencia del planeta. El nuevo presidente de EE.UU. es un populista de libro, vive, piensa y actúa en clave populista y el efecto Trump va a ser contagioso, desde luego, en otros países democráticos occidentales. Ya está aquí.

A los tradicionales aliados de los norteamericanos como son Gran Bretaña e Israel, se une ahora la Rusia de Putin, amigo personal de Trump, una auténtica revolución geopolítica y militar en el Oriente Próximo y la lucha contra el yihadismo. Por otra parte, el Brexit no deja de ser una expresión del nacionalismo proteccionista económico y político de Gran Bretaña frente a la Unión Europea. Y los británicos se van, aunque su primera ministra, la conservadora Theresa May, no fuera partidaria del sí en el referéndum que le costó el cargo a su predecesor David Cameron. La nueva y reforzada alianza comercial que se vislumbra entre británicos y sus primos norteamericanos de la era Trump anti-libre comercio hace que el viento sople ahora con más fuerza a favor de la salida de Gran Bretaña del mercado único europeo. Hace unos días, al rebufo del efecto Trump, se han reunido los líderes populistas europeos de Francia, Holanda, Alemania e Italia, todos ellos anti-Unión Europea y, uniendo fuerzas y discurso, han proclamado el nacimiento de un nuevo tiempo. Y nadie duda de que la ultranacionalista Le Pen disputará este año, con posibilidades incluso de ganar, las elecciones a la presidencia francesa.

¿Y en España?. En España no existe todavía el llamado fenómeno populista, ni populismo de derechas ni de izquierdas. Ninguno de los partidos tradicionales o los nuevos emergentes tienen en el nacionalismo español el primer mandamiento de su discurso político. Hasta Ciudadanos va abandonando, poco a poco, su originaria oposición radical al nacionalismo separatista, dentro de su estrategia de atraer a sus urnas al nacionalismo moderado catalán (vease a Inés Arrimadas). El nacionalismo/independentismo vasco y catalán son una manifestación a pequeña escala territorial del populismo nacionalista excluyente porque, aunque más de la mitad de los vascos y catalanes no son separatistas, poco importa a sus gobiernos autonómicos que gobiernan para todos en clave independentista en claro desafío al Estado y desprecio a sus paisanos/gobernados que no piensan como ellos. Pero un populismo español, nacional, no existe, ya que la bandera del nacionalismo español como principal eje de actuación política, con un líder populista que saque rentabilidad electoral a esos valores y sentimientos primarios del populismo nacionalista aún no ha aparecido en nuestro país. De momento.

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