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Confesión completa de Bernardo Montoya: «La desnudé de cintura para abajo y traté de violarla»

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El programa de Antena 3, ‘Espejo Público,’ ha tenido acceso a la confesión de Bernardo Montoya donde confiesa su crimen y todo lo sucedido aquel día.

Esta es la declaración de Montoya que ha publicado el programa y ‘Antena 3 Noticias’:

«La chica salió de su casa y se me acercó a preguntarme algo. Yo estaba sentado en una silla en la puerta de la mía, que están frente a frente. Ella me dijo: ‘Hola vecino, oye sabrías de algún supermercado por aquí? Es que soy nueva'», relata.

Yo le respondí: ‘Claro mujer’, y le di una dirección. La engañé porque la mandé a un callejón sin salida donde no había supermercado ni nada.

En cuanto se alejó un poco yo corrí a por mi coche. Me monté y dando un rodeo llegué primero al callejón. Allí esperé a que llegara. Cuando la chica apareció en el callejón sin salida, se quedó como sorprendida y me preguntó: ‘¿Qué haces aquí?’ Y mirando hacia los lados dijo: ‘¿Y dónde está el supermercado?’

Entonces sin decir palabra, la agarré y golpeé con violencia su cabeza contra el maletero de mi coche. Quedó inconsciente en el suelo. Tenía una cuerda en el vehículo y aproveché un trozo para atarle las manos a la espalda.

La metí en el maletero del coche y la envolví en una manta con el propósito de agredirla sexualmente después. Conduje hasta el lugar donde la encontraron.

Al llegar, la desnudé de cintura para abajo y traté de violarla, pero a pesar de que ella estaba inconsciente no lo conseguí. Lo intenté pero nada. Juro que al final no la agredí sexualmente.

Luego me asusté. La saqué del coche y la trasladé como pude hasta la zona de las jaras. Y me fui corriendo, pero juro que cuando yo la dejé allí, ella todavía estaba viva».

«Me fui corriendo. Llevaba en el coche las zapatillas de la chica y el teléfono. De regreso a casa tiré el teléfono en un contenedor y unos minutos después las zapatillas en otro contenedor.

Llegué a casa e intenté dormir, pero no lograba conciliar el sueño. Así que decidí salir a andar. Salí de casa a dar un paseo.

Los días siguientes iba a ver a gente, a conocidos, a amigos y luego regresaba a casa, hasta que un día vi a la Guardia Civil. El sábado por la tarde traté de entrar en mi casa, pero estaba allí la pareja de la Guardia Civil.

Al verles, salí corriendo para no volver».

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