HUGO ROMÁN.- El crack cero supone la vuelta a la gran pantalla de Germán Areta. Pero la vuelta de este personaje al que dio vida magistralmente Alfredo Landa a principios de la década de los años ochenta significa mucho más que la vuelta de una de la sagas más importantes de la historia de nuestro cine. Con esta precuela neo-noir de la serie, Garci nos devuelve la fe en el buen cien, ese cine con mayúsculas que últimamente se echaba tanto en falta en la cartelera del cine patrio.
El crack cero discurre de una forma pausada, incluso en sus minutos violentos, con un ritmo placentero en su narración tanto a nivel interpretativo como visual. De forma magistral parece detenerse el tiempo. Garci nos regala una sucesión de fotogramas bellos en blanco y negro que nos muestra una España gris que está a punto de recuperar el color. Cada plano es un personaje más de la película. Poesía visual en movimiento con el que el director rinde pleitesía al cine negro.
Con la muerte del dictador Franco como telón de fondo (quién le iba a decir a Garci que el tema sería tan actual) la trama nos cuenta el misterio que rodea al aparente suicidio del afamado sastre Narciso Benavides. Germán Areta recibe el encargo de investigar su muerte de manos de una atractiva y elegante mujer casada para que investigue el “Caso Benavides ya que ésta se muestra convencida de que el sastre fue asesinado.
Este es el punto de partida para que Garci nos demuestre su maestría como narrador al entrelazar de forma artesanal esta trama con dos más y que termina por resolver el director de manera perfecta.
Carlos Santos recoge el testigo de Landa y con una dicción perfecta y pausada está soberbio en esa frialdad que la interpretación requiere. Junto a Santos, Miguel Ángel Muñoz y el resto del reparto destacan ante la difícil misión de no caer en la imitación de aquellos cracks de Landa, Rellán y compañía.
El crack cero no solo es un homenaje a James M. Cain como nos anuncia el director en los créditos de inicio. El crack cero es un homenaje a un cine que ya no existe. Una visión del séptimo arte de otro tiempo, un tiempo que podría resultar caduco en los tiempos que corren pero que Garci nos demuestra que aún hoy en día tiene cabida.
https://youtu.be/nYcq_Dy-EWw