Alicante, 29 jul (EFE).- Las máquinas de videojuegos de los recreativos de los 80 y 90, lo que se conoce en el argot como arcade, desaparecieron fulminantemente tras la llegada a los hogares de las videoconsolas pero diferentes asociaciones y profesionales preservan su memoria e, incluso, tratan de recuperar su espíritu en proyectos de nueva creación.
Este ámbito, lleno de pasión y nostalgia, es el que rastrea el documental Arcadeología, que mañana llegará a los cines.
Así lo detalla para Efe el director de la película, Mario-Paul Martínez, quien señala que la raíz de su proyecto nació en su «investigación del videojuego como parte de la cultura de masas».
Martínez, profesor del departamento de Arte de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, inició un proyecto que estudiaba «cómo se catalogaba la preservación» de estos juegos en España.
«Siempre he estado interesado en el videojuego», ha confesado Martínez (Alicante, 1978). «Viví el movimiento arcade y he visto su evolución», ha continuado, hasta llegar al momento actual, en el que el sector ha superado al cine o la música en el campo del entretenimiento.
«Pero su importancia no es solo económica», ha advertido, «también como ente cultural» ya que «un juego, como una novela o una película, puede cambiar tu vida».
Con este punto de partida llegó a la asociación Arcade Vintage, que «casi en la sombra y de manera altruista» trabajaba en la recuperación de las máquinas originales.
«No querían emuladores, es decir, la copia actualizada de aquellos juegos» sino recuperar la experiencia: «Perseguían la partida perfecta, desde un punto de vista nostálgico».
Una vez en contacto con la asociación alicantina, descubrieron que «no estaban solos», que «existe un tejido que se extiende por toda España» en el que diferentes asociaciones y profesionales viajaban por todo el mundo en busca de los muebles y los juegos originales.supem
«Los seguimos y conocimos a todo tipo de aficionados, a creadores de la época dorada y actuales, incluso llegamos a la Biblioteca Nacional», que ha incorporado a su catálogo los juegos españoles.
Dos años y medio de rodaje después, tiempo en el que Arcade Vintage inauguró el primer museo de videojuegos de España, en Ibi (Alicante), Arcadeología ya ha pasado por diferentes festivales y se estrenará en pantalla grande.
En él, se repasa la historia del arcade, «el videojuego primitivo y primario» cuyo modelo de negocio original era «maligno», ha bromeado Martínez, «ya que está basado en partidas rápidas y de gran dificultad para generar consumo». Pero, al mismo tiempo, precisaba «una gran estilización para contar mucho con apenas cuatro píxeles y dos pantallas».
Esa condensación de contenidos es uno de los secretos de su permanencia en la memoria.
«En las diferentes asociaciones hay tipos de 40 ó 50 años con poder adquisitivo para comprar las máquinas», cultivar su pasión y «traspasar el legado a sus hijos», quienes disfrutan igual de los juegos primitivos, ha dicho Martínez.
PacMan, Tetris o los clásicos marcianitos tienen reflejo «en los nuevos juegos para móvil o tablet, con dinámicas rápidas y puntuaciones que hacen que el jugador quiera superarse».
Además, «la sociabilidad de los salones recreativos de antes», que eran «la red social del momento», se ha transformado en «un universo diferente en el que los jugadores comparten sus experiencias online, con un micrófono y unos auriculares», lo que les permite jugar en equipo con personas de todo el planeta.
«El que juega de verdad, disfruta mucho descubriendo joyas en todo tipo de plataformas y sin prejuicios», ha sentenciado el director del documental.
Alterna juegos clásicos como Supermario o aventuras gráficas como Monkey Island, con producciones de gran presupuesto como The Last of Us, en una industria «sin techo», en la que ya se trabaja en proyectos de «realidad aumentada o virtual» y que se dirige a las competiciones de deportes electrónicos.