Según la Wikipedia, Anna Lluch, nacida en València el 13 de febrero 1949, es una médica española e investigadora en oncología, especializada en cáncer de mama. Es catedrática de Medicina en la Universitat de València y jefa del Servicio de Hematología y Oncología del Hospital Clínico Universitario de Valencia.
Pero para la inmensa mayoría la mejor definición que se puede hacer de Anna Lluch es que se trata de la mejor oncóloga de nuestro país.
Su nombre figura entre los 100 mejores médicos de España de la lista Forbes y la lista de premios y reconocimientos que atesora corroboran su fama: la Alta Distinción de la Generalitat al Mérito Científico 2010, el premio Isabel Ferrer de la Conselleria de Bienestar Social, el premio Salud y Sociedad de la Conselleria de Sanidad de la Generalitat o la Medalla de Honor de la Red Vives de Universidades son algunos de los numerosos galardones recibidos a lo largo de su trayectoria laboral.
Incansable y apasionada de su profesión, la oncóloga e investigadora especialista en cáncer de mama ha logrado que la Conselleria de Sanidad le otorgara un permiso especial para seguir ejerciendo pese a sus 72 años.
Acostumbrada a romper techos de cristal, Anna Lluch recibe a Official Press en esta entrevista con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
–¿Ha tenido que romper muchos “techos de cristal” (barreras) a lo largo de su vida?
En mi caso tuve que romper uno muy importante y desde muy pronto. Las condiciones económicas de mi familia no me permitían poder estudiar una carrera y menos la de medicina por su larga duración, así que tuve que compatibilizar como pude los estudios con un trabajo que ayudara económicamente a la economía familiar.
Ya en la carrera no tuve especiales dificultades para poder terminarla, solo el sobreesfuerzo por el motivo ya comentado.
En el desarrollo de mi profesión he ido abordando los diferentes retos que se me iban planteando, a base sobre todo de un gran esfuerzo y trabajo permanente impulsado por la enorme ilusión que siempre he sentido por ejercer como médica.
–Está considerada como la mejor oncóloga de España y no deja de recibir reconocimientos, ¿le queda alguno pendiente?
Nunca me he considerado como la mejor oncóloga de España, ni mucho menos. Los reconocimientos se agradecen pero hay que saberlos gestionar. Me encuentro más cómoda en mi día a día, con el contacto con mis enfermas que en los actos de reconocimiento social.
–La palabra cáncer es una de las más duras que puede escuchar una persona, ¿cómo se hace o se dice para que un paciente no se hunda?
Echando mano de la mejor empatía posible. Si realmente te pones en su lugar y llegas a saber lo que pasa por la mente de la enferma que tienes delante de ti, puedes entender qué es lo que necesita y quiere saber y a partir de ahí y de la manera mas sencilla y entendible posible le haces comprender que es lo que tiene y que es lo que puedes hacer por ella dándole a conocer todos los medios que hoy tenemos al alcance para abordar su enfermedad, ayudándole a que tenga un alto grado de confianza en si misma y en la buena marcha del proceso de su curación.
–Las veces que le he escuchado hablar del cáncer, me ha llamado la atención lo ‘fácil’ que lo hace. Eso es gracias a su experiencia, pero también es un don.
Si, son muchos años de experiencia pero creo que también depende mucho de tu deseo de acompañarles en su difícil travesía sin regatear ni esfuerzos ni el tiempo que debes dedicarles.
– La jubilación no es una palabra que aparezca en sus planes…
Bueno, el tiempo no pasa en balde y llega un momento en que oficialmente te has de jubilar. Pero yo no entiendo la jubilación como un abandono o corte radical con lo que sabes y quieres continuar haciendo en la vida Y mientras te encuentras con las facultades físicas y mentales suficientes y crees que tu aportación a la sociedad tiene aun un valor, no entiendo por que se tiene que desaprovechar, así que sigo y seguiré aportando mi colaboración mientras crea en su validez para la sociedad.
–¿Cómo le gustaría ser recordada en el campo de la oncología?
Como una incansable trabajadora por saber más y más, como una obsesionada por trasladar lo mas rápidamente posible la investigación desde el laboratorio a los pacientes, y por poner siempre en el centro de los objetivo de la profesión, al paciente y sus necesidades.
–Un consejo para los estudiantes que quieren dedicarse a la especialidad de oncología.
Que compatibilicen de manera permanente la investigación con la asistencia clínica. No se puede hacer una verdadera atención clínica sin tener la máxima excelencia en los conocimientos y avances sobre el cáncer. Y por encima de todo, que pongan siempre al paciente y sus intereses en el centro de sus objetivos.