La Policía Nacional ha abierto una investigación para esclarecer la muerte de un hombre cuyo cuerpo apareció completamente calcinado dentro de una caseta de obra incendiada en Torrent. La víctima, identificada como José Latorre Escrivá y conocido popularmente como Pepito el Canijo, tenía unos 65 años y residía desde hace seis años en esa construcción metálica, cedida por un empresario de la zona.
Según informa Levante-EMV, fue un vecino quien advirtió al propietario del terreno sobre el incendio, ocurrido en el camino Maestro Fortea, en la capital de l’Horta Sud. Al llegar, el dueño descubrió el cuerpo sin vida del hombre en la cama, con los brazos cruzados. “Lo encontré acostadito, totalmente quemado. No voy a olvidar nunca esa visión”, relató visiblemente afectado, aunque ha preferido mantenerse en el anonimato.
¿Muerte accidental o asesinato?
Aunque la principal hipótesis apunta a una muerte accidental, el grupo de Homicidios de la Policía Nacional no descarta que se trate de un caso de muerte violenta. “Me cuesta creerlo, porque era una gran persona y no tenía enemigos”, declaró el propietario de la caseta, quien mantenía un contacto casi diario con Pepito.
El testimonio del dueño refuerza la posibilidad de un accidente. La víctima fue vista el día anterior recogiendo leña, lo que sugiere que podría haber encendido un fuego en el interior para calentarse. “Debió quedarse dormido sin apagar los rescoldos”, apuntó. Según esta versión, el suelo, que había sido forrado con madera, podría haber facilitado la propagación de las llamas.
Autopsia y análisis forense
El cuerpo sin vida fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de València, donde se le practicará la autopsia para determinar si la muerte se produjo por inhalación de monóxido de carbono o por las quemaduras. La inspección ocular fue llevada a cabo por agentes de la Policía Científica de la comisaría de Torrent, que buscan indicios de acelerantes o pistas sobre el origen del fuego.
Uno de los elementos que genera dudas sobre la accidentalidad del suceso es que nadie percibiera el incendio durante la madrugada. La caseta ya estaba fría cuando el propietario llegó por la tarde, y la última vez que la vio intacta fue la tarde anterior, sobre las seis.
Una vida al margen, rodeado de animales
José Latorre tenía su propia casa en Torrent, donde vive su familia —cinco hermanos y varios sobrinos—, pero prefería la vida en el campo. “Le gustaba la vida salvaje, estar en contacto con la naturaleza, con su caballo y sus perros”, explicó el dueño del terreno. Por eso le cedió la caseta, que ya no utilizaba, para que pudiera vivir allí.
El incendio no afectó a sus animales, que permanecían en los alrededores mientras se desarrollaba la investigación policial y la jueza de guardia ordenaba el levantamiento del cadáver.
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