La ley D’Hondt es el sistema que se utiliza para repartir los escaños o concejales entre las candidaturas de forma proporcional al número de votos obtenidos.
El próximo 23 de julio se celebran elecciones generales en España. En nuestro país, en todos los procesos electorales se utiliza el sistema D’Hondt.
Ley D’Hondt
Como ejemplo vamos a simular un Parlamento o un Ayuntamiento de ocho escaños o concejales a repartir entre cuatro candidaturas que llamaremos A, B, C y D.
En primer lugar ordenamos los resultados electorales de mayor a menor y se calcula el porcentaje de cada uno sobre el total de votos válidos, teniendo en cuenta los votos en blanco.
Para evitar una excesiva fragmentación de la cámara o la corporación, se descartan las candidaturas que no lleguen a un porcentaje mínimo de votos. En el caso de las elecciones generales este umbral es el 3% de los votos. En las elecciones locales, el porcentaje mínimo es el 5%. En este ejemplo al ser el umbral del 3% se corresponden a unas es elecciones generales
Se construye una tabla con tantas columnas como número de escaños o concejales a distribuir, completando cada columna con el número de votos de cada candidatura dividido por 1, 2, 3… hasta completarla.
Los escaños o concejales se asignan a los 8 coeficientes más altos, en orden decreciente.
En caso de empate, el escaño o concejal se asignará a la candidatura con mayor número de votos totales. Si estos también coinciden, se asignará por sorteo, y el resto de empates de forma alternativa.
El reparto de escaños o concejales queda de la siguiente forma:
Candidatura A: 4 escaños o concejales
Candidatura B: 3 escaños o concejales
Candidatura C: 1 escaño o concejal
¿A quién beneficia la ley D’Hondt y por qué?
Beneficia a los partidos grandes, y perjudica a los pequeños. Aunque la Constitución habla de «representación proporcional», en realidad es de lo más desproporcionado: ni se ajustan los escaños a los votos, ni se defiende el orden que los votantes otorgan a los partidos, ocurriendo en ocasiones que una formación con menos votos logra obtener más escaños. Muchos no lo consideran un sistema proporcional, sino mayoritario, un sistema que no busca la proporcionalidad sino favorecer la gobernabilidad de los partidos más poderosos.