Las mascarilla y el nivel real de protección que otorgan ante la transmisión de la COVID-19 continúa siendo un tema recurrente en la rueda de prensa que cada día ofrece Fernando Simón. El pasado 5 de noviembre, José María Lagarón, el investigador del CSIC que ha desarrollado la mascarilla FP-2 de nanofibras que comercializa Bioinicia desde finales de agosto, advertía en declaraciones a Nius que “las mascarillas quirúrgicas no valen para interiores” mal ventilados, ya que están diseñadas para parar bacterias y no son eficientes para parar «los aerosoles sobre los que viaja el virus».
Ayer, Fernando Simón, sin ser concluyente, admitió que la mascarilla quirúrgica «no es la ideal para autoprotegerse» y recordó que cada tipo «tiene su mecanismo de protección», aunque la efectividad aumenta si todo el mundo usa una. Según Simón, «si una persona infectada utiliza mascarilla quirúrgica y una no infectada usa también mascarilla quirúrgica, que no es la ideal para autoprotegerse, pero si dos usan mascarilla quirúrgica hay una sinergia entre ambos y la probabilidad de infección baja incluso más que si el que se quiere proteger utiliza las mascarillas FFP2 que hemos mencionado en algunas ocasiones” .
Para Simón, «la transmisión por aerosoles existe y produce casos. Esto lo sabemos desde el principio de la epidemia”. Según el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, “lo que nos queda por valorar correctamente es qué peso real tiene la transmisión por aerosoles, por gota pequeña que se mantiene un poco más de tiempo en el ambiente, qué peso real tiene en la transmisión del coronavirus”.