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Un presidente líquido para un Estado débil, por @frandisiz

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Su esbelto cuerpo tiene la forma del agua, que ocupa un 70% de su organismo. Corretea por los jardines del palacio de La Moncloa luciendo una camiseta conmemorativa del 25 aniversario de la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, Cataluña. Ha mandado atracar en el puerto de Valencia al barco Aquarius, repleto de inmigrantes desahuciados por las autoridades italianas y maltesas.

Hay que reconocer que se desenvuelve muy bien en esta sociedad líquida que nos ha tocado vivir, donde los principios, los valores y las relaciones personales y grupales se crean, se destruyen o cambian de sentido con gran facilidad. Por ello, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, se ha convertido en flamante presidente del Gobierno de España.

¿Cuál ha sido el curso de los acontecimientos que le han llevado hasta aquí?

Los magistrados de la Audiencia Nacional dictaron una sentencia condenatoria en la denominada trama Gürtel que, además, castigó al PP a pagar una multa de 200.000 euros, por considerar que la organización se había lucrado de los tejemanejes de la trama, aunque no fuera consciente de sus actividades.

Desde los medios de comunicación alguien dijo que “la sentencia era demoledora para el PP”, pues “condena al PP por corrupción”. Además de las durísimas penas impuestas, los magistrados dejan caer en el texto de la sentencia que el testimonio del por entonces presidente del Gobierno Mariano Rajoy “no tiene credibilidad”, concepto no jurídico e indeterminado que permite elucubrar sobre que el Sr. Rajoy mintió. Los medios de comunicación y los líderes políticos de la oposición proclaman que “el Sr. Rajoy mintió”, recogiendo y encendiendo la antorcha de los magistrados de la Audiencia Nacional que estaba por encender.

La práctica totalidad de los profesionales de la información y de los medios de comunicación se suben a la ola mediática difusora de la idea de que “la sentencia era demoledora para el PP”, para concluir que “el Gobierno de M. Rajoy ha sido condenado por corrupción”. De ahí a exigir la dimisión del Sr. Rajoy hay un solo paso, y éste se da.
Albert Rivera, el joven y atractivo presidente de Ciudadanos, el partido que había dado su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado presentados por el Gobierno del PP, huele a sangre corrupta y exige la inmediata dimisión de Rajoy y su gobierno (aunque ni él ni ninguno de sus ministros había sido condenado por la Sentencia), y da por clausurada la legislatura.

Pedro Sánchez convierte la sobreactuación de Albert Rivera ante la Sentencia en una oportunidad inmejorable para alcanzar la Presidencia del Gobierno de España. Presenta una moción de censura a la que invita a apoyar a todas las fuerzas políticas presentes en el Congreso de los Diputados, incluidas las formaciones independentistas catalanas (muy interesadas en contribuir a la debilidad del Estado español), Podemos, PNV, Compromís, Nueva Canarias y Bildu.

Con estos mimbres, Pedro Sánchez logra su objetivo aunque para ello haya de comulgar con los Presupuestos recién aprobados por el PP y su socios, entre ellos el PNV, y desaloja a Rajoy del mundo de la política, el cual reingresa en el Cuerpo de Registradores de la Propiedad, con plaza en la marinera villa de Santa Pola.

Este brusco proceso de asalto al poder deja al descubierto la cara de la denominada “nueva política”, donde impera la presencia apabullante de los rostros jóvenes y atractivos de sus líderes, imbuidos de las formas de actuar del populismo contemporáneo, repletas de buenas dosis de demagogia, irresponsabilidad ética y política, y el ansia infinita de bañarse en las aguas turbulentas, pero siempre estimulantes, del poder.

Ahora, el mayor reto de Pedro Sánchez consiste en saber nadar y guardar la ropa ante la marea populista que invade todo el panorama político, sortear los farallones del movimiento independentista catalán, y dar satisfacción a las demás formaciones que le han dado su apoyo en la moción de censura. Difícil se plantea la tarea de pilotar la nave del Estado para el Sr. Sánchez en su misión de no naufragar, mantener el equilibrio, y llevar a buen puerto su proyecto de consolidar el poder conquistado al abordaje.

Para gestionar esta enrevesada tarea confiará en su forma líquida de hacer política, donde lo principal ya no es la ideología, o los principios o los valores éticos, sino el pensamiento débil, la mercadotecnia basada en los gestos y la imagen, y el mercadeo de apoyos parlamentarios por concesiones graciosas. También hay que tener siempre un ojo abierto para observar los resultados que arrojan las encuestas electorales.

En consecuencia, lo primordial es hacerse con el control de la radiotelevisión pública y rehuir los temas complicados y conflictivos, como la puesta en marcha de un nuevo sistema de financiación autonómica, para gran desilusión de sus incondicionales socios de Compromís, los cuales han comprobado en sus propias carnes que están al margen de los designios del poder. Que la simbiosis Mantenimiento del Poder (Sánchez)–Debilitamiento del Estado (Torra & Cia.), genera la poderosa energía que marca el rumbo de la política sobre la rasgada piel de toro.

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