Madrid, 24 nov (EFE).- Los datos y los tiempos que la ciencia ha reportado desde que comenzó la pandemia hasta conseguir varias vacunas que están a punto de superar todos los ensayos han sido de récord, y los planes que los gobiernos diseñan ya para administrarlas apuntan marcas también insólitas.
El Gobierno aprueba hoy en el Consejo de Ministros el Plan de Vacunación contra la covid-19, un plan que se acometerá previsiblemente a lo largo del primer semestre de 2021, con una estrategia única en todo el país y que establece las prioridades entre los grupos de población y los profesionales y los lugares (unos 13.000) donde se administrarán las vacunas.
Las farmacéuticas van a poner a disposición de la comunidad internacional vacunas «eficaces y seguras», y ahora es el momento, según la catedrática de Epidemiología Patricia Guillem, de que los Gobiernos, y entre ellos el español, den ejemplo de «solidez y unidad» a la hora de aplicar protocolos de vacunación.
Contarán esas vacunas con el aval de las principales agencias de evaluación de los medicamentos del mundo (entre ellas de la Agencia Europea del Medicamento, la FDA estadounidense o la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios) que acredite su eficacia y su seguridad.
Pero llegarán, previsiblemente, cuando la curva que muestra las reticencias de los españoles hacia esas vacunas está en la parte más alta, ya que el último barómetro del CIS reveló que sigue aumentando el número de personas en España (un país en general proclive a las vacunas y donde no existen un movimiento «anti» muy robusto) que no se vacunaría.
El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas ha puesto de relieve que el porcentaje de personas que no se vacunaría inmediatamente contra este coronavirus ha pasado del 43,8 en octubre al 47 por ciento en noviembre.
Hoy son 260 los proyectos que continúan activos en el mundo para encontrar una vacuna contra el SARS-CoV-2 responsable de la covid-19, pero diez «vacunas» aparecen ya como firmes candidatas al estar superando los últimos episodios de la tercera fase de los ensayos, previa a su autorización, fabricación y administración.
Son las de la estadounidense Pfizer y la alemana Biontech; la rusa «Gam-COVID-Vac» (o «Sputnik V») elaborada por el Centro de Epidemiología y Microbiología Gamaleya (aprobada ya en ese país); la de AstraZeneca con la Universidad de Oxford; la de la china Sinovac con el Instituto Butantan de Brasil; la de Sinopharm con el Instituto de Wuham (China); la de Sinopharm con el Instituto de Pekín; la de Moderna (Estados Unidos); la de CanSino Biologics (China); la de Janssen Pharma con Johnson&Johnson; y la de Novavax (Estados Unidos).
Patricia Guillem, catedrática de Epidemiología, Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Europea, ha apuntado que la reticencia hacia las vacunas «podría estar infundada por múltiples causas», y cita entre éstas las prisas para su rápida comercialización y las posibles dudas que pueden surgir en torno a su seguridad y su eficacia.
Pero a su juicio, la autorización por las principales agencias reguladoras del mundo avala la seguridad de esos productos. «Aunque las etapas del proceso de producción se han acelerado, consideró que si cada una de las diferentes líneas de investigación que hemos visto más avanzadas llega a la fase IV, es porque cada producto generado cumple con las suficientes garantías, seguridad y efectividad».
En declaraciones a EFE, la catedrática ha observado que las vacunas «candidatas» usan tecnologías muy diferentes y ha insistido en que la evaluación de cualquier medicamento continúa tras su comercialización para detectar cualquier efecto adverso no deseado.
Ante el inicio de los procesos de vacunación masivos en muchos países, la epidemióloga ha apelado a los gobiernos para que den ejemplo «de solidez y unidad» y para que no haya diferencias entre comunidades autónomas.
«El éxito conjunto no se logrará si no se traza un plan de salud adecuado, que sea real y alcanzable para todos y que permita designar el qué, quién y cómo con exactitud y precisión, ya que solo una buena gestión del proceso asegurará que el ritmo de vacunación de la población sea el correcto y que en pocos meses se llegue al nivel de inmunidad poblacional deseado», ha aseverado.
Tras la primera oleada de vacunaciones, y ante la hipótesis de que las segundas y sucesivas generaciones de vacunas sean mejores que la primera, Guillem ha subrayado la importancia de hacer un seguimiento posterior para conocer los anticuerpos que se han generado y determinar si es preciso administrar dosis «de recuerdo».
Aunque «altamente recomendada» la vacuna no debe ser a su juicio obligatoria, y ha señalado que la inmunidad «de rebaño» se conseguirá gracias a los que han pasado la enfermedad y generaron anticuerpos y a quienes se vacunen, pero es pronto -mantiene- para saber «si conseguiremos eliminarlo totalmente o si conviviremos con él como lo hacemos con otros virus estacionales».
Y está convencida de que la profilaxis de una vacuna ayudará mucho al control de la enfermedad y a la disminución de las llamadas «cadenas silenciosas» de contagios «que tantas dificultades nos han ocasionado».
Raúl Casado