Cultura
Albert Brand, autor de ‘¡Repuebla!’: «Para ir a vivir al campo hay que cambiar la mentalidad de la ciudad»
Publicado
hace 4 añosen
Albert Brand es periodista y cuenta también con una amplia experiencia en el mundo de las emergencias y bomberos. Albert Brand es también educador canino. Pero sobre todo, Albert Brand es la persona que te va a hacer replantearte tu vida y cambiar la ciudad por el mundo rural. Porque según él, casi cualquier persona puede encontrar en el campo un lugar donde ser feliz desempeñando una actividad laboral rentable.
Este mentor-consultor en Repoblación Rural y Sostenibilidad es el autor del libro «¡Repuebla! Una guía para conseguir una repoblación rural exitosa.» Official Press ha hablado con él.
–Albert Brand, autor de “¡Repuebla!” actualmente ¿vive en la ciudad o en una zona rural?
El confinamiento me pilló en la ciudad y, por responsabilidad, aquí me quedé. Me parece una actitud muy egoista la de algunas personas que huyen de las ciudades a los pueblos, sin tener en cuenta que en la mayoría de ellos la población es muy mayor y por lo tanto de riesgo.
–Hace muy poco se hablaba de la España vaciada y ahora parece que las que se están quedando vacías son las ciudades. ¿Qué está pasando?
Realmente es un efecto fantasma, por el momento. La mayor parte de los empadronamientos en los pueblos tienen el único objetivo de justificar los desplazamientos de fin de semana para poder salir de ciudades confinadas. En otros casos es tener una casa mas grande y en ocasiones con patio interior donde poder pasar un confinamiento mas agradable. Por eso la principal demanda de vivienda en el medio rural son casas unifamiliares de alquiler, para poder estar hasta que la pandemia sea historia.
No obstante, también hay muchas personas que se han dado cuenta que pueden desarrollar su actividad laboral en el campo, y no solo teletrabajando o trabajando en remoto, pues hay otras actividades como las artesanas que resulta mucho mas cómodo realizarlas en el medio rural, donde hay mas espacio, mas oxígeno y menos concentración de virus.
Por último hay muchas personas que tenían la intención o el deseo de moverse a vivir al rural pero no habían dado el paso por tener muchas dudas, especialmente en el ámbito laboral, además de perjuicios y prejuicios sobre lo que la vida rural supone, y que son precisamente en quienes pensaba cuando empecé el libro «¡Repuebla!», ya que en un pueblo se puede hacer casi lo mismo que en las ciudades ,a nivel laboral, solo es necesario adaptar ese trabajo a las ventajas y los inconvenientes que tiene el medio rural.
–¿En el campo se vive mejor?
¡Sí!, pero no todo el mundo es consciente de ello. Si bien para ir a vivir al campo hay que cambiar la mentalidad de la ciudad. No se puede llamar a los bomberos porque se vea una araña, ni se puede dejar que los perros se metan en los sembrados o persigan a las ovejas, no se puede protestar porque el gallo del vecino nos despierte por la mañana. En cambio hay ventajas, en muchas ocasiones, como tener el trabajo a diez minutos caminando desde nuestra casa y las dos o tres horas diarias que antes necesitábamos para cruzar la ciudad se pueden dedicar por ejemplo a desestresarnos cultivando nuestra propia huerta.
De todas maneras el trasladarse al pueblo no se puede enfocar solo desde un punto de vista laboral, social, sanitario u otro, sino que debe de hacerse desde una óptica completa, valorando todos los factores que influyen en nuestra vida.
El cambio de vida tiene que hacerse de una manera meditada para que sea exitoso, las mudanzas por impulso, sea por miedo al COVID o por otra causa son viajes de ida y vuelta. Factores que pongo de manifiesto en esta publicación que debería leerse con un lápiz y un papel en la mano.
–Muchos piensan que el campo está bien para unas vacaciones pero que luego hay que volver a la gran urbe para no aburrirse ¿Qué opinas?
Eso es un estereotipo muy frecuente. Yo crecí viendo en el periódico, que de aquella era solo en papel, las actividades que se hacían en la gran ciudad, conferencias gratuitas, presentaciones de libros, teatro, etc. y nosotros solo teníamos el cine y luego, al crecer, las discotecas.
Cuando me mudé a la ciudad seguía viendo las mismas conferencias, presentaciones, teatro, etc. pero no podía ir porque tardaba dos horas en cruzar la ciudad en transporte público y otras dos para volver, y al día siguiente había que trabajar, por lo que solo iba a lo que se hacía en mi zona.
Hoy en día hay internet, hablamos por mensajería electrónica con nuestro vecino de la puerta de al lado, quedamos con los amigos solo los fines de semana porque cada quien vive en un extremo de la ciudad. Quizá haya que replantearse el tipo de vida que hacemos y como lo hacemos. Pues si solo voy a quedar con mis amistades o visitar a la familia algún fin de semana que otro, quizá tarde el mismo tiempo en llegar a la ciudad desde el pueblo que cruzarla desde la propia ciudad. De hecho ya hay muchas personas que han decidido vivir en el pueblo e ir solo algún fin de semana a la ciudad para actividades de ocio.
–¿Por qué tenemos miedo a dejar las ciudades para irnos a vivir al campo?
Por estereotipos que nos han fijado en el cerebro durante la época de la Revolución Industrial y posteriormente del Desarrollismo. En aquellos tiempos era necesaria mano de obra en las ciudades y por eso se “vendía la moto” en las películas sobre la vida en la ciudad tan cómoda y fructífera, aunque luego, la realidad eran las macrocolmenas humanas de los barrios marginales de los arrabales donde las condiciones de vida eran paupérrimas.
–¿Es compatible “nuevas tecnologías” y zona rural? (internet, cobertura etc)
Sí. Es compatible pero no siempre está disponible. Es un reto que tenemos que superar. No solo es necesario internet de calidad para poder teletrabajar en condiciones, también hay mucha tecnología que se está desarrollando en el ámbito rural, especialmente en el agroganadero. Hoy en día llevar un tractor se puede hacer desde una tablet, y recoger frutas lo puede hacer una mano robótica. Hay sistemas robóticos que por un par de miles de Euros te pueden gestionar completamente una huerta de 60 m², encargándose del riego exacto, gestión de malas hierbas, abono, etc. La mayoría son proyectos en fase de desarrollo que, incluso siendo comerciales, precisan mejoras de rendimiento, precios asequibles y seguridad, pero los avances se ven a diario.
Dentro de poco la actividad agrícola se basará en el pastoreo de robots que harán el trabajo duro, y para eso es necesario invertir mucho dinero en Formación Especializada, pues hará falta muchísima gente para reparar, diseñar y programar esos robots.
La solución no es el 5G, la solución de verdad es que llegue la fibra óptica de máxima calidad a cualquier punto del territorio en igualdad de condiciones que en las ciudades.
–¿Qué hace falta para iniciar una nueva vida en el campo? ¿Por dónde empezamos?
Por leer el libro «¡Repuebla!», (risas). Lo mas importante es plantearse si realmente queremos ir a vivir al campo. Y para eso debemos analizar nuestro estilo de vida y ver que cosas son prescindibles y cuales podemos sustituir por otras. Lo mas importante es tener claro previamente cómo queremos que sea nuestra vida en el pueblo, y luego buscar el pueblo adecuado a esos requerimientos, pues no todos los pueblos son iguales y un proyecto en determinado pueblo puede ser un foco constante de problemas mientras que en el pueblo de al lado puede ser el paraíso.
La decisión ha de ser meditada y participar en ella toda la familia. Eso no es fácil, pues si ya es complicado ponerse de acuerdo para elegir el lugar de vacaciones imagínate para cambiar totalmente de vida.
Por eso pienso que es un error la pretensión de muchos pueblos acerca de que vayan al mismo familias al completo, con los niños, los abuelos , las mascotas, etc. Creo que sería mucho mas exitoso promover la repoblación individual y luego lo de las familias ya vendrá, o no. Pero los políticos no suelen mirar a largo plazo, y lo quieren todo para ya. Eso en un proyecto de cambio total de vida no es algo para hacerlo de un día para otro, y mover a toda una familia no es fácil.
Cierto que hay familias que por urgencia, por ejemplo que pueden perder su casa en la ciudad, se mudan donde tengan un techo, pero esos proyectos no siempre son exitosos. Muchas veces son para salir del paso y en cuanto puedan volverán a la ciudad, porque lo rural no es la vida que querían, fueron forzadas por la necesidad, aunque también habrá muchos de esos casos que luego se acostumbren y aunque les surja la oportunidad de regresar a la ciudad no volverán porque ya se habrán aclimatado al campo.
–Ir a vivir a zonas rurales: ¿Una moda pasajera o ha venido para quedarse?
En este momento es una moda, pero en realidad ha venido para quedarse. Los modelos de ciudad son obsoletos. Hace tres años me invitaron a participar en una reunión de promotores inmobiliarios y en mi intervención comenté que el modelo de ciudades estaba muerto, que el futuro estaba en el rural. Muchos de los presentes se rieron de mí y hasta el moderador me quiso corregir. En estos momentos, que estarán comiéndose los planos de los grandes bloques de edificios creo que algunos lamentarán no haberme escuchado.
El regreso al rural se consolidará con el tiempo, la pandemia lo ha puesto de moda, cuando pase la pandemia la gente volverá a la ciudad, pero algo del campo se les quedará dentro y muchas personas irán planteándose la opción de cambiar el paradigma.
No obstante, hemos de tener presente que las comunidades y grupos Neorurales cada día crecen mas, y están muy lejos de ser unos hippies adictos a la marihuana. Los modelos de viviendas compartidas (coliving) y oficinas y talleres compartidos (coworking) hace tiempo que están entre nosotros y su crecimiento en pequeñas poblaciones se ha disparado durante la pandemia. Si bien, en la actualidad las necesidades arquitectónicas han cambiado, la demanda de espacios valora mucho mas la ventilación, el espacio personal y las zonas verdes. Son modelos que se han de modificar antes incluso de consolidarse. Eso no se hace simplemente poniendo o quitando una pared de una casa, necesitan un rediseño completo y una construcción desde cero o una reforma integral, eso requiere tiempo. También se necesitan comunicaciones y servicios adecuados, carreteras, internet, etc. Todo eso no se hace de un día para otro, si bien el primer paso es que haya demanda y que la Administración lo sepa y actúe en consecuencia.
–Uno de los principales problemas o inconvenientes es compaginar el trabajo o iniciar uno nuevo lejos de la ciudad.
Muchos trabajos pueden desarrollarse perfectamente en el campo, no solo se trata de plantar lechugas, que es un oficio muy digno y difícil de hacer bien. Un gabinete de Ingeniería puede establecerse perfectamente en un pueblo, pues han de desplazarse de todos modos tengan la sede en el centro de la ciudad o en un pueblo semiaislado en la montaña.
Los pueblos además suelen estar carentes de muchos servicios por lo que oportunidades de hacer cosas las hay, tanto de trabajar para terceros como de emprender. Si bien, hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones el trabajo para terceros es con múltiples empleadores, haciendo unas horas en cada sitio.
En el libro «¡Repuebla!» planteo muchas propuestas de emprendimientos que se pueden hacer en el rural, si bien es necesario un estudio concreto del pueblo en cuestión y sus necesidades y la de la comarca.
No olvidemos que la clientela no tiene por que ser del propio pueblo. Hoy en día la mayoría de los productos que nos llegan de China por correo, comprados a través de una plataforma de correo electrónico, son fabricados en pequeños talleres de menos de 15 personas. La venta por internet puede dinamizar mucho el mundo rural, y mas ahora, que Correos se ha comprometido a apoyar esas iniciativas.
–¿Qué consejos les darías a aquellos que están pensando en irse de la ciudad para vivir en un entorno rural?
Que lo mediten y programen antes, como he dicho anteriormente, han de diferenciar lo imprescindible de lo deseable y elegir el lugar adecuado. Luego que hagan una prueba antes de dar el paso definitivo. La experiencia puede ser maravillosa siempre que se haga con cabeza.
–Muchos han fracasado y se han vuelto a la ciudad tras intentar la vida en el campo ¿En qué han fallado?
La mayoría se han precipitado, han llegado al campo con el “chip” de la ciudad y las cosas funcionan diferente. Hay quien ha llegado también tratando a la gente del pueblo con superioridad, creyéndose que son analfabetos, o los estereotipos de las películas de Paco Martínez Soria y que ellos llegaban desde la ciudad a “culturizarlos” y, lógicamente su aceptación no ha sido buena.
Siempre hay que tener en cuenta el refrán “Pueblo pequeño, infierno grande”, que va enfocado a los cotilleos y similares que todo el mundo dice que no le importa pero en realidad a la larga le pasa factura. Eso, no obstante, tiene la otra cara de la moneda, que es la solidaridad vecinal.
–¿Un urbanita se puede adaptar a la vida rural?
Las personas nos adaptamos a cualquier circunstancia, esa resiliencia es lo que nos ha hecho sobrevivir como especie. No obstante, el mudarse al rural no se puede tomar como un castigo. Hay personas urbanitas que están felices así y no quieren mudarse al rural. Esas personas no deberían moverse al campo, si no adaptarse a las nuevas circunstancias de vida en la ciudad.
Por otro lado, esas personas urbanitas que están deseando que llegue el fin de semana para irse al pueblo, si que se adaptarían perfectamente, y serían mucho mas felices. Todo es cuestión de probar, he conocido urbanitas que veían una hormiga y no salían de casa y que luego se han acostumbrado y ahora son felices en el campo y gente que estaba deseando volver al pueblo pero no lo planificaron bien y fue un desastre completo.
Por supuesto, siempre pueden surgir imponderables e imprevistos pero las probabilidades de éxito son mayores si se medita previamente. Por eso, si me permites, me gustaría invitar a tus lectores que miren la página web del libro www.repuebla.eu , que podrán comprar por internet, encargar en algunas librerías e incluso leer en muchas bibliotecas públicas. Teniendo además en cuenta que los beneficios íntegros del libro se destinarán a la Asociación Neorurales, para que planten un bosque, para compensar así la madera utilizada para hacer el papel del libro y el CO2 emitido.