VALÈNCIA, 14 May. (EUROPA PRESS) –
El cardenal arzobispo de València, Antonio Cañizares, ha remitido una carta al concejal de Protección Ciudadana del Ayuntamiento, Aarón Cano, en la que le acusa de mentir, a raíz de sus declaraciones sobre la exposición de la Virgen el pasado domingo a través las puertas de la Basílica de la ciudad, y le reprocha que hace «algo tan deleznable y denigrante como hizo Nerón en la Roma del Imperio», con las acusaciones a los cristianos y su persecución.
En la misiva, remitida a un «concejal despistado» y con fecha del 11 de mayo, el cardenal asegura a Cano que se equivocó «por completo» en sus comentarios, al criticar la exposición de la imagen porque, a juicio del edil, que anunció que lo trasladaría a la Delegación del Gobierno para ver si se había infringido el estado de alarma, generaba «un punto de concentración de personas».
El alcalde, Joan Ribó, señaló con posterioridad que la Virgen no se había sacado de la Basílica y afirmaba que su impresión era la de que no se había producido «aglomeración en comparación con Ifema Madrid», unas palabras que agradeció el Arzobispo.
El Arzobispo insiste en que la mostración de la Virgen «se hizo desde el interior del templo, sin salir de él, con las puertas abiertas» y con la imagen de la Mare de Déu «mirando a la plaza de la Virgen». «¿Alguien ha prohibido esto: abrir las puertas de un templo y mostrar dentro del templo una imagen de devoción en el pueblo?», se pregunta en la carta, consultada por Europa Press, y reclama a Cano el texto legal que lo prohíba, al tiempo que le acusa de mentir «sin paliativo alguno».
«Observo que sigue a pie juntillas la ideología marxista: la mentira por delante, es un arma política, y, cuanto peor, mejor. Y no olvide que hay un derecho fundamental inalienable reconocido en los países de nuestra área y en casi todos los países del mundo garantizado, además, por nuestra Constitución Española que es el de libertad religiosa, que usted parece ignorar por pretender dictar qué es lo que se puede hacer o lo que no se debe hacer en el espacio interior de un templo», reprocha el purpurado.
CUMPLIMIENTO DE LA LEGALIDAD
Monseñor Cañizares defiende que, por parte del Arzobispado y de la Iglesia, «se ha cumplido y se está cumpliendo fiel y estrictamente, escrupulosamente la legalidad», así como pone en valor el «ejemplo» que está dando la institución, mientras que considera que Cano «ignora o desconoce» la normativa «paradójicamente».
«Siento decirlo, los hechos son los hechos, aunque usted me amenace con una investigación para elevar un informe a la autoridad competente», afirman, al tiempo que advierte que «la calumnia y la falsedad no son de recibo en una sociedad respetuosa de libertades inalienables, y cuando menos está feo y es mal visto».
También le avisa de que decir que su actuación es «premeditada» es «delito», aunque añade: «Acusar sin justificar la presunción que usted inventa; y yo no voy a provocar ninguna investigación para informar de su conducta ante ninguna autoridad competente».
AGRADECIMIENTO DE SU GESTO
El cardenal Cañizares asegura que «son muchísimos los valencianos quienes, conforme han podido y sabido, han agradecido este gesto emocionante de asomarse la Virgen a las puertas de la plaza, ya que no era prudente de otra forma, para amparar a los valencianos» e insiste en su reproche : «Parece que usted ignora a los valencianos y que no le importa ir contra ellos y lo que ellos verdaderamente quieren».
«Sea usted sincero y no caiga tan bajo al cometer esta ruindad o mezquindad, que sólo por ignorancia, por error, por odio o por ideología, se puede cometer», recalca y le pide que esté «muy tranquilo, como yo lo estoy, que no cometimos ningún acto ilegal, ni 200 personas habían sido, como usted parece señalar».
El cardenal pide al edil «un poco más de respeto y altura de miras» aunque le traslada que, por su parte, «queda perdonado, y estoy seguro de que la Virgen también le perdona, porque no sabe lo que ha hecho en esta ocasión, y pido a los valencianos, que su mayoría no están con usted, que le perdonen y no le tengan en cuenta sus palabras y sus gestos», señala el cardenal, que se despide con un «saludo cordial y amistoso».