Cultura

Carla Montero, escritora: «Las guerras son momentos de pasiones exaltadas, sacan lo mejor y lo peor del ser humano»

Publicado

en

Madrid, actualidad. Ana García-Brest, experta en arte, recibe la llamada de Martin, el joven y misterioso buscador de tesoros a quien conoció fugazmente durante la búsqueda de El Astrólogo en La Tabla Esmeralda. Han asesinado a un magnate italiano y un poderoso tesoro está en peligro: el Medallón de Hiram, una reliquia mágica que perteneció al arquitecto del templo de Salomón. Nadie conoce el paradero exacto de la pieza y Martin necesita la ayuda de Ana para encontrarla. Ambos emprenderán una trepidante búsqueda por toda Europa enfrentándose a infinidad de peligros, pues muy pronto descubrirán que ellos no son los únicos que desean hacerse con la reliquia.

Berlín, 1945. En los estertores de la Segunda Guerra Mundial, los destinos de cuatro personas están a punto de cruzarse con consecuencias imprevistas para el Medallón de Hiram: un sanguinario nazi que rastrea un Berlín en ruinas con la obsesión de hacerse con el medallón; un joven español, estudiante de arquitectura, que se ve envuelto en una intriga insospechada; un ingeniero alemán que está en el punto de mira del servicio de inteligencia ruso, y una francotiradora del ejército soviético que guarda un importante secreto.

Una antigua reliquia que marcará el curso de la Historia. Una búsqueda trepidante por toda Europa. ¿Estás preparado para descubrir el secreto del Medallón de Fuego?

 

 

Carla Montero (Madrid, 1973) nos trae de nuevo a los protagonistas de la exitosa ‘La Tabla Esmeralda’. Official Press ha querido charlar con ella sobre esta nueva novela que está arrasando en las librerías.

 

-¿Cómo surge ‘El medallón de fuego?

Es la respuesta a las demandas que, a lo largo de estos casi diez años desde que se publicó La tabla esmeralda, me han ido haciendo los lectores. Yo siempre supe que alguno de los personajes de esa novela podían dar más juego ,pero han sido los lectores los que me han animado a continuar con su historia.

Por otro lado, hace tiempo, cuando leí el libro de Svetlena Alexiévich, La guerra no tiene rostro de mujer, sobre las veteranas del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial, supe que quería contar una historia inspirada en ellas. El medallón de fuego me ha brindado esa oportunidad.

-Con un trasfondo histórico como es la II Guerra Mundial, ¿Cómo ha sido el proceso de documentación y cuánta parte hay de cierto y cuánta de ficción?

La documentación de mis novelas es intensa y minuciosa porque trasciende los grandes acontecimientos para buscar las microhistorias, los detalles de la vida de las personas corrientes en la época en cuestión: ¿cómo se abastecían de alimentos?, ¿qué marca de tabaco fumaban?, ¿cómo dormía un soldado en primera línea del frente?, ¿cómo se las apañaba una familia cuya casa sucumbía a las bombas?, ¿cómo era estar en un refugio antiaéreo?… No es lo primero que a uno le cuentan al hablar de la Segunda Guerra Mundial.

Mis novelas no son estrictamente novelas históricas, pero sí novelas de contexto histórico. Es decir, una historia ficticia que se desarrolla en un escenario histórico real, y a mí me gusta que ese escenario esté descrito con rigor hasta en el detalle más insignificante para que el lector se vea transportado a ese lugar y envuelto por la trama, de modo que incluso llegue a dudar sobre lo que es historia y es ficción. Ahí está parte del encanto.

Con todo, en El medallón de fuego los capítulos de la trama del pasado están introducidos por un breve párrafo con información histórica para ayudarle a situarse en contexto.

-Las dos grandes guerras suelen ser el tiempo en el que transcurren las tramas de tus novelas, ¿qué tienen esos periodos que te atraen tanto a la hora de escribir?

Las guerras son momentos de pasiones exaltadas, de situaciones extremas que sacan a relucir lo mejor y lo peor del ser humano. Es muy interesante la construcción psicológica de los personajes en semejante entorno, el observar hasta dónde llega la resistencia, la nobleza, el egoísmo… En definitiva, la bondad o la maldad del ser humano. Por otro lado, ofrecen un escenario perfecto para la acción, el suspense o incluso el romanticismo, que surge en unas condiciones especiales, normalmente, adversas.

-Viena, Berlín, Madrid, Barcelona, Génova… El Viejo Continente tiene algo que inspira a lectores y autores.

Ni más ni menos que siglos de historia que conforman la base de lo que hoy somos. La historia de Europa en sí misma es una gran novela. Además de una mirada a nuestro pasado es también una lección sobre el futuro, una advertencia.

Si a eso le sumamos la belleza natural y artística de las capitales europeas, tenemos los escenarios perfectos.

-¿Cuál es el papel de la mujer en esta novela?

Totalmente activo. Ellas llevan las riendas de la narración, ellas nos dan su mirada sobre lo que está sucediendo. En el caso de Katya, la francotiradora soviética, su mirada sobre la guerra es particularmente interesante: está alejada del relato heroico, incluso romántico, que a menudo ofrecen los soldados. El suyo es un relato humano, de luces y sombras, de miedo, de dudas, de dilemas morales.

-Si pudieras elegir una época en la que vivir ¿cuál sería?

Creo que somos unos privilegiados de la historia. Al menos en occidente, nos ha tocado vivir una época que, aun con sus dificultades, éstas no son comparables con las de nuestros antepasados, incluso aquellos tan cercanos como nuestros abuelos.

No hemos experimentado la guerra, ni el hambre, ni las privaciones, ni siquiera las pandemias realmente mortíferas… Sé que llegado a este punto alguno podría decirme: ¿y el COVID? Pues, francamente, con sus más de ocho millones de muertos se queda pequeño comparado con la peste, la viruela o incluso la gripe española, entre otras, pues todas las pandemias de la historia superaron los cincuenta millones de muertes.

El tener el afán de seguir mejorando, el que determinadas informaciones nos inciten al alarmismo no debería hacernos perder la perspectiva de que vivimos en la sociedad más tolerante, inclusiva, garante de derechos fundamentales y concienciada de la historia y que eso debería llenarnos de orgullo y animarnos a continuar avanzando sin caer en el derrotismo ni la autocompasión ni la autocomplacencia. Pues tal tentación sólo nos hace retroceder en nuestros logros.

Dicho esto, con todas sus imperfecciones, con todos sus problemas, no se me ocurre mejor momento histórico que el actual para vivir. Insisto: al menos, en occidente.

-¿Cuáles son tus referentes a la hora escribir?

Empecé copiando a los clásicos de la literatura británica del siglo XVIII y el XIX: Jane Austin, Charles Dickens, las Brontë, Daphne du Maurier, Wilky Collins, Conan Doyle, Agatha Christie… Para dar un toque más moderno me fijaba en los grandes bestseller de la época: Ken Follet, El Ocho de Katherine Neville, El nombre de la rosa de Umberto Ecco…

Ahora, procuro ser fiel a mi propio estilo, el que he ido construyendo durante estos doce años dedicada a la literatura.

-¿Qué lee Carla Montero?

De todo, menos fantástica y terror, salvo algún clásico del género. Leo bestseller, me gusta la novela americana del siglo XX (Hemingway, Scott Fitzgerald, Steinbeck, James Elroy…), libros de sellos independientes -acabo de leer una autobiografía novelada de Mary Karr, editada por Errata Naturae que es fantástica-. También autores españoles contemporáneos y, de cuando en cuando, intercalo una novela ligera, tipo feel good, que me sienta estupendamente.

Ahora estoy con Murakami y enganchada a la saga de los Cazalet de Elisabeth Jane Howard.

-La actualidad, las noticias, el día a día ¿Te sirven de inspiración a la hora de crear tramas?

No demasiado. Suelo encontrar más inspiración en los sucesos del pasado que en los del presente.

-¿La realidad supera a la ficción?

Desde luego que sí. Es algo que constato cada vez que investigo para mis novelas. En ocasiones y ante determinados hechos, pienso: si menciono esto en la novela, la gente va a pensar que qué imaginación tiene esta mujer.

Click para comentar
Salir de la versión móvil