La noticia de la ruptura entre Kiko Rivera e Irene Rosales ha sacudido al panorama mediático español. Tras once años de relación, nueve de ellos como matrimonio, y con dos hijas en común —Ana, de 9 años, y Carlota, de 7—, la pareja ha decidido poner punto final a su historia.
La información fue adelantada por la revista Semana y confirmada horas después por el propio DJ, quien quiso frenar especulaciones con un mensaje dirigido a sus seguidores. Sin embargo, la voz de Irene Rosales aún no se había escuchado hasta ahora. La modelo ha roto su silencio con un comunicado sincero y emotivo, compartido en sus redes sociales a primera hora de este jueves.
“Una decisión nada fácil”
En su escrito, Irene reconoce que la decisión ha sido muy complicada:
“Ha sido una decisión dura, nada fácil, pero ambos necesitamos seguir nuestras vidas por caminos distintos”, confesaba.
La excolaboradora de televisión ha recalcado que, a pesar de la separación, seguirá existiendo una unión familiar muy fuerte, especialmente por el bienestar de sus hijas:
“Tenemos dos niñas preciosas que se merecen recibir todo el amor, el cariño y el cuidado de sus padres, y así será siempre”.
Once años de relación y dos hijas en común
La historia de Kiko e Irene ha estado marcada tanto por los momentos de felicidad —bodas, nacimientos y proyectos en común— como por situaciones difíciles. Entre ellas, la muerte de la madre de Irene en 2020 y las conocidas desavenencias familiares de Kiko con parte del clan Pantoja. A lo largo de estos años, Rosales ha sido un apoyo fundamental para el DJ, acompañándolo en sus momentos más delicados.
La pareja se casó en 2016 en una ceremonia celebrada en Castilleja de la Cuesta (Sevilla), que reunió a familia y amigos. Desde entonces, han mantenido una relación muy mediática, marcada por la exposición pública y las apariciones en televisión.
Un nuevo capítulo en sus vidas
Con este comunicado, Irene busca transmitir serenidad y evitar especulaciones innecesarias. Tanto ella como Kiko han dejado claro que su prioridad serán sus hijas, apostando por una relación cordial como padres a pesar de su separación como pareja.
La ruptura llega en un momento en el que ambos emprenden nuevos caminos: Kiko centrado en su carrera musical y proyectos profesionales, mientras que Irene se aleja de los focos televisivos para cuidar de su vida personal y familiar.