València, 12 feb (EFE).- Hace un par de semanas, el portero del Castellón Álvaro Campos fue el «MVP» de la jornada en Segunda División tras parar un penalti en el encuentro ante el Sporting de Gijón, pero no fue esa la única alegría que dieron sus manos en esos días porque desde hace meses este joven médico hace felices a sus pacientes con los injertos capilares que implanta en su consulta.
Dice Campos (València, 1987) que los resultados de este tipo de cirugía tardan en verse (“igual seis meses o un año”) y que por eso no tiene prisa en sellar una permanencia que está seguro que conseguirán, aunque el Castellón lleve tiempo anclado en puestos de descenso.
“Estoy convencido de la salvación, el equipo trabaja bien. Es y será difícil, pero nunca dijimos que fuera a ser fácil. Igual es el último minuto del último día. Seguramente sea al final y sufriendo, pero el camino del éxito pasa por no rendirse nunca. Y al día siguiente, al quirófano. A alguno le pondré pelo”, explica a Efe entre risas.
No serán en este caso sus compañeros los únicos deportistas que se pongan en sus manos. “Tengo compañeros de varios equipos como pacientes, a unos les estoy tratando y otros está previsto que se hagan la cirugía cuando el calendario lo permita. La cirugía estética del hombre es la capilar e igual que las prótesis de pecho en las mujeres pasaron de ser tabú a no esconderse, con esto pasará igual”, augura.
Esta actividad profesional le viene de familia puesto que sus padres son médicos y, entre otras ramas, trabajan en la estética. Así lo cuenta en su consulta de la Policlínica Sermesa, que sus progenitores montaron hace ya muchos años en su Mislata natal, donde admite que llegar a ser cirujano y a la vez portero en Segunda División, no ha sido fácil.
“Empecé la carrera con 18 años, pero hice medio curso y me fui a jugar a Murcia. Con esa edad, te descentras un poco y te dedicas al fútbol casi en exclusiva. Con los años te das cuenta que con el fútbol solo no te va a dar para vivir porque te has estancado en una categoría que no es millonaria y entonces decides volver y dar prioridad a tu formación”, reflexiona.
Renunció “al ocio y a la diversión” de ser estudiante y ser futbolista para ser ambas cosas y empezó a firmar sus contratos con la mente puesta en las dos. «Cuando me fui a Lleida a jugar en Segunda B, tuve en cuenta que allí había facultad de Medicina en la que pude hacer un ‘seneca’ y estudiar”, recuerda.
Esta doble carrera, aunque le obliga a renunciar “a la buena vida” también tiene ventajas. “Tener otra cosa en la cabeza te permite rendir mejor porque te lleva a darle la importancia justa a cada una”, afirma Campos, que espera compaginar varios años más ambas trayectorias.
Para sus compañeros de ambas carreras era extraño tenerle al lado., pero cree que lo veían más raro en la universidad porque saben lo exigente que es la carrera y no daban crédito a que se pudiera compaginarlo todo, aunque admite que ha tenido sus «‘ángeles de la guarda» que le pasaban apuntes y le cubrían.
“Acabé la carrera en plena primera ola de la pandemia y el año pasado compaginé el final del master de cirugía capilar con el ascenso. Ha sido un año muy duro a nivel social y de salud, pero en 2020 he tenido todo eso y el nacimiento de mi hija pequeña, que nació el mismo 14 de marzo”, recuerda.
Admite que hay futbolistas que le piden opinión sobre sus lesiones. “De medicina, de política y de fútbol habla todo el mundo. Es complicado transmitir a un paciente un diagnóstico. Si me preguntan doy mi opinión sin contradecir a la autoridad. En este caso tenemos la suerte de tener a dos grandes médicos , uno de ellos Toni Giner, uno de los mejores en medicina deportiva en España”, apunta.
Además, el fútbol también le ha obligado a hacer prácticas de medicina. “Hace dos o tres años me tocó atender a un compañero, Paco Regalón, que había perdido la conciencia por un encontronazo. Fueron cuarenta o cincuenta segundos hasta que volvió en sí y llegó el equipo médico”, recuerda aquel partido, en el que también considera que fue «MVP».