Este fin de semana, el Vistalegre II de Podemos lleva camino de convertirse en un auténtico maremoto para dicha organización política. El enfrentamiento entre Pablistas y Errejonistas, entre los antaño amigos Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, es de tal magnitud, agresividad y mal estilo que pone en peligro no sólo la estabilidad orgánica del partido y de su presencia en las instituciones, sino también sus expectativas electorales de crecimiento. Sean enfrentamientos personales, vidas privadas, exnovias, novias, luchas de poder, diferencias ideológicas o estratégicas, lo cierto es que el espectáculo de acusaciones y reproches que Podemos está ofreciendo en estas últimas semanas preparatorias de Vistalegre II ha cruzado sobradamente el límite de los que debe ser el normal funcionamiento de un partido político que se enfrenta democráticamente con candidaturas alternativas a su congreso, a su Asamblea Ciudadana en el caso de Podemos.
Hace unos días, pudimos escuchar en una entrevista por boca del mismo Pablo Iglesias decir que Errejón era partidario de haber pactado con el PSOE de Pedro Sánchez tras el 20-D. Todos lo sabíamos. Como también se sabe que en el PSOE del ahora candidato a primarias Pedro Sánchez suspiran por la victoria de Errejón en Podemos o su escisión para facilitar el pacto entre ambas fuerzas. Como también se sabe, igualmente, que el PP de Mariano Rajoy prefiere a Pablo Iglesias que a Errejón de líder de Podemos, lo que dificultaría un posible pacto de izquierdas con un PSOE distinto del modelo de Pedro Sánchez, que aún está por ver si gana las primarias de su partido, lo que puede ocurrir pues votan los militantes.
Es una evidencia que la izquierda española vive en estos momentos tiempos orgánicos e ideológicos convulsos y que no ha afianzado aún sus nuevos liderazgos, lo que contrasta con el centro-derecha de Ciudadanos y PP, en los que sus liderazgos son indiscutibles, y en los que apenas se discute nada, ciertamente. En la izquierda, de momento sabemos por la última encuesta de CIS que Podemos es la segunda fuerza política tras el PP y por delante del PSOE. Un dato preocupante para los socialdemócratas del PSOE, ahora que Ciudadanos ha renunciado oficialmente a la socialdemocracia, lo que sitúa al PSOE definitivamente en el espacio electoral del centro-izquierda que ha sido abandonado expresamente por el partido de Albert Rivera en su reciente congreso.
Mientrasla izquierda anda con lo suyo, el gobierno de Rajoy aún no ha presentado los presupuestos generales del Estado para 2017. Aquellos que antes de la investidura de Rajoy eran indispensables, vitales, para el crecimiento del país y para la gobernabilidad. Los hechos, la actual falta de presupuestos, están demostrando que no era para tanto, que era un ardid dialéctico para no provocar unas terceras elecciones y propiciar así la abstención a favor de Rajoy. Con todo, vivimos en la España de 2017 con los presupuestos prorrogados de 2016 y parece que no hay prisa. ¿Qué habrá de esperar el gobierno para presentar los presupuestos?, ¿a que el PSOE tenga nuevo secretario/a general?, ¿a que los apoye el PSOE que ya ha dicho que no a través de su Gestora?. Aún siendo Rajoy un maestro en alargar los tiempos y en agotarlos, lo cierto es que en cualquier país democrático de nuestro entorno, un gobierno no se sostiene si no es capaz de obtener la aprobación parlamentaria de sus presupuestos. Y España no es una excepción. Ya empiezan a soplar nuevos vientos electorales.