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#LaGranotera| ‘Tito, al ataque’, por Dani Hermosilla

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DANI HERMOSILLA

#LaGranotera-. Formado en la cantera del Barça, Tito nunca fue un jugador agresivo. Si hablas con él, como con todos los peloteros, reconocen que aquello del gen defensivo no va con ellos. Como buen pelotero, a Tito le va la marcha hacia adelante. Lejos de entonar el mea culpa, la sentencia expresada por todos los medios de comunicación en cuanto a las dos últimas ventanas del mercado, Tito no ha tenido dudas ni la situación del equipo ha sido impedimento para reivindicarse. De un plumazo, defendió su trabajo, alabó al consejo, hizo honores al presidente, reivindicó la confección de la plantilla y la validez de los jugadores y, lo más sonoro, se puso del lado de Juan Ramón López Muñiz, a quien da todo su apoyo a pesar de que manifiesta diferencias importantes -todas ellas futbolísticas o técnicas- con el asturiano. «Es innegociable para el míster», dice cuando se le plantea algunas de las cuestiones más en el candelero -sistema, jugadores, estilo…- Hasta la fecha, todo le había salido relativamente bien. Hasta Anoeta. En la rueda de prensa, el míster se mostró por primera vez en las que he estado, a la defensiva, superado por un equipo que le había dejado en evidencia en el momento más inoportuno. Tras la polémica de Mestalla, Anoeta debía de ser el punto de inflexión. El equipo le abandonó. Y, por momentos, pensé que el entrenador tiraba la toalla -desde el punto de vista anímico, por supuesto-, a pesar de indicar que se veía capaz de sacar la situación adelante. Es consciente que un entrenador con su balance de victorias estaría ya en la calle. El presidente quiere huir de la trituradora de entrenadores  de su predecesor,  Pedro Villarroel -quien, por cierto, sigue hablando cuando la verdad es que tiene mucho más para estar callado que para expresar su opinión sobre el consejo-, de la imagen de éste como controlador de la parcela deportiva -humilló a cuantos profesionales tuvo a su cargo- y se encontró con que el elegido para llevar la parcela deportiva en sustitución de Manolo Salvador, el artífice de la mejor etapa del club en primera, le había salido gallito. Contra viento y marea, y en una ronda por los medios típica de tiempos de parada o de crisis, Tito no sólo defendía al mister, su labor y su equipo de trabajo, junto a Carmelo del Pozo, sino que además rebatía cada uno de los argumentos que han desfilado entre los aficionados en las últimas semanas. ¿Consecuencia? Los aficionados se han resignado a que Tito manda en la parcela deportiva, que Muñiz entrenará hasta final de temporada, salvo debacle, y que el presidente no se mueve un ápice de su sitio. La salida de algún miembro del equipo director tras el consejo del pasado lunes, era significativa y muy expresiva: : la noticia es que no había noticia. Que nadie se mueva; el capitán Tito toma el mando. Te puede gustar más o menos -incluso hay revuelo a nivel interno-, pero lo cierto es que la tormenta ha pasado -hasta el lunes- y Orriols será quien dicte sentencia. A poco que se le dé y, más si la fiesta acaba en victoria, todo se quedará en una anécdota. El vuelo de vuelta de Anoeta presagiaba otro final. El Levante sigue siendo el único equipo de los de abajo que no ha cambiado de técnico, para orgullo de Quico  y recelo de algunos de sus consejeros. Eso es así.

Cerrar el círculo del Villamarín

Lo he dicho muchas veces, y algunos han empezado a escribir sobre ello  ahora que los números lo expresan. Lo difícil fue decirlo en el momento, en las hora posteriores a la derrota en el Villamarín, la primera de la temporada. Allí se quedó algo, se rompió algo. Y una vuelta después, el equipo no ha recuperado el pulso de las primeras jornadas de liga, en las que el espíritu del ascenso hizo la magia de lograr llegar invicto a la quinta jornada, con más de uno pensando en un Eurolevante. El 4-0 en una horrible segunda parte fue un castigo duro, para técnico y jugadores. Responsabilidad de Muñiz ha sido otorgar de confianza al grupo, devolverle la autoestima y la creencia de que pueden ganar a cualquiera -y perder con cualquiera, por lógica, también. Y no lo ha hecho o, más bien, no lo ha conseguido. Lo dijo en la rueda de prensa posterior al esperpento de Anoeta, y lo ha repetido Tito en cada entrevista, aunque disfrazado (sólo) de infortunio: ha habido partidos que hemos merecido ganar y hemos empatado, y los que hemos merecido perder, los hemos perdido. Cuantificados en cinco. Y es verdad. No le falta razón. Ahí responde una de las preguntas que yo le hice en Donosti. ¿No es demasiada ventaja para los rivales darle siempre el inicio de cada partido? El míster cambió la orientación del argumento en su respuesta, y sí reconoció que empezar cada partido por detrás en el marcador sí es un lastre. Lo mismo, con distintas palabras. Espero que Orriols y la visita del Betis cierren definitivamente la brecha. Lo espero yo y todos vosotros. Para ello, es importante que el equipo salga con decisión, que el público responda sin fisuras a la buena nueva. Pero si en el minuto 9, los marcadores de Orriols reflejan un 0-1 y el equipo sale sin tensión y dominado por el Betis, lo que pueda ocurrir después contradirá muchas de las cosas que se han dicho esta semana desde el club. La volatilidad del fútbo.

La importancia del choque de este lunes, no escapa a nadie. Muñiz, además, ha convocado a toda la plantilla -aunque es algo que ha hecho muchas veces- y quiere que todo el mundo esté metido en el ajo, hacer piña. No espero grandes cambios contra el Betis. ¿Un segundo delantero? Puede. Tal vez pero, contra el equipo de Setién quien, por cierto, regresa a Orriols, no sea lo más recomendable. Si me sorprendería ver un equipo a verlas venir. La plantilla sabe que le debe una a la afición. Y ésta, ha demostrado que, cuando el equipo le da algo, se vuelva. Esperemos que, por una vez, se junten todas las fuerzas del levantinismo (incluida la suerte) y que, por fin, el Levante UD vuelva a ganar en casa. Sino arregla el desaguisado de temporada de Orriols, el equipo difícilmente se va salvar. Lo primero, crucemos los dedos. El martes no será cualquier martes. Cielo azul o tormenta. Pero ya nada será igual.

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