València, 26 feb (OFFICIAL PRESS-EFE).- Bicicletas, lavadoras o sillas y mesas de balcón son recuerdos cotidianos de una vida truncada por las llamas del incendio que arrasó el edificio de Campanar y que le costó la vida a diez de sus vecinos, enseres que ahora quedan como testigos calcinados del infierno que se desató en esta finca de València.
El esqueleto carbonizado del edificio deja ahora una dolorosa realidad para los afectados, la de decir adiós a los fallecidos y a una casa en la que se agolpa todavía la cotidianeidad doméstica, ahora a la vista indefensa de miles de cámaras y teleobjetivos.
La destrucción absoluta de las viviendas
A la pérdida de vidas humanas el fuego sumó la destrucción absoluta de las viviendas de más de cien familias que ahora se intentan recomponer del shock y cuyas casas se examinan con lupa para hallar las posibles causas del incendio y la razón de su rápida propagación, pero ese minucioso estudio también ofrece respuestas a un modo de vida, uno por cada vivienda examinada.
Desde el teleobjetivo de una cámara se pueden apreciar tendederos ubicados en el balcón, sillas en las terrazas alrededor de una mesa o apiladas para no perder espacio en el interior… Son apenas algunos de los muchos detalles que se observan desde la rotonda donde confluyen las avenidas Maestro Rodrigo y General Avilés.
En otras plantas, la cámara capta una tabla de planchar o un banco de pesas ubicado en el interior de la vivienda.
Son algunos de los muchos elementos de cualquier vivienda que ahora salen a la luz, mientras la policía científica sigue haciendo su trabajo y los afectados esperan poder habitar una nueva casa, aunque los recuerdos de la suya, la del barrio de Campanar, difícilmente se les pueda olvidar.
Se han podido salvar algunas de las cajas fuertes de varios de los pisos o apartamentos, que de hecho fueron siendo entregadas a sus respectivos propietarios este pasado domingo.
Insalvables han quedado muchos otros elementos, como una lavadora y una caldera, ubicados en un ventanal que ahora ha quedado totalmente al descubierto tras el incendio, o al menos dos bicicletas totalmente calcinadas y retorcidas por las llamas.
Sólo hay un caso en el que el negro color en el que ha mudado la fachada se ha quedado en el gris original: es el de la decimotercera planta de uno de los bloques, en el que durante más de una hora una joven pareja esperó a ser rescatada, rodeada por las llamas y la densa humareda.
El trabajo de los bomberos, que durante más de una hora regaron el entorno de esa planta a la espera de contar con un momento en el que el viento no pusiera en peligro la vida de los rescatadores, permitió recuperar sana y salva a esta pareja de jóvenes -en medio del aplauso general de los cientos de personas que siguieron desde la calle toda la maniobra- y, con ello, dejaron a la luz el verdadero color de una finca que es ya símbolo de una tragedia.
Mientras los trabajos policiales siguen, València «vuelve a la normalidad» este lunes, pues se acaban los tres días de luto oficiales decretados tanto por la ciudad como por la Generalitat, pero los damnificados seguirán en un hotel a la espera de ser reubicados en un edificio cedido por el Ayuntamiento, el del barrio de Safranar, que está siendo amueblado a contrarreloj para alojar allí a las más de cien familias afectadas.