Un 95% de eficacia. Esos son los resultados que ha obtenido Moderna en los primeros ensayos clínicos de su vacuna. Los ha anunciado el presidente de la compañía, Stephen Hodge, que no ha dudado en afirmar que «vamos a tener una vacuna que pueda detener el COVID-19».
La farmacéutica tiene previsto producir 20 millones de dosis para finales de año, a un coste de 25 dólares. El ensayo se ha realizado sobre 30.000 voluntarios en Estados Unidos, 7.000 de los cuáles tenían más de 65 años y 5.000 eran menores de edad. La mayoría sufrían patologías de riesgo ante el coronavirus, como problemas cardíacos, diabetes u obesidad. Ninguno de ellos ha registrado problemas graves.
La vacuna de Moderna tiene la misma tecnología que la desarrollada por Pfizer, la llamada de ARN mensajero, y también se administra en dos dosis. Su ventaja, que tiene una distribución más sencilla porque no necesita almacenarse a temperaturas muy bajas como la de su rival. Además, según los datos preliminares, su efectividad es mayor, hasta del 95%.
La Unión Europea, que ya había aprobado las pruebas reales con las vacunas de Pfizer y Astrazeneca, ha autorizado esta misma mañana el inicio de los test con la vacuna de Moderna, con la que también tiene firmados precontratos de distribución.