Afganistán, Irak, Somalia, Nigeria o Mauritania se cuentan entre los destinos que España desaconseja visitar, siendo solo algunos de los 23 países enlistados en el sitio web del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Aunque no se prohíbe explícitamente viajar a estos lugares, el Gobierno insta fervientemente a evitarlos debido a su peligrosidad y la falta de seguridad que amenaza la integridad de los viajeros.
El riesgo de ser víctima de secuestros, robos, encontrarse en zonas de conflicto o incluso sufrir ataques terroristas es significativamente alto.
Ciertas áreas de India también se catalogan como peligrosas y se sugiere evitarlas. Un ejemplo es una región en el noreste del país donde Vicente y Fernanda sufrieron un asalto mientras viajaban en motocicleta. Al acampar en una población remota, fueron atacados, con resultados devastadores: Fernanda fue víctima de violación por parte de siete hombres y Vicente fue brutalmente golpeado y maniatado.
Otro riesgo al que se enfrentan los viajeros es el potencial arresto.
Santiago emprendió un viaje a pie desde España hasta Qatar para presenciar el Mundial de Fútbol. Sin embargo, durante su travesía, fue detenido en Irán por tomar fotografías cerca de la tumba de un activista iraní. Pasó 15 meses en una prisión del país, acusado falsamente de espionaje, con una condena de muerte pendiendo sobre él. Afortunadamente, fue liberado gracias a la intervención del embajador español.
Muchos de estos incidentes ocurren cuando los viajeros organizan sus expediciones por cuenta propia, sin un entendimiento adecuado de la cultura y las normativas locales.
Las agencias de viajes advierten sobre estos riesgos y desaconsejan visitar este tipo de destinos.
«Lo que aquí podría ser un simple robo de cartera, allí podría resultar en un encuentro con un arma de fuego», advierte Noelia Gonzalo, directora de Viajes Etnia, una agencia especializada en turismo por África.
A pesar de las advertencias del gobierno español, cada vez más personas se aventuran a estos destinos en busca de experiencias emocionantes, poniendo en riesgo sus vidas al visitar países en conflicto o con regímenes restrictivos, como Corea del Norte.
En un caso notable, un turista estadounidense fue detenido durante 15 meses por sustracción de propaganda, y poco después de su liberación falleció debido a graves lesiones cerebrales.
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