No, salvarnos de morir. Primero fue salvar el verano. Llegó la segunda ola de la Covid-19. Ahora el sector económico habla de salvar la Navidad. Llegará una tercera ola si aflojamos las medidas de precaución en enero o febrero.
Lo único cierto es que el virus sigue matando, al margen de la frialdad de las cifras, una sola muerte es un drama. Y ese drama tiene nombre y apellidos. No debemos transgredir las normas porque no sólo morimos nosotros igual matamos a nuestros padres, hijos, hermanos o amigos.
Se han anunciado vacunas para dentro de entre tres y seis meses. El anuncio de la vacuna solo inmuniza a los descerebrados negacionistas, pero como ellos ya estaban inmunizados, no a lugar. Los “Borjamaris” y las “Pilucas” pueden seguir su cruzada, bandera de España en ristre y sirvienta atizando su cacerola. Paseando en su Panamera, BMW o Mercedes bandera al viento para exigir “Libertad”.
¿Qué libertad? ¿La de no ponerse la mascarilla, lavarse las manos con hidrogel, mantener las distancias, salir hasta la hora que quieran, abrir los locales de ocio sin límites, juntarse sin restricciones de personas, negar una realidad que mata?
La gente anda maldiciendo la Navidad, Año Nuevo y Reyes que nos toca vivir. Control del número de personas, medidas sanitarias, horarios y desplazamientos. Pero no se pueden tener 17 modelos para una pandemia y que cada cual diga la suya basado en las competencias de cada territorio. Las libertades individuales no pueden estar por encima de la salud de las personas. Creo que se trata de una Pandemia.
Unas fiestas diferentes y responsables pero no con menos alegría y esperanza. Sobre todo para llegar a las navidades de 2021, muchos no llegarán. Así de claro.