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Sara Carbonero cuenta por primera vez cómo vivió la quimioterapia

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Sara Carbonero cuenta por primera vez cómo vivió la quimioterapia

El 10 de mayo de 2019, Sara Carbonero recibió una de las peores noticias de su vida: le diagnosticaron un tumor maligno de ovario. Tras someterse a una cirugía, comenzó el duro proceso de quimioterapia. Con el tiempo y tras una complicada batalla, logró recuperarse.

A lo largo de estos años, la periodista ha compartido sus reflexiones sobre esta lucha. Ahora, más de un lustro después, ha publicado un emotivo mensaje en Instagram, donde tiene más de 3,5 millones de seguidores, revelando cómo vivió la quimioterapia y cómo reaccionaron sus hijos, Martín y Lucas.

A través de una foto en el espejo, Carbonero recordó el martes 11 de junio que, durante aquella difícil época, evitaba mirarse al espejo: «Lejos de la frivolidad que pueda parecer, cuando me miro al espejo, lo hago para tomar conciencia de mí misma y mejorar mi autoestima. He pasado épocas en las que huía de ellos porque no reconocía a la persona en el reflejo, llegando a pasar tres o cuatro meses sin mirarme», lamentó.

Además, pasó un tiempo sin poder levantarse de la cama: «Al acabar el sexto y último ciclo de quimioterapia, estaba en la cama, sin poder moverme». Su primogénito se tumbó con ella y le dijo: «Mamá, tienes las cejas grises y no pareces tú». Esta reacción sorprendió a la presentadora.

«En ese entonces, no sabía que había perdido todo el pelo de las cejas, que enmarcan la mirada y dan personalidad al rostro. No sabía cómo salir de esa situación y le dije: ‘¿Y las pestañas? ¡Mira, me queda una única superviviente! ¡La más valiente!'», recordó Sara.

Una tierna conversación con su hijo mayor terminó con el pequeño intentando arrancarle ese último pelo. «Por supuesto, muerto de risa, empezamos una guerra de almohadas y luego a otra cosa», aclaró la empresaria.

Tras esto, reflexionó y aseguró que «tengo esa conversación grabada como muchas otras incómodas, en las que gracias a su capacidad de adaptación, fue todo menos traumático. A día de hoy, cuentan orgullosos a sus amigos cuando mamá tenía el pelo ‘como un chico'».

Y añadió: «Las carcajadas llegaron cuando ese mismo verano apareció un anuncio de champú que grabé meses antes, con mi larga cabellera meneándola. Esto hizo que los niños me imitaran y me animaran: ‘Ya pronto volverás a hacerlo, mamá. Y además, ya no tendrás las cejas grises'».

Junto a la imagen frente al espejo, Sara compartió la fecha y el lugar donde Martín le dijo que tenía «las cejas grises»: fue el 11 de octubre de 2019, en Oporto. El post ya acumula miles de likes y múltiples reacciones de sus fans y de su entorno más cercano.

La publicación íntegra de Sara Carbonero hablando de su quimioterapia

Vaya por delante que soy malísima con los selfies en el espejo pero anoche quería probar unas luces nuevas.
Que si un ojo bizco, que si muy seria, la mirada melancólica, que si te sonríes mucho a ti misma es muy forzado.

Lejos de la frivolidad que pueda parecer, yo cuando me miro al espejo,lo hago para tomar conciencia de mí misma, lo utilizo como herramienta clave para mejorar mi autoestima.

Por causas de la vida, ya he transitado épocas en las que huía de ellos porque no reconocía a la persona que me mostraba el reflejo, llegué incluso a pasar tres o cuatro meses sin mirarme en uno.

En una de esas, al acabar el sexto y último ciclo de quimioterapia, yo estaba en la cama, sin poder moverme y mi hijo mayor se tumbó conmigo.

Después de mirarme detenidamente, muy raro, soltó: “Mamá, es que tienes las cejas grises y no pareces tú”. Yo por entonces, precisamente por no mirarme ignoraba que había perdido todo el pelo de las cejas, que son las que enmarcan la mirada y dan personalidad al rostro.

No sabía muy bien cómo salir de ahí y se me ocurrió decirle: ¿Y pestañas? ¿Has visto que me queda una única superviviente ? ¡Una! ¡La más valiente!!
Intentó arrancármela , por supuesto, muerto de risa y empezamos una guerra de almohadas y después, a otra cosa.
Tengo esa conversación grabada como muchas otras incómodas, en las que gracias a su capacidad de adaptación fue todo menos traumático.

A día de hoy, cuentan orgullosos a sus amigos cuando mamá tenía el pelo “como un chico”.
El día que me vieron así por primera vez, les llevé unos puzzles para desviar su atención, como me dijo la psicóloga.

Pero no resultó, como dice la canción: No quitaron sus ojos de mí, corriendo incluso alguna tímida lágrima por sus mejillas. Luego, empezamos a buscar fotos de actrices y cantantes monísimas con pelo corto y nos pusimos con el puzzle.

Las carcajadas llegaron cuando en ese mismo verano salía en la tele un anuncio de champú que grabé meses antes con mi larga cabellera meneándola para delante y para detrás.
El colmo de los colmos. Esto sirvió para que los enanos me imitaran y me animaran:”Ya pronto volverás a hacerlo, mamá.”

“Y además, ya no tendrás las cejas grises”.

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