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‘Te estás jodiendo la vida’, el manual de anti-autoyuda

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Los nuevos gurús de la industria de la autoayuda nos repiten machaconamente   frases   como   «Sé   tu   mejor   versión»,   «Consigue   tus objetivos y serás feliz». Por eso, ‘Te estás jodiendo la vida’ es de esos libros que te lleva a la absoluta realidad.

Hacen depender el valor de los individuos de su  productividad  y  sus logros,  deshumanizándolos.  Así,  nos  vendemos  a  través  de  las  redes sociales como si fuésemos un producto y nos exigimos cada vez más, en un afán de perfeccionismo insaciable que nos genera ansiedad, depresión, estrés y frustraciones.

Debemos reivindicar nuestra humanidad y nuestros valores personales. Empezar a ser nosotros mismos y sentirnos satisfechos con lo que realmente somos para tratarnos con decencia y respeto.

Aprendamos a aceptarnos incondicionalmente  y  dejemos  que  los demás, si quieren, sigan jodiéndose la vida tratando de mejorar su versión de si mismos, ante un juez interior imposible de satisfacer.

‘Te estás jodiendo la vida’, el nuevo manual de anti-autoyuda

Tras el éxito de su primer libro, Hasta los cojones del pensamiento positivo (+10.000 ejemplares vendidos), el psicólogo Buenaventura del Charco vuelve para contarnos, sin pelos en la lengua, con la franqueza y cercanía que le caracterizan, qué pasa en nuestra actual y vacía sociedad y por qué, pese a sus comodidades materiales y la tecnología, estamos ‘en la puta mierda’

LA SALUD MENTAL Y EL MALESTAR EMOCIONAL: TRADICIONALMENTE INVISIBLES PARA LA SOCIEDAD

El problema de la salud mental y del malestar emocional es que no se ve. Son heridas que duelen de la hostia, pero difusas; están, pero no están, sabemos que nos duelen, pero al no poder verlas, tampoco entendemos bien qué coño nos pasa y si es real o es una paranoia que nos estamos montando…  Eso  nos  hace  sentirnos  avergonzados  o  raros,  que  no  lo estamos haciendo bien.

Porque todo el mundo entiende que no puedas o no tengas ganas cuando tienes fiebre, pero no cuando tienes ansiedad, pena o lo que cada vez es más frecuente, que a veces la vida te canse y te parezca que no tiene mucho sentido. Eso hace que todos llevemos la procesión por dentro, en silencio culposo por no saber muy bien qué contar y porque todo Dios aparenta estar bien con sus vidas.

LA VERDADERA PANDEMIA: INSATISFACCIÓN CRÓNICA

La verdadera plaga de nuestra época es que parece que nunca podamos estar  satisfechos  y  en  paz  con  nosotros  mismos.  Somos  una  cultura deshumanizada,  en  la  que  parece  que  todo  tiene  que  ser  bonito, instagrameable,  ideal.  Comparándonos  con  eso,  es  normal  que  no tengamos claro si de verdad somos suficientes,  y  es  que,  hoy  en  día, tanto sabes, tienes, o atractivo eres, es igual a tanto vales, ese es el sino de nuestra época, el valor del ser humano reducido a su productividad, igual que si fuera ganado.

Por eso, no es de extrañar que nos hayamos olvidado de la aceptación, disfrutar de las pequeñas cosas, cuidar y dedicar tiempo a nuestros seres queridos, por dejarnos la vida en intentar conseguir una lista interminable de objetivos y propósitos; tratándonos fatal a través de la autocrítica y el juicio para intentar conseguirlo.

Mendigamos «me gusta», y para eso buscamos cursos de autoayuda que nos enseñen a ser «nuestra mejor versión». Nos dejamos la puta vida en intentarlo, sin importarnos que al hacerlo acabemos exhaustos, ansiosos o vacíos, pero, sobre todo, ignorando y reprimiendo la parte de nosotros que sufre.

Basta ya de «salir de la zona de confort», vamos a empezar a estar cómodos, a descansar y a darnos permiso de ser lo que somos realmente, porque no somos perfectos, pero ni puta falta que nos hace.

QUÉ ESPERAR DE ‘TE ESTÁS JODIENDO LA VIDA’

Este no es un libro en contra de querer avanzar en la vida, del esfuerzo o de conseguir objetivos, algo que no tiene nada de malo en sí mismo; este es un libro que busca que te replantees desde dónde haces las cosas y qué  clase  de  relación  construyes  contigo  mismo,  ya  que  solemos  ser nuestros jueces y verdugos más crueles.

«Aparte de procurar que reconsideres algunas cosas, no voy a ofrecerte mucho más, ya que creo que la psicología, al igual que la filosofía, no debe darnos   un   camino   marcado,   igual   para   todos,   para   seguirlo,   sino desconcertarnos para que seamos nosotros los que nos planteemos nuestros propios interrogantes, y de esta forma, poder encontrar nuestras propias respuestas que se conviertan en el camino a seguir por cada uno.

Frente a la reducción de tecniquitas, promover trucos psicológicos para autoengañarnos o una lista de hábitos que practiar (que se convierten en una nueva obligación en nuestra lista de cosas que hacer y por las que nos machacamos al no cumplir) te ayudaré a replantearte de dónde viene la visión  que  tienes  de  ti,  lo  que  te  cuesta  aceptar  y  en  qué  consiste  la felicidad o el amor propio, así como a cuestionar qué te da realmente valor como ser humano, cómo tratarte y qué es importante para ti realmente en la vida a fin de que puedas tomar decisiones desde la honestidad contigo mismo.

Voy a intentar brindar mi experiencia, no tanto para que “sea de historia de  superación”,  sino  como  ejemplo  para  ilustrar  algunas  cosas  y,  sobre todo, que sea un espejo donde puedas verte reflejado sin sentirte juzgado y que normalicemos el malestar que padecemos todos y que llevamos por dentro tras una careta de seguridad y optimismo con una estúpida sonrisa dibujada  en  la  cara  mientras  por  dentro  estamos  asustados  o  llorando, porque no sabemos si realmente somos suficientemente buenos».

SI QUIERES SER LIBRE, TENDRÁS QUE ASUMIR SU PRECIO: EL RECHAZO

Nos   sentimos   niños   temerosos   de   que   no   nos   quieran,   por   eso procuramos agradar y hacerlo bien. Pero ya es hora de que asumas que eres  un  puto  adulto,  y  has  de  decidir  si  quieres  creer  a  quienes  te  han hecho sentir que no eres bueno o mandarlos a tomar por culo y empezar a aceptarte incondicionalmente.

«En este libro te intentaré explicar cómo puedes hacerlo ayudándote de la autocompasión, la aceptación propia, el perdón y a pelear por ti. La congruencia contigo mismo es el camino para poder sentirte en paz con lo que eres realmente, por encima de si lo haces bien o mal, de si tienes éxito o la cagas.

También te hablaré de todo eso de lo que ya no se habla, pero que creo que  sigue siendo valioso y que influye más en nuestra felicidad y bienestar que lograr no sé cuántas   mierdas:   descansar, tener una rutina  agradable que merezca la pena vivir, ver a la gente a la que queremos y contarnos cómo nos va, hacer esas polladas que nos gustan, pero para las que nunca tenemos tiempo porque »no son    (tan)    importantes»,    y alguna que otra cosilla más».

Hemos perdido lo importante, sobre todo lo que nos daba estabilidad, para ganar lo superfluo y accesorio

En una sociedad en la que no nos falta de nada de lo material, se da la paradoja de que las clases medias y bajas se han aburguesado y precarizado a la vez: lujos impensables hace solo treinta años —como viajar con frecuencia, vestir ropas de marca (e incluso se podría decir que marcas  tradicionalmente  de  lujo,  como  Loewe,  se  han  democratizado), ponerse tetas o morros, seguir las últimas tendencias, comer habitualmente fuera de casa y similares— es algo muy presente en nuestra vida y, sin embargo, cosas mucho menos «vistosas», pero más necesarias para la salud mental, como el acceso a la vivienda, tener unos ahorrillos para los imprevistos o un contrato indefinido son algo escasísimo, casi en peligro de extinción.

TENEMOS LA PIEL MÁS FINA Y CADA VEZ HUIMOS MÁS DEL MALESTAR…

(…) Lo que impide que desarrollemos capacidades que tenemos de forma innata para enfrentar el dolor (lo cual no significa que no te duela, si no que eres capaz de superarlo), pero que, como las semillas, dependen de que se den unas condiciones para que puedan desarrollarse y convertirse en tallos verdes y fuertes.

Pero esto no solo nos priva de la oportunidad de desarrollar nuestra resistencia al dolor de forma natural,  sino  que,  además,  fomenta  la  evitación  y  la  represión  de  las emociones desagradables, algo tan dañino psicológicamente que casi sería mejor volver a fomentar el consumo de tabaco.

En psicología se llama evitación al proceso mediante el cual el sujeto intenta huir de aquello que le resulta aversivo, siendo esto tanto una situación (hablar en público),  algo  en  concreto  (las  arañas)  o  sucesos  de  nuestro  mundo interno, como emociones desagradables o pensamientos determinados.

El problema principal de huir es que nos volvemos más sensibles a eso que evitamos y que toda esa represión genera muchísima sintomatología (obsesiones, compulsiones, pérdida de control…).

Por si esto fuera poco, provoca otros problemas indirectamente, como el hecho de que el dolor se acumula hasta que no podemos más y nos quebramos de forma dramática, o que, para tapar y reprimir, dependemos de hacer cosas que son dañinas como las compras, la aprobación en redes sociales o la delgadez.

OTROS EXTRACTOS DEL LIBRO

Basándome en mi experiencia clínica, creo que la aceptación incondicional de nosotros mismos, la consciencia y la honestidad emocional, la autenticidad a la hora de mostrarnos, el compromiso y la congruencia, enfrentar el malestar y tomar decisiones desde la lealtad propia, acogernos en el dolor y pelear por uno son aspectos muy determinantes (en referencia a conseguir la sensación de bienestar emocional y salud mental).

Si profundizamos en nuestro psiquismo, encontramos una actitud hacia nosotros caracterizada por la crueldad y sadismo bastante hijoputesco y un sentimiento de tara estructural/inutilidad/ser indigno de amor en el que hay muchísimo sufrimiento y un miedo profundo al rechazo, la debilidad o el ataque.

Cuando un niño recibe gestos prohibitivos expresados de modo que lo que se está censurando no es su conducta en concreto, sino a él como individuo, esta sensación de tara defectuosa coge fuerza. Frases comunes como «Eres un desastre» o «Qué malo es este niño» hacen una evaluación total de la persona, y aunque el adulto está diciéndolo en referencia a que tiene el cuarto desordenado o no quiere irse a dormir y da por culo, el crío lo interioriza en el sentido más literal. Que es un mierdecilla, vamos.

Vivimos bajo examen. Es dramático el poco margen para la honestidad que tenemos hoy en día. Estar sometido a evaluación no es algo que simplemente no sea agradable, sino que, como entendemos que no pasar satisfactoriamente esa prueba será algo que nos hará daño, nuestro psiquismo no puede evitar experimentarlo como una sensación de estar en peligro, de potencial amenaza, así que pondrá en marcha su respuesta biológica para intentar evitar que le hagan daño: la ansiedad y la rabia.

Llega el fin de semana y tampoco descansas, porque, como te comenté anteriormente, ahora hay que exprimir cada momento, debes tener una vida   llena   de   planes   y   experiencias   instagrameables,   nada   de monotonía… Así que, sencillamente, estás reventado, agotado de intentar llegar a todo.

El perfeccionismo tiene la extraña capacidad de hacer que dejemos de disfrutar al someter a examen, convertir en obligación, desconectarnos del aquí y el ahora e impedirnos fluir con casi cualquier actividad. Te dice, además, cómo debes hacerlo, de forma que dejas de hacer las cosas de la manera en la que te encajan y tratas de buscar «la forma perfecta» de realizarlas. Esto es un parásito que pudre hasta el más dulce fruto, incluso lo más sagrado, como el amor, que se pervierte cuando deja de ser algo que nos nace y damos desinteresadamente para convertirse en otra herramienta de autovalidación perfeccion

La aceptación incondicional consiste en permitir al otro ser, sin enjuiciarlo o repudiarlo por ello, incluido (y es ahí donde tiene más fuerza terapéutica) en lo que no le gusta de sí mismo, en todo aquello que le parece despreciable, malvado o ridículo.

Cuando la persona recibe eso, se permite explorar lo que normalmente se esfuerza por mantener reprimido y bien tapadito, ya sea mediante las resistencias psicológicas o mediante mecanismos compensatorios en un intento de sentir lo contrario. Al hacerlo, al atrevernos a aceptar y tomar consciencia de lo que ocultamos de nosotros por miedo, suelen ocurrir varias cosas. Una de ellas es que duele que te cagas, pero, después de eso, es profundamente liberador, ya que te lo permites y dejas de gastar energía y esfuerzos en reprimirlo.

SOBRE EL AUTOR

Buenaventura del Charco

«Me niego a ser otro experto que parece que es el puto modelo a seguir y que siempre tiene una respuesta sobre qué hacer y la forma adecuada de hacerlo (…) Tampoco quiero ser un gurú iluminado apartado del resto de los mortales»

Buenaventura del Charco Olea es psicólogo y psicoterapeuta y combina la actividad docente en distintas universidades españolas con la práctica clínica. Escritor y conferenciante, realiza una comprometida acción divulgativa en prensa como colaborador en medios como El Mundo, Harper’s Bazaar, Vogue o ABC. Su primer libro, Hasta los cojones del pensamiento positivo, ha sido un éxito, con más de 10.000 ejemplares vendidos.

 

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