Águeda Bayarri
Y de repente, sin saber por qué, la vida te sorprende. Y de repente te despiertas escuchando » tu canción”, esa que más se parece a la banda sonora de tu vida. Y te percatas de que no la has elegido tú, pero es la que más te identifica. Y te das cuenta que sí, que afrontas la vida de forma serena pero intensa, que eres de llorar y de reír, que tomaste lo mejor de cada instante y por eso estás en el momento preciso, en el que has elegido. Que amas y disfrutas. Y sí, lloro y río, gano y pierdo pero soy feliz haciéndolo a mi manera. Dejo fuera lo que no me gusta y también dudo. Me divierto. Sé que soy feliz. En lo único que no estoy de acuerdo es en que no se acerca el final pero el camino es muy bonito.
La vida está para vivirla y por eso hay que celebrarla. Y estas últimas semanas no dejo de compartir momentos bonitos, importantes e intensos con personas que cumplen años y preparan las mejores fiestas pensando más en los suyos que en ellos mismos.
Me he perdido muchas celebraciones, momentos importantes de la vida de personas que me importan. Por eso, desde que cambié de trabajo y de ciudad, me propuse estar siempre con los míos y la distancia en este caso es un aliado.
No podía dejar de celebrar la vida con la fiesta sorpresa a prima Esther, con mi amiga Susana que aunque nos dice que cumple años yo estoy convencida de que los resta. Cada año más guapa y yo ¡solo quiero verla feliz! Con mi amigo Iván que cumple 40 y ¡Raquel que lo prepara todo tan bonito!
Pero quién ha afrontado su vida serenamente ha sido mi abuela Teresa que el 30 de Octubre cumplió ¡100 años! Quién la conoce lo sabe…ella es serena, tranquila, reflexiva, en paz consigo misma y con todos, huyendo de la confrontación. Son muchos años viviendo y sintiendo. Lo ha visto todo. Es lo que tiene ser centenaria. ¡Qué palabra más grande!
