He visitado Barcelona en bastantes ocasiones y este verano estuve un fin de semana con mis amigas en Cambrils. No hace falta sentir cercanía o proximidad para que un atentado duela. Da igual que se atente “en casa ” o en la otra parte del mundo. El terrorismo duele. Las víctimas, personas inocentes cuya única culpa es estar en ese momento en el lugar donde a un terrorista se le ocurre atentar. Y víctimas somos todos. Todos sufrimos.
No hay consuelo para parar de llorar ni rabia suficiente para dejar de gritarles a los terroristas que ¡BASTA YA!, que queremos vivir en un mundo libre, en un mundo donde haya libertad de Religión, de pensamiento y de opinión. Donde el derecho a la vida es un derecho fundamental y nadie debe arrebatárnoslo.
Debemos unir fuerzas porque los que queremos el fin de la violencia somos más. Necesitamos estar juntos porque juntos somos más y más fuertes.
Desde este espacio, quiero dar las gracias a la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por protegernos, cuidarnos, informarnos y reaccionar de manera tan rápida ante los ataques. Muchas gracias.
También, a los periodistas de calle, a los reporteros que se han pasado días enteros sin dormir para contarnos lo que está pasando en un momento tan delicado. Son las noticias que ningún periodista quiere contar. Gracias.