Apareció la cara A del Valencia Basket. Los de Ponsarnau, irregulares toda la temporada, tenían que mostrar su mejor versión en la Fonteta para no quedar fuera a las primeras de cambio en las semifinales de la ACB. Y debían hacerlo ante el mismo Real Madrid diezmado que les había pasado por encima en el primer partido de la eliminatoria. Dicho y hecho. Con intensidad en defensa las cosas funcionan mejor en los deportes de equipo, pero más en uno llamado baloncesto.
La salida al partido de los «taronja» ya fue toda una declaración de intenciones. A los tres minutos los valencianos ya estaban 7 arriba. El Madrid apretó en defensa y redujo la efectividad local, pero su ataque continuaba estrellándose contra el muro diseñado por Ponsarnau en su partido 200 como técnico del Valencia Básket. Al final del primer cuarto se llegaba con un 24-16 en el marcador. Sería la última vez que los de Laso se vieran tan cerca.
29-18, 35-24, … La diferencia se fue estirando en el segundo parcial, el mejor en juego de los locales. Al descanso, 44-29, +15, ante un conjunto blanco que sólo había sido capaz de anotar trece puntos en todo el cuarto.
La segunda parte sobró. El Valencia tiró de oficio para conservar, e incluso aumentar, su ventaja (64-48 al final del tercer cuarto). En los últimos 10 minutos, con el Madrid ya pensando en el partido decisivo, llegó el espéctaculo, con un minuto de oro de Labeyrie en el que el francés encadenó un triple en ataque y un tapón estratosférico en defensa. Al final 85-67, la eliminatoria se decidirá en el Wizink Center.