Catarroja (València), 6 nov (EFE).- «En el pueblo todos me conocen por ‘Cacau’, es el apodo de mi familia, el de mi tatarabuelo, soy enterrador, como mi padre y como mi abuelo», así se presenta Salvador Pons, el enterrador del cementerio de Catarroja, arrasado por la dana, y al que este trabajador quiere devolver la dignidad.
«Evidentemente está como está la ciudad de Catarroja, el cementerio tampoco se ha librado, aquí nos ha llegado a entrar 1,70 metros de agua aproximadamente y ha hecho muchos destrozos», introduce a EFE Pons, enterrador de la ciudad desde hace casi veinte años.
Explica que las puertas principales del camposanto fueron arrancadas por la fuerza del agua, a pesar de que cada una pesa 700 kilos, que la viga de contención ha «desplazado totalmente el muro de la parte izquierda delantera» y «lo ha abatido al suelo» y que la misma presión del agua ha dejado «al descubierto la parte de atrás».
«Hay bastantes daños, pero podría haber muchos más, gracias a Dios digamos que el 80 o 90 % de los nichos están bien y el 85 o 90 % de las lápidas siguen en su sitio», enumera.
Aunque Pons valora el patrimonio del cementerio, recuerda que «lo primero» en lo que piensa «es en los sentimientos de la gente» y también en los suyos.
«Piensas que esta gente ha sido parte de tu vida y también el agua les ha afectado, es muy triste llegar hasta este punto y este desorden», confiesa.
Pese a ello, tiene claro que es momento de «ser fuertes» y confía en que «entre todos» van «a poder seguir adelante».
Su mayor deseo es poder tener el cementerio listo lo antes posible para que las víctimas mortales de la dana de Catarroja puedan ser enterradas en el pueblo y no tengan que ser incineradas o enterradas en otra localidad, si no es ese su deseo.
Los equipos de limpieza están intentando «despejar la calle central hasta poder llegar a los nichos nuevos».
Para «por lo menos entrar a nuestra gente de aquí, de Catarroja, y poder aprovechar esos nichos nuevos, ya que en la parte vieja (la más afectada), de momento no se puede. Intentaremos lidiar con todo lo que se pueda y poco a poco nos iremos poniendo al día».
Pons agradece al grupo de voluntarios que desde hoy están ayudando en la labores de limpieza del camposanto, que tiene aún un palmo de barro en la mayoría de las calles, algunos nichos reventados por la presión del agua y decenas de lápidas rotas o levantadas de cuajo.
Una de ellas es Daria, una joven de 22 años vecina de la localidad de La Eliana que ha venido a ayudar en las labores de limpieza.
Reconoce que la labor es «dura» porque «hay mucho trabajo» aunque «mucho ya se ha adelantado» en este camposanto.
Daria llegó esta mañana a Catarroja y desconocía cuál sería su función y cuando le pidieron ayudar en el cementerio le causó extrañeza: «Ha sido llamativo cuando me lo han dicho porque es una zona de respeto, llama más la atención».
Antes de entrar le pidieron que tomara precauciones sanitarias especiales, dado el lugar y las condiciones del mismo, con mascarilla, guantes, botas altas y ropa que le tapara todo el cuerpo.
Pese a todo, este miércoles extraía agua y lodo sin descanso, colaboraba con el resto de voluntarios amontonando flores caídas, jarrones, elementos decorativos y pedazos de lápidas.
«Es lo mismo, lo importante era venir a ayudar», remacha esta joven.
Macarena Soto
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