Las consultas de Psiconutrición se basan en estudiar la relación con la comida. Se trata de comprender cómo influyen nuestras emociones en la manera de alimentarnos. Ante ciertas emociones como la rabia, tristeza, aburrimiento o cansancio, hay personas que acuden a la comida como salvoconducto. Después de dicha conducta (comer) sentimos un alivio instantáneo, pero también efímero. Poco después aparece la emoción inicial por la que hemos empezado a comer, pero esta vez con más fuerza. De esta forma, creamos un círculo vicioso dónde no existe la oportunidad de gestionar nuestras emociones a través de unas estrategias propias.
Los profesionales en Psicología ayudamos a nuestros pacientes a que identifiquen las necesidades no cubiertas. La comida es un parche momentáneo, pero debemos preguntarnos: ¿qué es lo que necesito realmente?
Si te identificas con alguna de estas cuestiones puede que sea el momento de acudir a un especialista.
- ¿Existe una falta de autocuidado en tu vida y cuando llega el final del día crees que “te mereces” algo dulce/calórico?
- ¿Comes de manera impulsiva después de un día duro de trabajo?
- ¿Comes rápido y sin consciencia después de una fuerte discusión?
- ¿Gestionas el aburrimiento abriendo la nevera?
¿Qué problemas/patologías trata la psiconutrición?
Los profesionales en este ámbito atienden con frecuencia en consulta Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). El TCA es una enfermedad mental grave en la que los pacientes presentan una conducta alterada respecto a la forma de alimentarse. Los trastornos más comunes son la anorexia y la bulimia nerviosa, el trastorno por atracones y el trastorno evitativo/restrictivo.
Es decir, los síntomas pueden estar relacionados con una ingesta descontrolada o con un control excesivo de la alimentación.
Como profesionales no sólo tratamos de dar respuesta a los trastornos de alimentación, sino también trabajamos con otro tipo de dificultades:
- Los atracones.
- La ansiedad por la comida.
- Rechazo de la imagen corporal.
- Dietas crónicas.
- Hambre emocional.
¿Cómo podemos cambiar nuestra relación con la comida?
El gran problema de las dietas hoy en día es que se viven desde el control. Cuando comenzamos una dieta nos pasamos el día queriendo comer cosas que no “debemos” comer. Es allí dónde empieza el problema. Si yo vivo la ingesta de alimentos desde la represión y el control, llega un momento dónde mi mente se cansa y me va a pedir todos aquellos alimentos que supuestamente no podía comer. El atracón es resultado de las conductas de control extremo. No pretendas trabajar primero la ansiedad excesiva por comer si vives tu alimentación desde la represión y los “debería”.
Sí, puede que bajemos más lento de peso desde esta perspectiva, pero los cambios serán duraderos en el tiempo. ¿Cuántas veces has hecho una dieta y después de un tiempo has vuelto a coger el mismo peso o más? Lo veo todos los días en consulta, por lo que el concepto de las dietas tiene que cambiar.
Hemos de comer más sano y guiarnos por lo que los profesionales de la nutrición nos indican, pero debemos permitirnos alimentos fuera de las pautas para poder cambiar nuestra relación con la comida. La pregunta es la siguiente: ¿Desde dónde me estoy permitiendo ese alimento?
¿Es desde el hambre emocional, después de haber discutido con mi pareja? Entonces no te recomiendo ese trozo de chocolate.
¿O es desde un momento de paz donde te apetece disfrutar de ese sabor y lo haces desde la conciencia y moderación? Adelante entonces, porque estarás cuidando de tu salud mental.
¿De qué forma afecta la relación con la comida a la calidad de vida? ¿Puede derivar en otros problemas psicológicos?
Si acudimos a la comida para calmar una emoción, lo más peligroso no es engordar, es obviar una necesidad emocional que no está siendo atendida. El hambre emocional llega a nuestra vida para gritarnos algo. Puede llegar por una falta de autocuidado, por una mala gestión del estrés laboral o por problemas en mis relaciones interpersonales. No obstante, si como en vez te atender mis necesidades reales, el hambre emocional gritará con más fuerza. Si dejamos de atender esas necesidades, puede derivar en otros problemas psicológicos más graves.
A mis pacientes les expongo esta metáfora: comer para, por ejemplo, calmar la tristeza es como rascarse una picadura de mosquito, en el momento alivia, pero a la larga es peor.