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El parásito microscópico que causa gastroenteritis y podría evitarse con control rutinario

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València, 16 oct (EFE).- Detrás del brote de gastroenteritis que afectó a medio millar de personas en Tarazona (Zaragoza), y del que obligó a cerrar este verano unos días las fuentes del Parque Central de València tras infectarse siete niños, está el Cryptosporidium, un parásito microscópico que no se suele buscar en los análisis rutinarios.

Se trata de un protozoo que suele encontrarse en el agua y puede contaminar también alimentos, que cuando los consumen las personas y los animales pasa al tracto intestinal y provoca diarreas, vómitos o fiebre, e incluso en el caso de personas inmunodeprimidas puede afectar a las vías respiratorias y ocasionar problemas más graves.

Para determinar si está presente en el agua y que así se puedan tomar medidas de desinfección existen laboratorios como Gamaser, del grupo Global Omnium, el único laboratorio privado de España con la acreditación de la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC) para el análisis del Cryptosporidium.

«Es un protozoo que normalmente se encuentra en aguas no tratadas, y que si llega a la red de agua o alguien lo ingiere puede producir gastroenteritis», explica el director de Servicios de Global Omnium, Juan Francisco Maestre, quien precisa que habitualmente no se suele buscar en los análisis, solo cuando hay otra bacteria o cierta turbidez en el agua.

A su juicio, un control «más rutinario» de este parásito no solo en las redes de agua, sino por ejemplo en fuentes y parques donde haya cierto riesgo de que esté presente, permitiría avanzar en la prevención, aunque admite que se trata de una tecnología que «no es económica».

Para analizar si este microorganismo que mide entre cuatro y seis micras de tamaño está presente en aguas de consumo, el laboratorio Gamaser utiliza muestras de cien litros de agua -se necesita el mayor volumen de agua para conseguir detectarlo- que se pasan por un filtro cuyo poro es del tamaño de una micra y se someten a varios pasos.

Llegar a visualizar el Cryptosporidium en el microscopio, lo que es posible gracias a la inmunofluorescencia, requiere seguir un proceso «bastante arduo y bastante complejo», explica la responsable de Desarrollo del Departamento de Microbiología, Guadalupe Sastre, quien destaca que tener la acreditación de ENAC garantiza la competencia técnica de este laboratorio.

La responsable de Innovación en el laboratorio Gamaser de Global Omnium, Ester Méndez, señala que hay que tener en cuenta que si hay animales infectados que hacen sus necesidades en la calle o cerca de alguna fuente, el parásito vuelve de nuevo al agua, y en verano o cuando hace mucho calor hay niños y animales que se meten en esas fuentes.

«Ahí tenemos un problema de que el brote ya no sea un brote pequeño, sino que al final se acabe extendiendo», señala Méndez, quien añade que a partir de la identificación que lleva a cabo el laboratorio se puede decidir si hay que adelantar la desinfección de las aguas o si se necesita más cantidad de desinfectante para eliminar el parásito.

En este laboratorio de control de calidad del agua y de inspección especializada del grupo Global Omnium, donde durante la pandemia de coronavirus hicieron controles de las aguas residuales para detectar la presencia del SARS-CoV-2, se llevan a cabo investigaciones para intentar adelantarse a futuros problemas sanitarios de relevancia.

«Tenemos muchas líneas de investigación intentando detectar nuevos contaminantes emergentes, como pueden ser drogas o pueden ser fármacos en las aguas residuales», señala Maestre, quien precisa además que con técnicas como la secuenciación de muestras de aguas residuales se puede conocer «el estado de salud de la población».

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