València, 14 jun (OFFICIAL PRESS-EFE).- El testimonio de la víctima de Jorge Palma en la segunda sesión del juicio por el homicidio de tres chicas y los abusos sufridas por otras ocho ha sido absolutamente espeluznante.
Ha arrancado con el
testimonio de una de las supervivientes, que ha reconocido al acusado
, Jorge Ignacio Palma, en la sala, y ha afirmado que le denunció «para que no siguiese matando», al tiempo que lo calificaba de
«monstruo y asesino», pese a las advertencias de la presidenta del tribunal.
La joven –primera víctima de las que se tenga constancia, de julio de 2018-, ha admitido haberse dedicado durante años a «trabajadora sexual» y ha destacado la extrema frialdad del procesado, una «persona tranquila que sabía lo que hacía», al tratar de drogarla, de forma insistente, con grandes cantidades de cocaína.
«A nosotras nos enseñan a fingir que consumimos. Solemos tratar con hombres ebrios, drogados o fumados», ha explicado esta mujer, quien ha detallado cómo el procesado llevó a la cita una «gran bola» de cocaína y un azulejo sobre el que preparó, de entrada, cuatro rayas.
«Después me propuso hacerme un masaje con aceite, le vi que llevaba la mano cerrada… a medida que iban pasando los minutos me sentía el corazón rápido, sudores fríos… Después me pidió hacer el 69 y ahí fue cuando me introdujo droga en las partes íntimas, la vagina y el ano«, ha explicado esta mujer para detallar cómo el acusado le fue aplicando cocaína en diversas partes del cuerpo.
Al sentirse mal, la mujer se metió a la ducha y comprobó que le había metido pequeñas rocas de cocaína en la vagina.
Ha explicado también que posteriormente salió de la habitación con la excusa de ofrecer una copa al acusado y que le contó a la «mami» -responsable del prostíbulo- lo que sucedía, que se encontraba «rara» y
le pidió que llamase a la policía, pero que ésta no le hizo caso.
Al regresar a la habitación, el acusado le pidió que le practicase sexo oral, momento en el que la víctima se dio cuenta de que el acusado también se había impregnado sus genitales con cocaína.
«También escuché algo parecido al romperse de una cápsula y me di cuenta de había echado algo en mi bebida, porque noté como arena. En ese momento me fui a la cocina a por un cuchillo y le dije ‘usted me mata pero se viene conmigo…'».
«Le dije a la mami que me dejase salir, que me había drogado. Él se vistió, me dio un beso en la frente y dijo ‘pobre chica, cómo le gusta la droga’. Yo me cambié como pude y me fui al hospital. Allí me desmayé, luego me dijeron que cinco minutos más y hubiese muerto», ha explicado esta víctima.