Cerrar o no la puerta del dormitorio al dormir es un hábito cotidiano que puede parecer trivial, pero que tiene implicaciones psicológicas, emocionales y de bienestar. De hecho, varios estudios y expertos en psicología han analizado este gesto tan cotidiano y sus posibles efectos sobre la calidad del sueño, la percepción de seguridad y la personalidad.
¿Qué dice la psicología sobre cerrar la puerta al dormir?
Desde el punto de vista psicológico, cerrar la puerta del dormitorio puede estar relacionado con:
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Búsqueda de seguridad: muchas personas sienten una mayor sensación de protección al dormir con la puerta cerrada, lo que reduce la ansiedad y facilita un sueño más profundo.
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Necesidad de intimidad: quienes valoran su espacio personal suelen cerrar la puerta para evitar interrupciones, ruidos externos o la sensación de estar expuestos.
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Control del entorno: algunas personas con tendencia a la organización o a la planificación suelen cerrar la puerta como parte de su rutina de control del espacio.
Por otro lado, quienes duermen con la puerta abierta pueden estar más relajados frente a su entorno y tienden a sentir menos preocupación por posibles imprevistos.
Beneficios de dormir con la puerta cerrada
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Mayor privacidad: evita que otros miembros del hogar o mascotas entren y alteren el descanso.
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Reducción de ruidos externos: ayuda a minimizar el impacto del ruido, especialmente en viviendas con varias estancias ocupadas.
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Sensación de refugio: psicológicamente, una puerta cerrada genera un entorno más controlado, lo que disminuye el estrés y la ansiedad nocturna.
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Aislamiento térmico: aunque no es un factor psicológico, mantener la puerta cerrada puede ayudar a conservar la temperatura del dormitorio, creando un ambiente más cómodo para dormir.
Aspectos de personalidad asociados
Según algunos estudios de psicología ambiental y de hábitos domésticos:
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Personas que cierran la puerta: suelen ser más introspectivas, organizadas y buscan mantener un espacio privado seguro.
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Personas que duermen con la puerta abierta: pueden ser más extrovertidas, confiadas y con menor preocupación por la seguridad física.
Por supuesto, estos son patrones generales y no determinan la personalidad de forma absoluta.
¿Influye en la calidad del sueño?
Dormir con la puerta cerrada puede ayudar a reducir estímulos externos, mejorando la profundidad del sueño. Un entorno controlado, silencioso y con menos interrupciones facilita que el cerebro entre en fases de sueño reparador más fácilmente.
Sin embargo, en casos de claustrofobia o ansiedad por encierro, dormir con la puerta abierta puede ser una mejor opción para evitar despertares nocturnos causados por la sensación de confinamiento.
Conclusión: un pequeño hábito con gran impacto psicológico
Cerrar la puerta al dormir puede parecer un gesto cotidiano sin importancia, pero para la psicología puede reflejar cómo percibimos nuestro espacio, nuestra seguridad y nuestra necesidad de intimidad. Si este hábito te ayuda a sentirte más tranquilo y descansar mejor, seguir cerrando la puerta puede ser una práctica positiva.
En cambio, si sientes ansiedad al hacerlo, mantenerla abierta no significa algo negativo, sino simplemente una preferencia personal. En definitiva, este pequeño detalle revela más de nuestra mente y nuestros hábitos de lo que podríamos imaginar.
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