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Psicología

Si duermes con la puerta cerrada, la psicología tiene algo que decir sobre ti

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Cerrar o no la puerta del dormitorio al dormir es un hábito cotidiano que puede parecer trivial, pero que tiene implicaciones psicológicas, emocionales y de bienestar. De hecho, varios estudios y expertos en psicología han analizado este gesto tan cotidiano y sus posibles efectos sobre la calidad del sueño, la percepción de seguridad y la personalidad.

¿Qué dice la psicología sobre cerrar la puerta al dormir?

Desde el punto de vista psicológico, cerrar la puerta del dormitorio puede estar relacionado con:

  • Búsqueda de seguridad: muchas personas sienten una mayor sensación de protección al dormir con la puerta cerrada, lo que reduce la ansiedad y facilita un sueño más profundo.

  • Necesidad de intimidad: quienes valoran su espacio personal suelen cerrar la puerta para evitar interrupciones, ruidos externos o la sensación de estar expuestos.

  • Control del entorno: algunas personas con tendencia a la organización o a la planificación suelen cerrar la puerta como parte de su rutina de control del espacio.

Por otro lado, quienes duermen con la puerta abierta pueden estar más relajados frente a su entorno y tienden a sentir menos preocupación por posibles imprevistos.

Beneficios de dormir con la puerta cerrada

  1. Mayor privacidad: evita que otros miembros del hogar o mascotas entren y alteren el descanso.

  2. Reducción de ruidos externos: ayuda a minimizar el impacto del ruido, especialmente en viviendas con varias estancias ocupadas.

  3. Sensación de refugio: psicológicamente, una puerta cerrada genera un entorno más controlado, lo que disminuye el estrés y la ansiedad nocturna.

  4. Aislamiento térmico: aunque no es un factor psicológico, mantener la puerta cerrada puede ayudar a conservar la temperatura del dormitorio, creando un ambiente más cómodo para dormir.

Aspectos de personalidad asociados

Según algunos estudios de psicología ambiental y de hábitos domésticos:

  • Personas que cierran la puerta: suelen ser más introspectivas, organizadas y buscan mantener un espacio privado seguro.

  • Personas que duermen con la puerta abierta: pueden ser más extrovertidas, confiadas y con menor preocupación por la seguridad física.

Por supuesto, estos son patrones generales y no determinan la personalidad de forma absoluta.

¿Influye en la calidad del sueño?

Dormir con la puerta cerrada puede ayudar a reducir estímulos externos, mejorando la profundidad del sueño. Un entorno controlado, silencioso y con menos interrupciones facilita que el cerebro entre en fases de sueño reparador más fácilmente.

Sin embargo, en casos de claustrofobia o ansiedad por encierro, dormir con la puerta abierta puede ser una mejor opción para evitar despertares nocturnos causados por la sensación de confinamiento.

Conclusión: un pequeño hábito con gran impacto psicológico

Cerrar la puerta al dormir puede parecer un gesto cotidiano sin importancia, pero para la psicología puede reflejar cómo percibimos nuestro espacio, nuestra seguridad y nuestra necesidad de intimidad. Si este hábito te ayuda a sentirte más tranquilo y descansar mejor, seguir cerrando la puerta puede ser una práctica positiva.

En cambio, si sientes ansiedad al hacerlo, mantenerla abierta no significa algo negativo, sino simplemente una preferencia personal. En definitiva, este pequeño detalle revela más de nuestra mente y nuestros hábitos de lo que podríamos imaginar.

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Claves para que las vacaciones no acaben con la relación de pareja

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Claves para que las vacaciones no acaben con la relación de pareja

Las vacaciones en pareja pueden ser una experiencia maravillosa o convertirse en el escenario de conflictos que pongan en jaque la relación. Aunque viajar juntos es un plan deseado por muchos, la convivencia intensiva y las altas expectativas pueden generar roces. Aquí te damos las claves para que tu escapada sea todo un éxito y no el principio del fin.

Planificad juntos para evitar conflictos

Uno de los errores más comunes es dejar toda la organización en manos de una sola persona. Elegid entre los dos el destino, el tipo de alojamiento, las actividades diarias y el presupuesto disponible. Esto no solo evita malentendidos, también refuerza la complicidad desde el principio.

No todo el tiempo debe ser en pareja

Aunque viajáis juntos, eso no significa que tengáis que estar las 24 horas uno al lado del otro. Dejar espacio para actividades individuales como leer, correr o simplemente pasear solo es saludable. Daros libertad evita la sensación de saturación y mejora la calidad del tiempo compartido.

Aceptad que pueden surgir imprevistos

Que un plan se cancele, que el tiempo no acompañe o que haya retrasos son cosas normales. La diferencia está en cómo lo afrontáis. La flexibilidad y el sentido del humor pueden transformar un contratiempo en una anécdota graciosa que recordaréis con cariño.

Reparto justo de tareas durante el viaje

Aunque estéis de vacaciones, hay tareas que hacer: buscar restaurantes, preparar la mochila o revisar horarios. Que todo recaiga siempre sobre uno de los dos puede generar resentimiento. Lo mejor es acordar un reparto de responsabilidades que sea justo para ambos.

Cuidad la comunicación desde el respeto

Una buena comunicación es la base de cualquier relación sana. Si algo te molesta, exprésalo con calma y sin herir. Evitar las críticas destructivas y sustituirlas por peticiones claras marca una gran diferencia. Recordad: no se trata de ganar, sino de entenderse.

Bajad las expectativas y disfrutad del momento

Idealizar las vacaciones puede conducir a la frustración. No pasa nada si no todo sale como esperábais. A veces, los mejores recuerdos surgen de planes improvisados o incluso de errores. Lo importante es estar juntos y disfrutar del presente.

Reforzad la intimidad emocional y sexual

Viajar es una oportunidad para reconectar emocional y físicamente. Daros tiempo para miraros, acariciaros sin prisa, hablar de vuestros sueños o simplemente compartir silencios. No descuidéis el afecto ni el deseo: el amor también se alimenta de pequeños gestos.

Reflexionad si hay más discusiones que momentos buenos

Si durante las vacaciones todo son discusiones, tensiones y silencios incómodos, puede ser un indicador de que algo no va bien. En ese caso, quizá sea el momento de plantearse una conversación seria o incluso recurrir a una terapia de pareja tras el viaje.

Viajad para crecer y fortalecer el vínculo

Una escapada en pareja no es solo una oportunidad para descansar, sino también para crecer juntos. Afrontar nuevos retos, resolver imprevistos y compartir experiencias fortalece el vínculo emocional y crea recuerdos imborrables.

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