PODCAST
Diario de una mujer infiel (Capítulo 2)
Publicado
hace 3 añosen
Aitana es una mujer fiel. Tiene una vida aparentemente perfecta junto a su marido, el amor de toda una vida. Pero, de pronto todo cambia, otro hombre se cruza en su camino…
Hace unos meses decidimos lanzar el canal Official Press Radio centrado en podcast de psicología, bienestar y relaciones de pareja. Un proyecto centrado en ayudar a todo aquel que le inquiete o le preocupe algún tema en particular. Publicamos nuestro primer podcast con nuestra psicóloga de cabecera y experta en relaciones de pareja Emma Trilles sobre ‘Cuándo saber si es amor’ y ahí empieza esta historia. Nuestra sorpresa fue el encontrarnos varios emails de nuestros lectores y oyentes trasladando a la psicóloga sus problemas o dudas sobre aspectos de sus vidas y entre ellos llegó el email de nuestra protagonista: Aitana, una chica procedente del norte de España, que nos trasladó su situación. Obviamente, Aitana no es su nombre real, es ficticio para proteger la verdadera identidad de esta mujer que capítulo a capítulo nos contará su vida como infiel. Ésta sí es real.
clan-Destino: Diario de una mujer infiel
Capítulo 1: El encuentro
Apenas superas los 30. Una chica de lo más normal… Estatura media, delgada, melena a la altura de los hombros, rizada, ojos marrones… Te gusta tu trabajo, pero le dedicas más horas de lo que deberías. Romántica empedernida, llevas con el mismo hombre desde los 18. Tu primer y único amor. Nunca has sentido la necesidad de probar más, aunque tu círculo de confianza se sorprende de que esto sea así. No es lo normal hoy en día…
Él es 8 años mayor que tú, por lo que te casaste joven. Todo muy idílico…
Matrimonio y convivencia, un binomio que marca el primer hito en el declive. Lo superáis, y a los 2 años decidís dar EL PASO DEFINITIVO. 9 meses después nace vuestro primer hijo. Muy deseado y esperado. No sale todo como querríais, y él, tan novato como tú en esto de la paternidad, falla. Falla mucho. Te cuesta asumirlo y perdonarlo. Y llega vuestra primera gran crisis. Con ayuda, la contenéis, pero nunca quedará superada. Y aquí empieza la caída en picado. Tu yo MADRE arrasa con tu vida, tu libertad y tu yo MUJER. Dejas de ser esa chica joven, atractiva para algunos, con suerte en el amor, a la que le gusta gustar y que se quiere, se respeta y se valora, primero como persona y luego como mujer.
Pasan los meses, los años, y él, tu marido, aquel con el que has compartido tanto y con quien compartes ahora tu TODO, empieza a olvidar que algún día fuiste mujer. Ya no te mira, ya no te ve… Te has convertido en una perfecta ama de casa y madre. Y tú te resignas a que esto sea así por el resto de tus días. Te aferras a ese resquicio de orgullo, dignidad y amor propio que aún queda en algún lugar de tu alma.
Y poco a poco, con tenacidad y fuerza de voluntad, haces emerger esa mujer que fuiste años atrás. Te empiezas a ver, te empiezan a ver los demás, aunque él aún es ajeno a ello.
Rescatas tu fortaleza, tus armas de mujer, sales y sonríes a la vida con tu mejor versión de ti misma. Tu gente lo nota. Vuelves a ser feliz. Vuelves a ser MUJER, aunque solo fuera de casa. Pero te basta.
Leal, noble, honesta, sincera, sensata, prudente, y sobre todo FIEL. Llevas por bandera los principios y valores que te han inculcado desde bien pequeña. Una moral que rige tus actos y que nunca has quebrantado. Y defiendes con firmeza que jamás lo harás, ya que para ti la confianza es la base de todo. Tienes mucha suerte, pues estás rodeada de personas que te quieren y te valoran por lo que eres y por cómo eres.
Y sigue tu vida corriente, común. Marido, hijo y esa rutina que, aunque a veces arrastres como un lastre, te da la comodidad, tranquilidad, estabilidad y equilibrio que toda persona necesita en su vida.
Pero de repente, de la nada, sin esperarlo, aparece ÉL. Te mira, conectáis, y estás perdida. No es alguien nuevo. De hecho, le conoces desde hace años, pero jamás pensaste más allá. Y ese día, en ese preciso instante, todo cambia, pero tú aún no lo sabes. Te resistes a pensar que haya lugar en tu vida para alguien nuevo, alguien más…
Capítulo 2: La conexión
ÉL lo tiene claro desde el momento en que te ve. No hay dudas. Quiere conocerte, le gustas, y parece que desde hace tiempo –algo que tú ignorabas por completo-, así que empieza su conquista, y para tal fin urde un maravilloso calendario de planes cautivadores a los que será difícil resistirse.
Has coincidido con él durante años, en diferentes contextos, y nunca ha habido nada, al menos que tú percibieras. Un hombre muy interesante a tus ojos, mucho mayor que tú, al que admiras a nivel profesional y con el que mantienes una buena relación laboral. Hasta ahí todo correcto.
Pero ese día… ese día algo cambia. “¿Te apetece que tomemos algo?”, dice con total espontaneidad. Tú, sin pensar más allá, aceptas la propuesta. Y mantenéis un cordial encuentro, conversando de esto y lo otro. Escuchándoos, conociéndoos, conectando.
Despedida y vuelves a tu vida corriente, común. A tu normalidad.
Pasan los días y se suceden los mensajes, que van cada vez a más, las palabras cariñosas, las quedadas, las miradas, y la conexión se multiplica. Pero en tu cabeza, tu Pepito Grillo, te recuerda una y otra vez la realidad a la que no puedes ser ajena; TU REALIDAD.
Tienes una familia. FAMILIA. Un término que da sentido a todo. Y para ti, esa familia, es lo primero y no querrías dañarla por nada del mundo.
Eres sincera con ÉL. Totalmente honesta y transparente. Entre vosotros no hay mentiras ni secretos. Tan ingenua e inocente… Jamás has dejado lugar para otra persona en tu vida al margen de tu marido, con el que llevas tantos años que ya casi ni recuerdas la vida sin él. No es una relación perfecta, ni mucho menos. Pero siempre se ha basado en la lealtad, la fidelidad y la confianza. Es una relación llena de carencias, de heridas aún por sanar e incluso cicatrices. Una relación curtida, apagada, quizá inerte. Pero eres tan cobarde que no te planteas el punto y final. No por él ni por vosotros, sino por vuestro proyecto en común. Tu hijo. ¿Cómo voy a hacer algo que pueda afectar a mi pequeño? ¿Cómo voy a quitarle tiempo de estar conmigo? ¿Cómo voy a renunciar yo a él? Y así, con esa actitud cobarde y egoísta, dejas pasar los días compartiendo un techo y una vida con ese compañero al que elegiste tantos años atrás, al que has querido tanto, pero con el que hoy ya no compartes más que la crianza de un hijo. Pero te vale, te compensa, al menos de momento. Y por ello decidiste conformarte hace años y renunciar, a pesar de tu corta edad, a sentirte deseada, querida, valorada… a sentirte MUJER.
Pero ahora algo ha cambiado en ti. ÉL ha dinamitado ese conformismo y te ha hecho renacer, como un ave Fénix. Y cuando te mira, te toca, te habla, te abraza, te sientes tan deseada… tan MUJER… Y pisas el freno y le avisas de que tú no eres así; se lo repites una y otra vez, incluso para auto convencerte y reforzarte en el hecho de que no vas a caer. Tú no eres INFIEL.