Más de cien años después de su fundación, la Selección Española ha conseguido algo que se le había negado en los 758 encuentros anteriores: vencer y eliminar a los anfitriones de una gran competición internacional.
Luis de la Fuente y su equipo lo lograron este viernes histórico en el césped del Stuttgart Arena, donde miles de españoles no dejaron de animar a un equipo que ya es eterno y que enmudeció a la hinchada alemana.
Frente a Alemania, el seleccionador optó por repetir el once inicial de los octavos de final contra Georgia, pero pronto las circunstancias obligaron a variar la estrategia del técnico riojano.
La excesiva agresividad germana provocó la lesión de Pedri en una dura entrada de Toni Kroos, que terminó con el jugador tinerfeño en el banquillo y con un esguince de rodilla.
Dani Olmo tomó así la alternativa y su desempeño resultó decisivo, al igual que el del guardameta Unai Simón, quien detuvo un cabezazo de Havertz en la primera aproximación peligrosa de Die Mannschaft.
El duelo, de máxima calidad, emoción, intensidad y alternativas, cayó del lado español en el último minuto del tiempo suplementario.
Alemania controlaba bien el juego aéreo y la salida del balón española, pero sucumbió ante la eficaz presión tras pérdida de los internacionales, que firmaron tablas al descanso.
Poco después de la reanudación, la eliminatoria se desequilibró en una acción de Lamine Yamal por la derecha, con un pase raso a un letal Dani Olmo, elegido como mejor jugador del encuentro, que ejecutó con la diestra fuera del alcance de Neuer.
El gol espoleó a los germanos, que pusieron toda la carne ofensiva en el asador de Stuttgart, con el gigantón Füllkrug, de terrible recuerdo para España en el Mundial, y el talentoso Florian Wirtz haciendo diabluras entre líneas.
Füllkrug remató al poste, Unai hizo una parada prodigiosa a Andrich y Carvajal, quien no estará por sanción en semifinales al igual que Le Normand, resultó providencial taponando los remates locales.
A dos minutos de la conclusión, nadie pudo impedir sin embargo un empate que llegó desde las alturas en el enésimo centro lateral de los de Nagelsmann, con dejada de Kimmich e imparable volea de Wirtz.
El gol llevó a la locura a la hinchada teutona, mientras España achicaba agua para llegar a la prórroga y rehacerse en el tiempo suplementario hasta salir airosa de la ruleta rusa.
Oyarzabal y Wirtz estuvieron cerca, pero a un minuto de los penaltis, de nuevo la pausa y el toque necesario de Dani Olmo obraron el milagro en un balón preciso y precioso que el navarro Mikel Merino alojó en la portería alemana la víspera de San Fermín.
Todavía el santo debía aparecerse en una última intentona de Füllkrug que no evitó el adiós germano y el de Toni Kroos.
Desde donde estén, más de un siglo después, seguro que los pioneros de Amberes sonríen agradecidos de que el maleficio de los anfitriones ya forme parte de los anales de la historia. Francia espera el próximo martes en la semifinal de Múnich para seguir escribiéndola juntos.
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