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La Granotera| ‘Muñizmo’, antídoto contra la euforia, por @DANIH069

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DANI HERMOSILLA

Os decía hace unos días que el discurso prudente de Juan Ramón López Muñiz no se sostenía —es una forma de hablar, claro’. Jornada a jornada reitera lo de ‘partido a partido’. Y su mensaje ha calado en el vestuario, pero también en la grada. Cierto que tras la goleada en Valladolid muchos ya hablaron abiertamente de ‘ascenso’, de poner una fecha. Rivales, crítica en general, ya nadie lo duda. La noticia no será que el Levante UD ascienda, la noticia —y gorda e histórica— sería que el Levante UD no fuera la temporada que viene equipo de la primera división española. Así que el discurso de baja intensidad emocional de Muñiz, objetivamente, por los aires. Aunque el asturiano, ni se inmuta. Si el ‘partido a partido’ es la base ideológica del cholismo,  el ‘cualquiera te puede ganar si no te lo tomas en serio’, es la del muñizmo, esa teoría que consiste en no cambiar el discurso; sólo modificar los nombres. Que nadie se salga del guión. Válida para segunda división. Vemos (Foto) el día de su presentación con su valedor, Vicente Blanco Tito’, y el que ha autorizado las dos contrataciones, Quico Catalán. Este año, chapeau. Pero no porque el resultado haya sido excelente —que también—, sino porque todo ha sido muy lógico y cabal, cosa que no había ocurrido en los tres últimos años.

Muñiz es un tipo tranquilo. Al menos, aparentemente. Igual la procesión va por dentro, como se suele decir. Pero no parece. Comedido, nunca vacila en una decisión. Sobre todo en los cambios: si cambiar (cuándo y quién) y qué cambiar. Suele ver bien los partidos. No le tiembla la mano de tomar decisiones políticamente incorrectas, como sustituir a un jugador que salía del banquillo (Lerma o Espinosa), o prescindir a un jugador a la media hora de iniciarse el partido porque las cosas no funcionaban. No suele ofrecer espectáculos de carreras por la banda para celebrar nada, ni machaca a sus futbolistas con gestos y gritos desde la banda. Su ‘tranquilidad’ le permite ver los partidos con mucha perspectiva, con la ‘pausa’ tan necesaria.

Esa tranquilidad la traslada al equipo. Su maestro, Juande Ramos, santo y seña también del Levante de otra época, es su espejo. Ambos suelen tener un gesto más bien serio, poco expresivo, sin mucha matización gestual, ni en las alegrías ni en las penas. Y todo va en consonancia con el discurso. Lleva unas semanas cerrando las vías de aguas que deja la euforia, mientras crece la diferencia de puntos como colchón para el ascenso (ya 18). Sin duda, algo difícil de realizar. No utiliza el famoso ‘plasma’ de Rajoy, pero podría. Su discurso es fijo y persistente. Mismo adjetivo, diferente nombre. Rival difícil (Córdoba, Sevilla At., Elche, Valladolid, Almería…), partido (de segunda) igualado, cualquiera te puede ganar, ahora en todos los partidos hay algo en juego, tenemos que saber jugar con y sin el balón, todos los equipos tienen algo… etcétera.

No lo conozco en el ‘cara a cara’, en el trato personal. Lo que me cuentan es que es muy próximo, prácticamente igual que lo que se ve en su imagen pública. Maneja los hilos del vestuario con maestría. Sus decisiones —ya lo he dicho muchas veces—, de manual. Nadie duda de lo que hace. También es cierto que le han acompañado los resultados. Y también que nadie duda que liderará el proyecto de Levante UD en primera. Una apuesta personal de Tito, como en su día lo fue la de Manolo con Luis García. En ambos casos, la decisión fue muy deportiva, muy profesional y poco mediática. Tal vez, la gran lección que debe memorizar y asimilar el presidente, Quico Catalán. Cuando el Levante UD se ha ido a buscar entrenadores mediáticos (Caparrós, por ejemplo), no le ha ido bien. Cuando ha querido traer técnicos de juego  más que de resultado (Rubi), tampoco le ha funcionado.  Hablamos de la época moderna, no de la caótica experiencia de Pedro Villarroel, en la que el Levante protagonizó dos ascensos tras infinidad de pruebas y desatinos, y con la trituradora de entrenadores siempre lista.

Almería, fallas, cremà, Campaña…
El Levante UD afronta un partido ‘difícil’, según el diccionario muñizta. Traducción: equipo con el agua hasta el cuello, no llamado a metas tan poco alegres, un ex-primera venido a menos, deprimido e histriónico, a imagen y semejanza de un perfil de presidente que, en estos lares, conocemos de sobra, aunque muchos ya no se acuerden. Me preocupa —por decir algo— el ambiente festivo, la mañana fallera en la que la fiesta en la grada se mezcla con un partido de fútbol. Tiene razón Muñiz cuando dice que, si no pones toda la carne en el asador, cualquiera te puede hacer un roto. Y esa es una gran verdad. Ojo con el Almería.

Goleada sin Campaña
Curiosamente, el resultado más amplio del Levante UD esta temporada llegó en el partido en que su mejor jugador no estuvo por sanción. Hablamos de José Campaña, que vuelve al equipo. Su aportación es intermitente, como la de todos aquellos jugadores talentosos, que sacan su calidad a cuentagotas. Pero su fútbol es necesario. En jugadas a balón parado, para desenmarañar partidos… Juega al primer toque, tiene clase y no está exento de espíritu combativo y de sacrificio. Nadie es imprescindible, pero Roger y Campaña son los jugadores (junto a Jason), que más ayudan a desenredar partidos difíciles, de esos que siempre habla Muñiz. La superioridad del Levante no es de juego, ni futbolística, ni de calidad. La superioridad del equipo granota es de mentalidad, de saber leer un partido hasta aburrir a tu rival. Algunos son mejores que tu, pero no te superan. Tú, en cuanto superas a alguien, lo doblegas. Y de ahí, la diferencia: dieciocho puntos. Bon final de falles, bona cremà i, per suposat, bon partit (i victòria)

 

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