Los propósitos de año nuevo los solemos afrontar cargados de buena voluntad, de grandes intenciones y fuerzas renovadas alentados también por la presión social y mediática: cuidarte más, perder unos kilos, hacer más ejercicio, dejar de fumar, volver a estudiar…
Lamentablemente, en pocas semanas muchos de nuestros nuevos proyectos caen en el olvido. ¿Por qué nos pasa esto? Puede haber diferentes explicaciones:
De entrada, muchos de esos propósitos de año nuevo en realidad solo responden a la inercia, la costumbre o la presión externa… y, en tanto que carecen de peso propio, desaparecen de nuestra mente y de nuestra recién estrenada rutina antes de que nos demos cuenta. Por otra parte, a menudo, pasamos por alto la naturaleza misma del cambio: no basta proponerse algo concreto, sino que normalmente el propósito mismo exige un cambio de hábitos de vida, algo a lo que no siempre estamos dispuestos por lo que supone.
Y así unas semanas después, fácilmente, alegamos falta de tiempo, de presupuesto, que no es el momento… Las mismas razones que en su día nos impidieron cumplir con los propósitos del año anterior.
Propósitos de año nuevo:
Para evitar perder nuestro dinero y nuestro probablemente escaso tiempo, es necesario transformar estos propósitos en un cambio real de hábitos de vida:
- Olvídate de la «fuerza de voluntad». Dejando de lado el juicio moral implícito en la expresión… ¿qué es esa manida fuerza de voluntad? Voluntad es, valga la redundancia, contar con propósitos, intenciones…, es decir, motivación: aquello que nos mueve. Igual que un coche necesita gasolina, las personas necesitamos motivos, objetivos o deseos para hacer una cosa u otra, dejar de hacerla o mantenerla en el tiempo.
- Encuentra tus propios motivos y objetivos. Escúchate a ti mismo, concreta y define tus objetivos y los motivos que te han llevado a proponértelos. Intenta plantearte qué quieres conseguir, por qué y, sobre todo, para qué, será el horizonte que te mantenga constante en tus metas.
- No te lances sin más a apuntarte al gimnasio, a clase de yoga, al club de lectura o a ese curso que tiene tan buena pinta. Busca alternativas y compara opciones.
- Traza un plan. Antes de seguir adelante con el propósito, en la medida de lo posible, anticipa las facilidades y dificultades que crees que vas a encontrar, el esfuerzo que te va a suponer, hasta qué punto estás dispuesto a asumirlo, si encaja en tu vida o si de hecho quieres hacer cambios en tu rutina, etc.
- Marca metas asumibles. Si tu propósito es muy drástico o ambicioso, ve por partes, marcándote pequeñas metas, más asumibles; no te desvías del objetivo y a la vez te estás poniendo las cosas más fáciles. También presta atención a cada logro que hayas alcanzado; identificar tus progresos y verlos en ti mismo te reforzará en tu esfuerzo, en el plan que te hayas marcado y los objetivos (o propósitos) que te hayas propuesto. Por ejemplo, si quieres estar en forma, puedes empezar por bajarte una parada antes del autobús, subir las escaleras de casa, salir a caminar los fines de semana, salir a correr un rato cada día…
- Solo es más difícil: no dudes en pedir ayuda o consejo a un profesional de referencia, un médico, psicólogo, un nutricionista, etc. según sea el caso… Puede ayudarte a alcanzar tus objetivos.
Fuente: OCU.org