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Así es el retrato oficial de Rita Barberá para el Ayuntamiento de València

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VALÈNCIA, 26 Nov. (EUROPA PRESS) –

El Ayuntamiento de València ha recibido este martes el retrato oficial de la que fuera su alcaldesa durante más de dos décadas, Rita Barberá, una representación con influencia de Picasso que parte de los objetos personales más característicos de la exmandataria y que presenta un jeroglífico con el que mostrar la plenitud de la retratada, con alusiones a la ciudad, con la vara de mando, sus características joyas y un puzzle de fotografías que narran su paso por el consistorio.

«Es un retrato insólito, sorprendente», ha explicado su autor, Luis Massoni, durante la presentación del lienzo, que pasará a estar colgado en el pasillo de las dependencias de Alcaldía, donde están también los retratos de sus antecesores en el cargo desde 1840. Cuando un alcalde de València deja de serlo tiene la oportunidad de elegir al artista que se encargará de retratarlo, pero en este caso, ante el fallecimiento de Barberá en 2016 fue su familia quien asumió esa decisión.

Así, en 2017 se encargó a Massoni el retrato de la exalcaldesa y, de hecho, se reservó una partida presupuestaria de 15.700 euros para sufragarlo al año siguiente. El cuadro debía estar listo en diciembre de 2018, pero el autor pidió una prórroga que le fue concedida. Según ha dicho, no ha hecho balance del tiempo empleado: «Los obreros miran el reloj, los artistas no».

Desde el consistorio han explicado que a lo largo del día se colgaría el cuadro. No se ha convocado ningún acto público y según han indicado los funcionarios presentes en la presentación, dado que el último cuadro, el de Clementina Ródenas, se colgó hace más de 20 años, quienes están hoy no sabían cómo se había procedido, por lo que se miró el expediente para ver cómo se había llevado a cabo el proceso.

Según ha explicado el artista a los medios en su taller, donde ha desvelado el cuadro, «la gente esperaba terciopelos, el boato oficial» pero se negaba a «fingir» lo que no podía ver, al no estar la retratada presente. Massoni ha confesado su «aversión al uso de fotografías en la pintura» porque supone «sustituir la imagen real con todo su enigma y su tridimensionalidad» por una «plana y muda» que queda empobrecida.

Luis Massoni en su estudio con el retrato de Barberá
ESTUDIO LUIS MASSONI

«No concibo el retrato sin trato, por eso era tan difícil el de Rita Barberá, porque de la fusión de dos voluntades surge una criatura con la personalidad del modelo y del pintor», ha dicho, y el hecho de verse obligado a recurrir a la fotografía le generó «cierta contradicción» e incluso le hizo estar a punto de renunciar, ha confesado, pero buscó una alternativa sustituyendo «la realidad por el ingenio».

Lo hizo ayudado por la concepción picassiana del retrato y también por las ‘vanitas’ del siglo XVII, un género artístico en el que a modo de bodegón se representan distintos objetos que muestran la fragilidad y brevedad de la vida. Encajaba ahí la figura de una mujer que tuvo un «penoso final», ha señalado Massoni, con ese «annus horribilis» de «una mujer muy poderosa que cayó en picado».

UN JEROGLÍFICO APOYADO POR SUS OBJETOS PERSONALES
Así, Massoni optó por plantear este retrato como «un jeroglífico a descifrar en el que los objetos acompañan a la imagen de la retratada apoyando su representación». Le sirvieron de ayuda una serie de pertenencias de Barberá que le cedió la familia: un vestido rojo, la vara de mando, su famoso collar de perlas, pequeños colgantes y algunas fotos. Todos ellos quedan retratados de un modo u otro en la obra.

Además, ha añadido el artista otros elementos como una guía de València de 1991, año en el que asumió la Alcaldía, sobre el que hay un compás de arquitecto con el que quiere simbolizar la transformación de la ciudad, unas monedas que significan riqueza y están ordenadas cronológicamente para mostrar el paso del tiempo, unos naipes que simbolizan el azar y que en este caso hablan del triunfo o un retrato de joven del propio Massoni a modo de carnet de identidad.

«PARECE ASOMARSE AL BALCÓN DE SU POPULARIDAD»
En el centro de la composición está la imagen de Barberá, sonriente y vestida de blanco «impulsiva, extrovertida, risueña, empática, gloriosa, triunfante y parece asomarse al balcón de su popularidad». Todo ello en una ilustración «refinada, estilizada y estética» con influencia picassiana que aparece sobre un tablero de trabajo, colocada con chinchetas sobre un tablero de trabajo en el que, de fondo, aparece el Gernika.

A su lado, en pequeño, aparece otra imagen de la exalcaldesa «del hemiciclo, de la brega política, con la mirada absorta, dándole vueltas a los muchos problemas que la acosaron al final, cuando le crecían los enanos», en este caso con un trazo más «nervioso, impulsivo».

Massoni ha explicado algún detalle más del cuadro, concretamente de la vara de mando, en la que «ella anidaba cada vez que era elegida un anillo de oro grabado», convirtiéndola «casi en un cetro». Además, las fotografías elegidas «forman un puzzle reconocible, como una crónica con flashes de distintos momentos de su largo paso por el consistorio». Solo en una aparece acompañada y está junto al expresidente del Gobierno José María Aznar en 1996 cuando accedió a la Moncloa. «No he tenido más remedio que usar fotografías, pero no de una manera servil, he intentado sacar la chispa de Picasso», ha indicado.

GUSTÓ A LA FAMILIA
Preguntado sobre si la familia ha sido partícipe del proceso, ha indicado que no y que, de hecho, no sabe por qué le eligieron a él porque no trató con Barberá más que una vez que ella le saludó en una feria. Ha explicado que cuando les enseñó el resultado les gustó, «casi se pusieron a llorar» y le transmitieron que a Barberá le habría gustado.

«Alguien que la conocía mucho y que lo vio después de la familia, una persona sensible y culta, me dijo que había algo muy tierno en el retrato y que proviene de esa relación establecida con los ritos funerarios egipcios, que ponían todo lo más querido del difunto para el viaje al más allá. Aquí ella está con lo más querido de ella», ha insistido.

También ha dejado claro que su opinión sobre la figura de Barberá ha quedado al margen de la obra: «No la pongo en un altar, el artista no viene a juzgar, sino a levantar acta». El lienzo, de 146×110 centímetros va a ser el cuadro más grande de los existentes hasta ahora: «A una alcaldesa excepcional un cuadro excepcional, sobre todo en el tamaño. No cabía todo esto en un cuadro canijo».

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