María López
Madrid, 10 mar (EFE).- Pese a las críticas por su gestión de la pandemia, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha ido ganando peso en el PP por su confrontación directa con el Gobierno de Pedro Sánchez y ahora afronta una nueva etapa tras romper con Cs, su socio en el Ejecutivo, lo que consolida su perfil conservador.
Desconocida para la mayoría de ciudadanos antes de ser candidata, en una apuesta personal de su amigo y líder de los ‘populares’, Pablo Casado, Isabel Natividad Díaz Ayuso (Madrid, 1978) tomó las riendas del Gobierno madrileño hace menos de dos años, el 14 de agosto de 2019.
Desde entonces, esta periodista madrileña de 42 años se ha erigido en peso pesado del PP y en la defensora de una estrategia propia para luchar contra la pandemia, con comercios y bares abiertos que le han granjeado el apoyo de los empresarios.
Ayuso ha defendido la necesidad de dar la batalla de las ideas desde la derecha respecto a aspectos como el feminismo o el supuesto adoctrinamiento en las escuelas.
La presidenta, que se contagió y superó la covid en la primera ola, llegó a su despacho de la Puerta del Sol tras una dura negociación con el líder madrileño de Ciudadanos, Ignacio Aguado, con quien desde entonces no ha dejado de chocar, y con un Vox que había irrumpido por primera vez en la Asamblea de Madrid.
Ayuso se rodeó de rostros del PP con un marcado carácter político y apostó por nombrar jefe de gabinete a Miguel Ángel Rodríguez, exportavoz del expresidente José María Aznar y un nombre que no gustó a Ciudadanos.
Mientras la popularidad de Ayuso crecía, la pandemia agravó las malas relaciones con su socio, hasta el punto de provocar la dimisión de un consejero de Cs.
Con Aguado intentando mediar entre Ayuso y el Gobierno de España, la presidenta madrileña optó por ser el ariete del PP contra Sánchez, lo que tuvo repercusión en medios internacionales, hasta el punto de que el diario francés Le Figaro la describió como «la nueva musa de la derecha española y bestia negra» del Gobierno.
Desde el pasado otoño, Ayuso ha redoblado sus desencuentros con el Ejecutivo de Pedro Sánchez, al que ha acusado de imponer un estado de alarma en Madrid a punta de pistola o de «madrileñofobia».
Con la pelea con Cs de fondo y crecida en las encuestas, Ayuso lleva meses barajando la convocatoria electoral. En verano, admitió que se lo había planteado, pero lo descartó en septiembre aludiendo a la crisis provocada por el virus.
Hay voces que la erigen como la jefa de la oposición en lugar de Casado, pero en su entorno aseguran que está a disposición de lo que diga el líder del PP y que no busca arrebatarle el liderazgo.
Con declaraciones contundentes, que han provocado que sus adversarios la califiquen de «ultra» o de «peligro», Ayuso no ha perdido ocasión para reivindicar su estrategia contra el coronavirus, como cuando dijo que era un «delito» tenerlo «todo cerrado» en Cataluña con su buen clima.
Y no ha temido tensionar a sus compañeros de partido, que en Galicia, Castilla y León, Andalucía o Murcia, han tomado medidas más restrictivas en la pandemia.
El presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, censuró su estrategia al asegurar que Madrid había optado por decisiones con las que él no se sentiría «responsable», pero Casado en cambio no ha dejado de respaldarla.
En su haber figuran la apertura de Ifema como hospital campaña, la inauguración del hospital Enfermera Isabel Zendal o peticiones a las que ha accedido el Ejecutivo, como la exigencia de PCR para entrar en España o los test de antígenos en las farmacias.
Este miércoles, la presidenta ha animado a los suyos a «pensar a lo grande» y ha defendido las «ideas claras». Aspira a una mayoría junto a Vox, aunque la convocatoria electoral está en el aire tras la admisión por parte de la Mesa de la Asamblea de las mociones de censura presentadas por PSOE y Más Madrid.
Su dureza le ha valido piropos de quien fuese su jefa, la expresidenta Esperanza Aguirre, que aseguró que era una «crack».
Y es que la trayectoria de Ayuso en el PP madrileño alcanza casi dos décadas y se remonta a cuando, con 25 años, se afilió al partido y conoció a Casado en el PP de Moncloa-Aravaca.
Su primer cargo público fue en 2011 como diputada en la Asamblea de Madrid en la lista de Aguirre y repitió en 2015 como parte de la candidatura de Cifuentes, hasta que la expresidenta la nombró viceconsejera de Presidencia y Justicia en 2017.
Ahora quiere liderar el PP madrileño, aunque tiene en frente al alcalde de Madrid y portavoz nacional del partido, José Luis Martínez-Almeida, que no quiere que éste puesto recaiga en un tercero.