La tradición de poner un árbol de Navidad tiene sus raíces en diversas culturas y prácticas a lo largo de la historia:
Simbolismo pagano:
Antes de la era cristiana, muchos pueblos europeos ya celebraban festividades cerca del solsticio de invierno. Durante estas celebraciones, a menudo se utilizaban ramas perennes, como el abeto, para simbolizar la vida en medio del invierno y como un recordatorio de que la primavera eventualmente regresaría.
Árbol del Paraíso en las obras teatrales medievales:
En las representaciones teatrales medievales que representaban la historia del Jardín del Edén, se utilizaba un árbol adornado con manzanas llamado «Árbol del Paraíso». Este árbol simbolizaba el paraíso y se usaba en las festividades que tenían lugar durante la temporada navideña.
San Bonifacio y el árbol sagrado germánico:
La leyenda cuenta que San Bonifacio, un misionero cristiano en el siglo VIII, cortó un roble sagrado germánico que estaba dedicado al dios Thor. En su lugar, plantó un abeto, que simbolizaba para él la santidad y la vida eterna.
Tradiciones escandinavas:
En algunas regiones de Escandinavia, se tiene registro de la tradición de decorar árboles en las festividades de diciembre. Estos árboles eran a menudo abetos y se adornaban con frutas, nueces y velas.
La influencia de la Reina Victoria y el príncipe Alberto:
A mediados del siglo XIX, la reina Victoria y el príncipe Alberto, ambos de origen alemán, popularizaron la tradición del árbol de Navidad en el Reino Unido. Una ilustración de la familia real con un árbol de Navidad en el Palacio de Windsor contribuyó a difundir la costumbre.
En última instancia, la tradición del árbol de Navidad se consolidó y se extendió ampliamente en el siglo XIX y principios del siglo XX, convirtiéndose en una costumbre arraigada en muchas culturas alrededor del mundo. Hoy en día, poner y decorar un árbol de Navidad es una parte importante de las festividades navideñas en muchas partes del mundo.