Sevilla, 29 dic (EFE).- Sevilla sufrirá por segundo año consecutivo y por culpa de la pandemia de coronavirus la suspensión de la Feria de Abril y de la Semana Santa, fiestas que suponen un movimiento económico cifrado en torno a 1.300 millones de euros, el 4,3 % del PIB local.
La inaudita suspensión por segundo año de las principales fiestas de la ciudad, además del impacto económico, supone un perjuicio emocional para miles de sevillanos, que durante las últimas semanas ya esperaban esta decisión a pesar del comienzo de la campaña de la vacuna.
Cuando se suspendieron las fiestas de primavera de este año, la mayoría confiaba en que para 2021 la pandemia estaría superada y se podrían volver a disfrutar masivamente de las sesenta procesiones que recorren las calles del centro de la ciudad y de una fiesta pagana en la que se mezclan bailes, cante, caballos y mucha comida y bebida.
Todo apuntaba a que tras la primera ola, que comenzó en febrero, se podrían volver a celebrar ambas fiestas, pero el repunte de contagios y de fallecidos en la segunda ola, que ha extendido la enfermedad a casi 60.000 sevillanos y ha provocado 1.149 muertes en la provincia, hizo que comenzaran a florecer los augurios más negativos.
El anuncio de la vacunación contra el coronavirus abrió una nueva esperanza, aunque pronto la Consejería de Salud advirtió de que para esas fiestas primaverales no habría suficiente población inmunizada, solo en torno al 30 %, y no se aconsejaba la celebración de eventos que supusieran la acumulación de personas.
Tras diversas reuniones, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, anunció el 17 de diciembre que no se daban las condiciones para celebrar la Feria de Abril en 2021 y que se suspendía.
Para paliar los efectos económicos de esa decisión, el Ayuntamiento dijo que mantendrían reuniones con los sectores más afectados económicamente para analizar «cómo establecer medidas que puedan servir de apoyo».
Antes de suspender la Feria de Abril de 2020, el Ayuntamiento la trasladó a finales del mes de septiembre para esperar si para entonces era posible celebrarla aunque fuera con un formato más reducido, aunque finalmente fue suspendida de forma definitiva debido a la evolución de los contagios y de los fallecidos.
Doce días después, el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, publicó un decreto en el que anunciaba la suspensión de la Semana Santa, lo que no ocurría desde 1933, cuando ninguna cofradía salió en procesión por el enrarecido ambiente que provocó el enfrentamiento político y social en los años de la Segunda República.
«Lamentablemente, la persistencia de altos niveles de incidencia de la enfermedad, junto con las previsiones anunciadas para la distribución y aplicación de las vacunas», desaconsejan la concentración de grandes grupos de personas así como su libre circulación, ha explicado el arzobispo.
Por todo ello «quedan suspendidos todos los actos y celebraciones organizados por parroquias, hermandades y cofradías, asociaciones de fieles u otros grupos eclesiales que (…) tengan carácter externo y en general todos aquellos en los que se haga uso de la vía pública», según el decreto.