Las niñas fueron vistas por última vez el 27 de abril cuando su padre Tomás Gimeno no se las devolvió a Beatriz a las 21:00 horas como tenía pactado. Esa noche, las cámaras de la Marina de Santa Cruz de Tenerife grabaron a Tomás cargando en su lancha varias bolsas y zarpando una primera vez para volver dos horas después, aparentemente sin los bultos, para cargar un móvil. En ese tiempo habló varias veces con Beatriz, a la que advirtió de que nunca más volvería a ver a las niñas ni a él tampoco.
Su rastro se pierde una vez que vuelve a zarpar en su lancha que fue hallada al día siguiente frente a las costas del municipio de Güímar y ahí comenzó una intensa búsqueda que hoy ha dado un dramático final.
Desde Official Press hablamos con el psicólogo clínico Paco Bou para conocer el perfil de la persona más repudiada en este momento: Tomás Gimeno.
OP: La pregunta que se hace hoy España es ¿qué pasa por la cabeza de un padre para matar a sus hijas?
PACO BOU: Faltarían muchísimos datos para delimitar lo que ha podido pasar pero, en términos generales un padre que ha podido llegar a hacer una cosa así, además de forma premeditada y no en una situación puntual donde la emocionalidad puede estar en una fase de intensidad, sino que lo ha planaeado, ha sido capaz de coger una embarcación, meter a sus hijas en unas bolsas, de lastraslas al mar, es evidente que es un padre con una mente enferma capaz de hacer cualquier cosa. Él ha ido construyendo en su mente un guion, lo ha ido cocinando en su mente lentamente.
OP: ¿Cuál sería el perfil de Tomás Gimeno?
PACO BOU: Para analizar el perfil deberíamos entrevistarlo, pero podemos hablar en términos generales, porque sí que hay una cosa que nos da indicios: no solamente lo que uno hace, sino cómo lo hace. El cómo hace un asesino las cosas, nos da muchas pistas para generar un perfil. Y en este caso, es evidente la falta de empatía. Ojo estamos hablando de dos niñas de uno y seis años que él mata de forma fría. Esto nos dice que es una persona que no es capaz de conectar con las emociones de otro, ni siente el sufrimiento de otro. Y la falta de compasión: ese grado alto de crueldad para hacer ese acto. Yo siempre digo que la culpa o el arrepentimiento es algo que nos puede ayudar mucho para ver hasta qué punto hemos podido hacer daño. La culpa es una emoción que nos permite hacernos cargo de nuestros errores y transformar los actos para intentar no hacer daño. Este hombre no comete este parricidio una vez, lo comete muchas veces en su mente, lo ha guionizado. Por tanto esto marca el perfil de una persona tremendamente fría. Y sin atisbo de duda, no se sentiría nada culpable. Estamos ante un psicópata, capaz de instrumentalizar a otras personas para conseguir algo, más allá del dolor que provoquen.
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