Una de las decisiones que saldrá hoy de la reunión entre los técnicos del Ministerio de Sanidad y los de las Comunidades Autónomas será la compra de millones de test de antígenos, una prueba alternativa a los test serológicos y a las PCR que puede ayudar a la detección precoz de los contagios.

Los test de antígenos detectan el virus cuando está presente, de manera que pueden dar resultados en las primeras fases de la infección. La toma se realiza del mismo modo que la de PCR, una muestra de la mucosa nasal mediante un hisopo (el bastoncillo fino con algodón en la punta). Son más económicos y, sobretodo, más rápidos: entre 12 y 15 minutos para conocer el resultado. Según los expertos, su fiabilidad se sitúa entre un 87% y un 97%. Eso sí, necesitan que exista una mayor cantidad de virus en el paciente, ya que son menos sensibles que las PCR.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los test de antígenos más recientes sí funcionan para detectar la enfermedad en personas con síntomas o asintomáticos en los primeros días (entre uno y tres), siempre que tengan una carga viral alta. Para la OMS, la posibilidad de detectar de una manera rápida y económica a pacientes con el virus puede contribuir de manera decisiva al control de los brotes.

Los test de antígenos no son algo nuevo. Al inicio de la pandemia muchos gobiernos, entre ellos el español, compraron cientos de miles de pruebas a una empresa china. Los resultados fueron decepcionantes: las pruebas que realizó el Instituto de Salud Carlos III arrojaban una fiabilidad de sólo el 30 por ciento, y los test se retiraron.

Meses después, grandes farmacéuticas como Abbot o Roche se han lanzado a su producción, más compleja porque el test utiliza proteínas específicas del virus para buscar en el organismo trozos o restos de ARN del SARS-CoV-2, y lo han hecho después que las agencias gubernamentales certificasen su fiabilidad.